Siempre insistimos, la política reflejada en los medios de comunicación y redes sociales es solo la punta del iceberg, en todo el mundo, pero en Venezuela, por la ingrata suerte de poseer un régimen como el que padecemos y una oposición agotada e infiltrada por el mismo chavismo, todo lo que se presuma noticia hay que escudriñarlo desde varios puntos de vista, pues se dice una cosa y en realidad ocurre otra muy distinta.
¿Qué le urge al chavismo? Reconocimiento. El régimen se desvive por ser reconocido mundialmente, librar sanciones, poder acceder sin restricciones al manejo/control de las riquezas/activos nacionales e ingresar a los mercados/sistemas financieros, sobre todo a los de occidente donde geopolíticamente es su ámbito natural, anhela poder ser objeto de inversiones y financiamientos. Hoy por hoy Venezuela es solo una ficha de potencias extranjeras como Rusia y de regímenes aún más macabros como los de Cuba e Irán, entre otros.
Aprovechando el momento de la asesina invasión rusa a Ucrania, el chavismo sabe que se topó con una oportunidad dorada, el potencial energético de nuestro subsuelo revigoriza su importancia para la región y sabe que puede valerse de esta circunstancial realidad para abrir paso a sus pretensiones. Incluso, el gobierno de USA le ha relajado sanciones en materia petrolera.
Ahora bien, la principal estratagema para encontrarse con su reconocimiento es lo electoral, pero es un gran escollo para el chavismo, entiende que es (por mucho) el gobierno más rechazado de nuestra historia. Si permite cualquier elección sin sus artimañas ilegales e ilegítimas pierde todos los espacios en disputa, pero si los perpetra con éstas no obtendrá ningún reconocimiento… es un dilema para él.
Una “megaelección” la vemos lejana por no brindar los resultados deseables, se arriesgaría a complicar o perder lo que ya posee, a decir; poderes nacionales, gobernaciones y alcaldías. En lugar de consumar una sola elección desafiando lo legal y legítimo, tendría que hacer muchos desafíos (ilegalidades) para poder retenerlos, lo cual complicaría su reconocimiento y podría generar más motivos para engrosar la lista de sanciones… en consecuencia, no vemos lógico ni plausible una presunta megaelección.
¿Un adelanto de las presidenciales? Según nuestro marco jurídico, lo más que pueden adelantarse sería a junio de 2024, convocarlas antes de ese periodo las tildaría de ilegales, ello aunado a las demás arbitrariedades y desafueros tampoco permitirían su reconocimiento, o sea, para el régimen tampoco tendría sentido un adelanto fuera de la ley.
Imaginamos, que el régimen evalúa milimétricamente cada acción, cada día. La estrategia “Venezuela se está arreglando” es muy endeble, la activación del sector comercio por la súbita aparición de liquidez de divisas no es suficiente y trajo otros problemas como el atizamiento de la inflación. Además, el resto de los sectores colapsan, la emigración continúa y la violación a la constitución/democracia se acentúa vertiginosamente. Intenta subir en las encuestas para definir qué camino tomará.
Entonces ¿Por qué se habla de adelanto de elecciones o megaelecciones? Opinamos, porque los aliados del régimen están desesperados, saben que no cuentan con respaldo suficiente para imponerse en unas primarias (sin CNE) y a medida que transcurre el tiempo se complican cada vez más porque se suman a esta iniciativa más figuras externas a la Plataforma Unitaria Democrática. En consecuencia, intentan forzar unas primarias prematuras, amañadas o, mejor aún, lograr imponer un candidato por consenso, ese es el macabro plan.
Esta es la política que tenemos hoy en Venezuela. Todo liderazgo que escape a esta inmundicia, que involucre a la sociedad civil, a los sectores, a acciones desde ya, no para dentro de 2 años, hay que saberlo apreciar.
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