
Eligiendo a Chávez, los venezolanos no sólo se amputaron el cerebro: se mutilaron el corazón y se extirparon los ojos. No es el coronel quien no tiene quién le escriba: el país, Venezuela, los venezolanos no tienen quién les escriba. La ficción intelectual continúa su rutina de siempre, las universidades siguen su función de pedagogía especializada, los periódicos, mermados, aún se asoman a los kioskos. Las librerías, menguadas, siguen adornando sus vidrieras con libros editados en alguna parte. Sobreviven con uno que otro despistado que hurga y compra algo.