
“Vivir únicamente para sí es la mayor amargura”... Una sociedad es tanto más humana cuanto más se donan entre si sus gentes, protegiendo a sus miembros frágiles y a los que más sufren, procurando siempre que nadie se quede solo, se sienta excluido o abandonado. Hay que favorecer la concurrencia, lo que nos exige el lazo de una colectividad más justa, caracterizada por una mayor fidelidad, basada en la permanente entrega generosa. Los sentimientos de odio y venganza no tienen sentido. Hay que derribarlos de la mente.