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113 años de Cantinflas, el cómico que encarnó el sentir de un pueblo


Cantinflas es considerado por muchos como “el Charles Chaplin latinoamericano”. Foto: Youtube

Que Cantinflas es el actor cómico más popular de todos los tiempos, es algo que muy pocos discuten. Solo al mencionarlo, inmediatamente viene a la mente su imagen característica: la del “pelao” mexicano, de extracción humilde, ataviado con aquellos pantalones raídos siempre a punto de caer, sujetos con un alfiler o un pedazo de soga, unos zapatos hechos trizas, una franela arrugada, un deteriorado sombrero de paja y un trapo que le colgaba del hombro a modo de gabardina.


Esta indumentaria fue el signo distintivo del humor y de la obra de quien nació en la Ciudad de México el 12 de agosto de 1911, hace 113 años.


Para ayudar a sostener a su muy pobre familia, formada por sus padres y siete hermanos, el joven Mario Moreno Reyes, que así era su verdadero nombre, trabajó de limpiabotas, taxista y boxeador, hasta incorporarse al circo y a una compañía de cómicos ambulantes, donde consagró su mítico personaje y comenzaría su larga trayectoria artística de más de cinco décadas.


En 1930 era ya el cómico más famoso de México y en 1934 conoció a la actriz de origen ruso Valentina Subarev, con quien contrajo matrimonio y tuvo a su único hijo, Mario Arturo. En 1936 hizo su primera película, No te engañes corazón, pero no se consagraría definitivamente como ídolo indiscutible hasta 1940, en la cinta Ahí está el detalle,

considerada uno de sus grandes clásicos.


Le fue tan bien, que a partir de entonces funda su propia compañía productora, Posa Films, donde estelarizó casi cincuenta títulos, todos con récords de recaudación, tanto en México como en el resto de Latinoamérica. Entre los más famosos estuvieron Ni sangre ni harina (1941), El Supersabio (1948), El siete machos (1951), Si yo fuera diputado (1952), El bolero de Raquel (1957), Sube y baja (1959), El padrecito (1965) y Un quijote sin mancha (1969), que estelarizó con la venezolana Lupita Ferrer.


Fuera de su país, alternó con David Niven en la producción estadounidense La vuelta al mundo en ochenta días (1957), que ganó el Oscar a la mejor película y le valió al cómico mexicano un Globo de Oro. Luego haría, también en Hollywood, Pepe (1960), dirigida por George Sidney. El fracaso del filme lo llevó a no volver a probar fortuna fuera de México, hasta que en 1973 hizo en España Don Quijote cabalga de nuevo, con el gran actor español Fernando Fernán Gómez.


También fue destacable su faceta de dirigente gremial. En 1944 entró a formar parte del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica. Su aporte resultó fundamental para la mejora de las condiciones de contratación del personal de los estudios, pues encabezó una huelga, sin precedentes, secundada por otros relevantes astros de la época, como Jorge Negrete y Arturo de Córdova.


Ya avanzados los años cincuenta, sus cintas muestran un cambio: del personaje de la picaresca urbana y popular sólo quedaría un humor basado en el uso reiterativo del lenguaje “cantinflérico”, la habilidad para hablar mucho y no decir aparentemente nada, aunque siempre era portador de juicios y críticas contra la sociedad.


Estuvo a Venezuela varias veces. En 1953, en pleno apogeo de su fama, se presentó en Radio Caracas Televisión y toreó en el Nuevo Circo, haciendo gala del toreo bufo, otra de sus especialidades. Aquí cultivó buenas amistades, entre ellas las de Amador Bendayán, Félix Cardona Moreno, Víctor Saume, Renny Ottolina y Alfredo Sadel.


Otra de  sus visitas la hizo en diciembre de 1969, con motivo del estreno de su película Un Quijote sin mancha, acompañado de la actriz zuliana Lupita Ferrer, la protagonista femenina, entonces residente en México.


Considerado por muchos como “el Charles Chaplin latinoamericano”, Cantinflas heredó de aquel el corazón, sólo que el pelao mexicano, tan pobre como Charlot, a diferencia de éste, no vivía obsesionado por su pobreza y se permitía el lujo de compadecer a los ricachones. El 20 de abril de 1993 murió en Ciudad de México como consecuencia de un cáncer de pulmón.




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