Este 12 de noviembre se celebran los 100 años del nacimiento de Alirio Díaz, uno de los guitarristas clásicos venezolanos de mayor relevancia internacional, con una fecunda obra, producto de su reconocida pasión como instrumentista, tanto en la música venezolana como en el repertorio universal de las grandes creaciones para ese instrumento.
Alirio Díaz nació en 1923 en el seno de una familia campesina de ocho hermanos, en el caserío La Candelaria, cerca de Carora, estado Lara. Desde niño mostró aptitudes por la música y a los 19 años viaja a Trujillo, donde comenzó formalmente sus estudios de música y guitarra. Lo hizo por iniciativa de su principal mentor, el periodista e intelectual caroreño Cecilio “Chío” Zubillaga Perera (1887-1948).
En la ciudad andina es acogido por el renombrado maestro, compositor y director de banda Laudelino Mejías, el autor de “Conticinio”. Allí le toca trabajar en los oficios más disímiles para ganarse la vida, como tipógrafo, mecanógrafo, corrector de pruebas periodísticas y guitarrista popular.
En 1945, a los 22 años, se traslada a Caracas para continuar estudiando guitarra. Ingresó a la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, en la que tuvo como tutores a Vicente Emilio Sojo, así como otros destacados maestros de la época.
Además, trabajó con Pedro Elías Gutiérrez, el autor del “Alma llanera”.
Poco tiempo después, se dio a conocer nacionalmente como un guitarrista de brillante futuro a través de recitales públicos, privados y en la radio, el medio de comunicación del momento.
En 1950 viaja a Europa para iniciar estudios de posgrado en España, con una beca otorgada por el Estado venezolano. A la par de su preparación en el Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, realiza exitosas presentaciones en el Ateneo de esa ciudad, así como en el Palacio de la Música de Barcelona, la Alhambra de Granada y el Teatro principal de Valencia.
También recorre otros países del viejo continente, en giras de presentaciones donde interpretaba música clásica para guitarra y ritmos populares venezolanos y del resto de Latinoamérica.
Actuó como solista y acompañado de grupos sinfónicos, bajo la dirección de reconocidos directores como Sergiu Celibidache, Leopold Stokowski, André Kostelanetz y Rafael Frühbeck.
Vivió largo tiempo en Italia, país donde se casó y tuvo hijos y al que siempre consideró como su segunda patria. Murió en Roma el 5 de julio de 2016.
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