
Cuando Donald Trump ganó las elecciones de 2016 contra los pronósticos de prácticamente todos los encuestadores, me prometí a mí mismo que nunca volvería a confiar en las encuestas.
Pero varios conocidos encuestadores con quienes hablé en estos días me dijeron que han corregido sus errores de hace cuatro años, y que esta vez sus pronósticos serán bastante más acertados.