Emigrar es un paso decisivo que marca un antes y un después en la vida, y por ello requiere de planificación y de una amplia reflexión
Irse definitivamente a otro país, con frecuencia, se encuentra en el medio de la necesidad y el deseo de un futuro mejor, si es que no se trata de huir por supervivencia de alguna catástrofe de la naturaleza, o de una persecución o una confrontación política o bélica. El acto de emigrar para elevar las oportunidades y condiciones de vida, y que implica abandonar el lugar de origen, está lleno de expectativas y posibilidades, pero también de desafíos y riesgos. Habrá ventajas y desventajas, pérdidas y ganancias. Por ello, debemos evaluar las dimensiones emocionales y racionales de la emigración para comprender el proceso que afrontaremos. Es fundamental reconocer las dificultades como probabilidades de crecimiento, y apoyarse en redes sociales y profesionales.
El caso de Juan Carlos
Juan Carlos, un colombiano que emigró a los Estados Unidos, buscó ayuda psicológica tras seis meses en el país. Expresó sentirse perdido, desconectado de su familia, y profundamente inseguro en un entorno que no comprendía. Además, relató experiencias de discriminación que agravaron su sensación de no pertenencia. Su duelo migratorio incluyó síntomas de insomnio, tristeza y pérdida de apetito.
A continuación el diálogo entre Juan Carlos y el psicólogo en una consulta en un centro de salud mental en los Estados Unidos:
Juan: Doctor, no sé qué me pasa o más bien sí... Desde que llegué aquí hace seis meses, siento que estoy atrapado en un mundo que no entiendo. Me levanto sin ganas de hacer nada, extraño a mi familia, y aunque vine buscando un futuro mejor, no me siento feliz. No sé si valió la pena venir.
Psicólogo: Juan, lo que describes es común en personas que han emigrado. Estás enfrentando lo que llamamos el síndrome del emigrante o inmigrante. Es un proceso emocional y psicológico que ocurre cuando dejamos atrás nuestro hogar, nuestras raíces, para adaptarnos a un lugar completamente diferente. Vamos a profundizar un poco más. ¿Qué es lo que más te afecta?
Juan: Todo me parece extraño. El idioma es una barrera enorme. Aunque entiendo y hablo algo el inglés, me siento tonto cada vez que lo hago porque me faltan palabras… Además, la comida no sabe igual, la gente es muy fría… no tengo amigos aquí. Y para colmo, estoy trabajando en algo que no tiene nada que ver con lo que hacía en Colombia. Es como si no perteneciera a este lugar.
Psicólogo: Entiendo Juan. Estás viviendo un choque cultural, una de las primeras etapas del proceso de adaptación. Cuando llegamos a un nuevo país, todo es diferente, desde la forma en que las personas se relacionan, sus costumbres, hasta los nada pequeños detalles como la comida o el clima. Este choque puede generar estrés, ansiedad, y una sensación de desarraigo, lo que puede hacerte dudar de tu decisión.
El hecho de que trabajes en algo distinto también te afecta porque, de alguna manera, sientes que has perdido parte de tu identidad. Tu autoestima puede verse golpeada porque lo que antes hacías bien aquí no tiene el mismo reconocimiento.
Juan: Sí, eso es exactamente lo que siento. Además, he empezado a dormir mal, me cuesta concentrarme, y hasta he perdido el apetito. A veces me pregunto si hubiera sido mejor quedarme en Bogotá.
Psicólogo: Esos síntomas son típicos del duelo migratorio, un proceso que todos los inmigrantes atraviesan en mayor o menor medida. Emigrar implica dejar atrás no solo un lugar físico, sino también a tus seres queridos, tus costumbres, y muchas veces hasta la sensación de seguridad. Es como vivir un duelo, pero en lugar de llorar por la pérdida de una persona, estás enfrentando realmente la pérdida de tu "hogar", en toda la extensión de esa palabra. Sin embargo, quiero que sepas que este proceso tiene varias etapas, y lo que sientes ahora no será permanente. Lo importante es que tomes pasos concretos para manejar esta situación. ¿Qué te parece si trabajamos en eso?
Juan: Claro, doctor, ¿Qué puedo hacer?
Psicólogo: Aquí tienes algunos pasos importantes: Lo primero es que reconectes con tu identidad. Aunque estás en un nuevo país, no tienes que dejar atrás todo lo que eres. Busca mantener tus tradiciones, cocina tus comidas favoritas de siempre, y escucha música de tu tierra. Esto te ayudará a sentirte más conectado contigo mismo. En segundo lugar, aprende lo mejor posible el idioma local. Para ello dedica un tiempo diario a mejorar tu inglés. No tiene que ser perfecto, pero tendrás más confianza al hablarlo, te sentirás más cómodo interactuando con los demás. El tercer paso es crear tu red de apoyo, conectando con la comunidad latina o colombiana en tu área. Muchas personas han pasado por lo mismo que tú, y pueden ofrecerte apoyo y consejos.
Por otro lado, debo expresarte que es normal sentir tristeza, ansiedad o frustración porque hablar de lo que sientes, como lo estás haciendo ahora, es el un paso para sanar.
También es importante establecer metas a corto plazo. En lugar de abrumarte pensando en todo lo que quieres lograr, concéntrate en pequeños avances. Uno sería, aprender una frase nueva en inglés cada día o encontrar un punto de encuentro con tu cultura, como comer en un restaurante o cocinar comida en tu casa porque así fortaleces lo que vamos a llamar tu identidad. Duerme lo suficiente y haz ejercicio. Esto puede parecer básico, pero afecta enormemente tu estado de ánimo…
Juan: Tiene sentido lo que dice. Creo que nunca me había permitido pensar en todo esto. Siempre intenté convencerme de que todo estaba bien y que debía seguir adelante sin más.
Psicólogo: Eso es muy común. Los inmigrantes muchas veces se sienten culpables por quejarse, porque creen que deberían estar agradecidos por las oportunidades que tienen. Pero la realidad es que es normal y humano sentirse agobiado. Este proceso requiere tiempo y paciencia contigo mismo.
Juan: Hay algo más que me cuesta mucho manejar. A veces siento que me tratan diferente aquí, como si no fuera bienvenido. En el trabajo, hay compañeros que se burlan de mi acento, y en la calle he notado miradas o comentarios que me hacen sentir mal. Me siento discriminado, como si nunca fuera a encajar de verdad.
Psicólogo: Lamento que estés viviendo eso, Juan. La discriminación es un problema real y muy doloroso, especialmente para quienes emigran. Cuando te enfrentas a este tipo de actitudes, es común sentirte más vulnerable y dudar de tu propio valor. Pero quiero que recuerdes algo importante: tu identidad, tu experiencia, y lo que aportas a este país son valiosos, independientemente de cómo algunas personas te hagan sentir.
Juan: Lo entiendo, pero me afecta mucho. A veces me dan ganas de no hablar para que no se note mi acento. Siento que nunca voy a ser aceptado.
Psicólogo: Tu reacción es completamente válida. Es natural querer protegerte, pero aislarte o tratar de ocultar quién eres puede hacer que te sientas aún más solo. Una estrategia clave es centrarte en las personas y espacios donde te sientes respetado y valorado. Puedes buscar comunidades latinas o colombianas que te ofrecerán un ambiente donde te sientas comprendido y respaldado. Trabajemos juntos para que encuentres herramientas emocionales —y legales— para manejar estos momentos y afirmarte con orgullo en tu identidad.
Juan: Gracias, doctor. Es bueno escucharlo. Tal vez debería dejar de enfocarme tanto en las personas negativas y buscar lugares donde sí me sienta más cómodo.
Psicólogo: así es, Juan. Rodéate de quienes te apoyen y reconoce el coraje que tienes al enfrentarte a estos desafíos. La discriminación no define quién eres ni tu valor. Recuerda que, poco a poco, podrás encontrar tu lugar aquí y construir una vida con propósito y dignidad. Estoy para ayudarte en ese proceso.
Juan: Gracias, doctor. Voy a intentar seguir sus consejos. Ahora entiendo un poco mejor lo que me está pasando y siento que hay algo que puedo hacer para mejorar.
Psicólogo: Me alegra escuchar eso, Juan. Recuerda que no estás solo en este proceso y que pedir ayuda, como lo has hecho hoy, es un signo de fortaleza. Estoy a tu disposición para acompañarte en este camino. Nos veremos la próxima semana para evaluar cómo te sientes y ajustar el plan según sea necesario.
Juan: Gracias, doctor. . Me da fuerzas saber que no tengo que enfrentar esto solo. Ahora siento que hay esperanza. Nos vemos la próxima semana.
Psicólogo: Claro que sí, Juan. Esto es solo el comienzo de una etapa llena de posibilidades. ¡Nos vemos!
Entre la esperanza y el desafío
Veamos en pocas palabras que representaría emigrar a otros países, y cuales serían los pro y los contras.
Las ventajas de emigrar
Oportunidades económicas y profesionales: Emigrar a un país con mayor desarrollo económico, político y social, generalmente significar el acceso a mejores salarios, empleos más estables, y oportunidades de crecimiento profesional. Esto es especialmente atractivo para quienes buscan mejorar su calidad de vida y la de su familia.
Crecimiento personal y cultural: vivir en un nuevo país ofrece una inmersión en una cultura diferente, lo que enriquece la perspectiva del inmigrante. Se desarrollan habilidades de adaptación, resiliencia, y se fomenta una mentalidad más abierta.
Educación y salud: Un sinnúmero de personas emigran buscando mejores sistemas educativos o de salud, que no solo benefician al inmigrante, sino también a las generaciones futuras.
Seguridad y libertad: Para quienes emigran desde contextos de violencia, opresión o crisis política, la migración puede ser una vía para garantizar su seguridad y libertad.
Desventajas y problemas asociados
El luto migratorio: Emigrar supone dejar atrás a la familia, un hogar, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, cultura, gastronomía, tradiciones y seguridad particular e íntima. Esto genera un duelo que puede ser complicado, ya que la persona no solo pierde su entorno físico, sino también disminuye su identidad personal y cultural.
Discriminación: Adaptarse a otra cultura, un nuevo idioma, costumbres, y dinámicas sociales es difícil. Además, enfrentarse a la xenofobia o hasta el racismo es una experiencia común aun para muchos inmigrantes en el nuevo país.
Incertidumbre Económica y Laboral: Aunque el país de destino ofrezca oportunidades, los inmigrantes suelen enfrentarse a empleos precarios, sobre calificación, o dificultades para validar sus credenciales profesionales.
Desarraigo y Soledad: La distancia de los seres queridos puede llevar a un sentimiento de aislamiento, especialmente en los primeros años. Esta soledad puede derivar en problemas emocionales como ansiedad o depresión.
Problemas Emocionales y Racionales
El "Síndrome del inmigrante": originalmente conocido también como el "síndrome de Ulises", describe el estrés crónico y las dificultades psicológicas que enfrentan quienes se ven forzados a emigrar en condiciones adversas. Los síntomas incluyen: Tristeza persistente, insomnio o dificultades para dormir, problemas de concentración y sentimientos de fracaso o inutilidad, aunque no todos los emigrantes desarrollan este síndrome, el riesgo aumenta en personas con casos de migración forzada o de supervivencia.
Lo que el inmigrante pierde y gana
Pérdidas: Ausencia de la familia y amigos, sentido de pertenencia, estabilidad emocional. Sensación de una identidad cultural diluida, adaptación lenta al nuevo entorno. Incremento de la nostalgia que puede perdurar. Carencia del contacto pleno con las raíces, de la gastronomía típica, junto a la carencia de compartir las tradiciones. Igualmente disminuye y en ocasiones desaparece la sensación de seguridad particular e íntima.
En una segunda entrevista al psicólogo, Juan Carlos le preguntó:
—Doctor ¿Por qué importa mantener las comidas de mi país?
El psicólogo le explicó:
—La merma de la comida del país de origen afecta profundamente al inmigrante porque la comida no es solo alimento, sino un vínculo emocional y cultural. A través de los sabores, aromas y texturas, de acuerdo a la neurogastronomía, se activan en el cerebro conexiones con recuerdos significativos y momentos de pertenencia vividos en el entorno familiar o cultural. Esto refuerza la identidad personal y cultural, funcionando como un ancla emocional que ayuda al inmigrante a mantenerse conectado con sus raíces y a reafirmar quién es en un contexto de cambio y adaptación.
Ganancias al emigrar
Poco a poco la situación económica mejora y con ello la calidad de vida. También, en algún momento se dan los rencuentros familiares o surgen nuevas familias. La integración cultural avanza. Con los hijos en las clases, estos se integran rápidamente a la nueva realidad y en general absorben el idioma local. Incluso, buena parte de ellos, tienen es problemas con el idioma materno. Estos niños, a través del estudio seguramente progresarán y sus padres sentirán que uno de sus objetivos o propósitos se cumplió, como haberles dado un futuro superior a sus pequeños, ya adultos.
En el tiempo aparecen nuevas conexiones sociales, dominio del idioma, crecimiento laboral, comercial o profesional. En su conjunto las nuevas familias ya constituidas rescatan los valores del origen. La gastronomía de origen reaparece en casa. Se aceptan las tradiciones del nuevo país junto a las propias y aparecen recuerdos de la nueva realidad. Todo esto va conformando una identidad binacional y se recupera cada vez más la seguridad personal, a la par de la aceptación social.
Recomendaciones para quien desea emigrar
La decisión de emigrar a otro país no solo implica evaluar factores económicos o sociales, sino también considerar cómo las creencias, las religiones y el contexto político del país de destino pueden influir en la experiencia del inmigrante. Estas dimensiones son fundamentales para garantizar la armonía personal y evitar conflictos que puedan surgir debido a diferencias culturales o ideológicas.
Evaluación de las Creencias Culturales
Cada país tiene valores y normas sociales que pueden influir en la experiencia del inmigrante. Por eso debes Investigar si los valores predominantes del país son compatibles con tus convicciones. Algunas culturas valoran la colectividad, mientras que otras priorizan el individualismo. Algunas naciones son más abiertas a las diferencias de creencias y pensamientos, mientras que otras pueden ser menos tolerantes con quienes no se ajusten a sus normas tradicionales.
Familiarízate con las tradiciones y comportamientos esperados en la vida diaria en la nueva sociedad.
La religión juega un papel importante en muchos países y puede ser tanto un puente como una barrera para la integración. Para evitar problemas relacionados con la fe, analiza si el país garantiza la libertad de culto. Algunas naciones tienen sistemas más seculares, mientras que otros pueden estar profundamente influenciados por una religión oficial. Si practicas una religión específica, verifica si el país al que te quieres ir tiene comunidades que comparten tu fe, o si existen prohibiciones o discriminación hacia tus creencias. Puede darse el caso de que tengan leyes estrictas relacionadas con la religión, como la prohibición de ciertos símbolos religiosos en público o restricciones sobre prácticas religiosas, o cómo vestir.
El sistema político de un país puede tener un impacto significativo en la vida de los inmigrantes, ya que determina las políticas migratorias, la estabilidad social y las libertades individuales. Al emigrar a un país con conflictos internos, o regímenes autoritarios pones en riesgo tu seguridad y bienestar. Infórmate si el país tiene políticas inclusivas o restrictivas hacia los inmigrantes. Algunos ofrecen rutas claras hacia la ciudadanía o la residencia permanente, mientras que otros imponen muchas limitaciones. Evalúa el respeto del país por los derechos humanos, como la libertad de expresión, la igualdad de género y la protección de minorías. Si tienes fuertes convicciones políticas, considera si el país de destino tiene un sistema político que se alinee con tus ideales o si serás capaz de expresarte sin temor a represalias.
Un entorno político estable suele estar relacionado con una economía sólida, lo que beneficia la integración laboral y social. Consulta los informes de organismos internacionales como Amnistía Internacional o Freedom House para evaluar la libertad religiosa y política del país. Conectar con personas afines que ya viven en el país de destino puede darte una visión realista sobre las creencias predominantes, las prácticas religiosas y el clima político.
Elegir un entorno que respete tus valores y convicciones personales no solo facilita la adaptación, sino que también contribuye a tu bienestar emocional y social. Planificar cuidadosamente y evaluar estos factores te ayudará a construir una vida plena y armoniosa en lo que será tu nuevo hogar.
¿Con la familia?
La decisión de emigrar con o sin la familia es compleja y depende de múltiples factores emocionales, económicos, legales y prácticos. Ambas opciones tienen ventajas y desventajas que deben ser cuidadosamente evaluadas según la situación específica de cada persona o familia. La presencia de los seres queridos proporciona un soporte emocional importante, reduciendo la soledad y facilitando la adaptación a un nuevo entorno y suele fortalecer los lazos familiares al enfrentar juntos los desafíos. Las familias tienden a crear vínculos con mayor rapidez, especialmente si hay niños que interactúan en la escuela o con vecinos, y experimentan menos estrés al tener a ambos padres o tutores presentes, lo que crea un entorno más seguro y predecible. Además, mantener a la familia unida reduce el riesgo de que las relaciones se enfríen o se pierda contacto con el tiempo, debido a la distancia, aunque las redes sociales coadyuvan definitivamente para mantener los lazos afectivos.
¿Sin familia?
Por el otro lado, emigrar con la familia implica un gasto inicial más alto en términos de transporte, vivienda y manutención. Es posible que el salario inicial no sea suficiente para cubrir las necesidades de todos. Cada miembro de la familia puede adaptarse a un ritmo diferente, lo que puede generar tensiones internas. Si el país de destino no ofrece servicios de apoyo o un entorno amigable, la presión sobre el proveedor principal de la familia puede ser considerable. Los niños pueden enfrentar barreras lingüísticas y culturales en la escuela, lo que podría afectar su integración inicial. Emigrar solo permite al inmigrante concentrarse en encontrar estabilidad laboral y económica antes de asumir responsabilidades adicionales. Una persona sola puede ser más flexible para mudarse, cambiar de trabajo o adaptarse a las condiciones del país de destino.
Al establecerse primero, el inmigrante puede preparar un entorno más estable para recibir a la familia en el futuro. Gestionar permisos de residencia o visas para un solo individuo puede ser más rápido y sencillo que hacerlo para toda la familia.
El dilema
La ausencia de la familia del que emigra genera, como hemos señalado, sentimientos de nostalgia, soledad y ansiedad y los seres queridos que quedan en el país de origen, especialmente los hijos, pueden sentir abandono o una desconexión emocional con el tiempo. Una vez que el inmigrante se establece, los trámites para traer a la familia pueden ser complicados, costosos y prolongados.
Tener que mantener contacto a distancia, enviar dinero y cumplir con las expectativas de la familia en el país de origen puede ser una carga emocional significativa.
¿Qué decidir?
¿Es posible mantener económicamente a la familia desde el inicio o sería mejor esperar a tener un ingreso suficiente?...
Si los hijos son pequeños, podrían adaptarse más fácilmente al cambio. No obstante, los adolescentes podrían tener más dificultades debido a sus vínculos sociales y educativos en su país de origen. Si hay familiares o amigos en el país de destino, emigrar con la familia puede ser más factible al contar con ayuda adicional. Algunos países facilitan la reunificación familiar, mientras que otros imponen restricciones severas.
Si el objetivo es quedarse de manera permanente, emigrar con la familia puede ser lo más adecuado. Si se planea regresar al país de origen, emigrar solo sería la opción más viable.
No hay una respuesta universal a la pregunta de si se debe emigrar con o sin la familia. La decisión depende de las circunstancias particulares, y de una planificación cuidadosa que considere los factores mencionados.
Emigrar con la familia suele ser la mejor opción si existe estabilidad económica, una red de apoyo en el destino y la posibilidad de adaptación conjunta.
Emigrar sin la familia inicialmente sería la más viable si se necesita tiempo para establecer una base sólida antes de asumir responsabilidades adicionales.
Sea cual sea su decisión, lo más importante es mantener una comunicación constante, planificar con realismo, y buscar apoyo emocional y profesional cuando sea necesario. La migración es un proceso lleno de retos, pero también de oportunidades para el crecimiento personal y familiar.
Aspectos Legales
Los requisitos legales pueden variar drásticamente entre países y determinarán tu capacidad para residir y trabajar legalmente. Asegúrate de entender las opciones de visado y de permisos. Investiga qué tipos de visas están disponibles, como las de trabajo, estudio, reunificación familiar o inversión. Cada una tiene requisitos específicos que debes cumplir.
Asegúrate de que tus documentos, como títulos educativos y certificaciones profesionales, sean reconocidos en el país de destino. Algunos países exigen procesos de homologación que pueden ser largos y costosos.
Familiarízate con las leyes relacionadas con el estatus migratorio, la renovación de visas y las consecuencias de no cumplir con los requisitos legales. Algunos países tienen tratados o acuerdos migratorios con tu nación de origen que pueden facilitar el proceso de migración. Aprende sobre tus derechos legales como inmigrante, incluyendo acceso a la justicia, a la protección laboral y a la asistencia médica.
Lleva a cabo una evaluación de ti mismo. Antes de tomar la decisión final, reflexiona sobre tus propias circunstancias, tu propósito de vida y tus metas.
Emigrar es un acto valiente que requiere preparación y una planificación cuidadosa. Seleccionar el país adecuado depende de múltiples factores, desde la compatibilidad cultural hasta las oportunidades legales y sociales que ofrezca. Al tomarte el tiempo para investigar y planificar, aumentarás tus posibilidades de éxito y garantizarás una transición más llevadera hacia tu nueva vida.
Es vital la resiliencia
Emigrar exitosamente requiere una resiliencia profunda, que implica la capacidad de adaptarse positivamente a los cambios, superar las adversidades y reconstruirse emocionalmente en un nuevo contexto. Este proceso demanda enfrentar la incertidumbre, la nostalgia y los desafíos prácticos con flexibilidad y determinación. La resiliencia no solo permite afrontar las dificultades iniciales, como la barrera del idioma, el desarraigo o las diferencias culturales, sino también transformar estas experiencias en oportunidades de crecimiento personal. Mantener una perspectiva optimista y conectarse con la propia identidad y valores son estrategias claves para fortalecer la resiliencia y prosperar en el proceso migratorio.
Ser inmigrante requiere valentía, adaptabilidad y, sobre todo, resiliencia. Recuerda que cada desafío que enfrentes es una oportunidad para crecer y descubrir tu fortaleza interior. Mantén tus metas claras, confía en tus capacidades y no temas buscar apoyo cuando lo necesites. Desde aquí, si es tu caso, te deseamos éxito en esta nueva etapa de tu vida; que cada paso te acerque a tus sueños y te permita construir un futuro lleno de bienestar y satisfacción. Si deseas profundizar sobre el tema o consultarnos, puede escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Sobre la Resiliencia hablaremos a fondo en una próxima entrega. Que la Divina Providencia del Universo no acompañe a todos.
María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos
(Autores de “Maestría de la Felicidad”, “Que Cosas y Cambios Tiene la Vida” y de “¿Quién es el Universo?”)
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