
De tanto ser repetidas y escuchadas las frases terminan por perder su sentido originario. Ocurre así con los textos sagrados, sometidos a implacable ritualización. En las ceremonias religiosas dichos textos suelen ser repetidos sin que casi nadie se detenga a pensar sobre el exacto significado de sus palabras. Algunos cuando rezan parecen loros. Repiten sin pensar. Ellos creen que oran aunque solo deletrean. En el mejor de los casos, tararean.