Con el auge de las tecnologías y redes sociales apreciamos tanto en niños como adolescentes unas capacidades y destrezas técnicas que hace 20 años atrás no eran esperadas. Vemos cómo los niños y adolescentes mayormente manejan mejor que los adultos cualquier aparato tecnológico, sin haber realizado ningún tipo de formación, mientras que muchos adultos logran solamente manipular lo básico. Los adolescentes están creciendo en un mundo tecnológico que está generando nuevas y diferentes formas de relacionarse, videos juegos con personas de otros países, sala de reuniones virtuales, acceso inmediato a información. Y ni hablar de la aparición de los youtubers y tiktokers, personajes que principalmente surgieron de las mismas redes sociales y cuentan con miles de seguidores. Estos personajes se están convirtiendo en modelos a seguir, en vez de admirar a Miranda o a Bolívar, siguen a un influencer.
Si bien el surgimiento de las redes sociales tiene ventajas, como lo es en Venezuela donde se utiliza como un medio de información y en ocasiones de organización, no deja de llamar la
atención cómo paulatinamente se han ido acostumbrando a la inmediatez, a lo rimbombante y la limitación. Esto se evidencia en el hecho que hoy en día generalmente se interesan sólo por el tema que está de moda, sea de índole política, de farándula, de tecnología, de salud pero el tema no lo investigan a profundidad porque es suficiente conocer tres datos para quedar bien en cualquier reunión, porque igualmente los interlocutores también manejan sólo tres datos.
Lo que veo con gran inquietud es que los jóvenes están perdiendo la capacidad de aproximarse a un tema para dedicarle tiempo, revisarlo, analizarlo, cuestionarlo, establecer cadenas causales, y lamentablemente se limitan a buscar una respuesta inmediata y además corta, con el hábito adquirido de escribir con menos de 140 caracteres. Esto conlleva a que la lectura de una obra literaria, como pudiese ser un cuento corto, no esté entre sus prioridades ni capacidades. Y ni hablar de la lectura de una obra filosófica. Lamentablemente, esta situación se repite hasta en el área de las ciencias donde cada día los profesores van disminuyendo la complejidad de los problemas y ejercicios para no tener aplazados, pues esto le conllevaría a asumir que es un mal profesor, porque de antemano queda descartada la flojera y dejadez del estudiante como causante de la deficiencia. La exigencia de conocimientos en épocas anteriores pasó a ser una bolsa CLAP de contenidos mínimos. Este panorama nos indica que nuestra vejez será oscura y tenebrosa, pues estos jóvenes serán los responsables de nuestra sociedad durante nuestros últimos años de vida.
El uso de la tecnología y sus consecuencias no son los únicos elementos a tener en cuenta
respecto a los jóvenes. También se le suman los padres, los cuales pasaron a ser cómplices de la disminución y degradación de sus capacidades, pero en este punto no me refiero
exclusivamente al ámbito académico sino al personal y social. Los padres pasaron a ser unos
protectores excesivos de sus hijos, a tal punto que hoy vemos que los adolescentes y jóvenes son incapaces de decidir en cuál universidad estudiar, si es que tienen en mente continuar sus estudios, incapaces de recorrer y trasladarse solos por la ciudad, incapaces en establecer una relación amorosa así sea fugaz, incapaces de manifestar descontento frente a los abusos de las autoridades, como hoy en día pasa en muchos centros universitarios. El ejemplo más dramático de esta situación es que mi colega que dictó un curso del amor en Platón en la Universidad Simón Bolívar preguntó si se habían enamorado, y ninguno de sus alumnos manifestó tener una experiencia amorosa. Lo que nos hace pensar que mienten o son incapaces de establecer una relación afectiva.
Si damos una mirada al pasado, Alejandro Magno con 20 años ya era un gran estratega militar e iniciaba la conquista de Persia para conformar el imperio más grande de la antigüedad. Juana de Arco con menos de 20 años dirigió un gran ejército militar, contribuyendo a la consolidación de Francia. Simón Bolívar antes de los 15 años ya participaba en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua. Y esta lista pudiese ser más larga.
Consideró que son dos los legados que los padres pueden dejarle a sus hijos. Una gran fortuna que les facilite la vida y le limite los problemas, legado que muy pocos pueden dejar. O una formación en el sentido más amplio del término, que implica no sólo el nivel académico sino formarlo como un individuo capaz de pararse frente a la vida y tomar sus propias decisiones, un ser autónomo. Para fraseando a Robert Nozick ser adulto es dejar de ser niño, no necesitar que nuestros padres sigan haciendo el papel de padres y no esperar que el mundo sea un padre simbólico.
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