top of page

¿Cuántos tú hay dentro de ti?

Todos tenemos máscaras, aunque detrás de ella hay una verdad oculta que rara vez mostramos de nuestra auténtica intimidad

¿Quién crees ser?

 

Esta pregunta que a veces te haces, que a primera vista parece existencial, es en realidad una interrogante psicológica de primer orden. Desde nuestra experiencia clínica, podemos afirmar que la identidad no es un concepto unívoco ni estático. Más bien, se trata de una construcción dinámica, compleja, cambiante y muchas veces contradictoria, porque no somos uno, somos muchos a la vez. De forma general podemos señalar que la identidad es el concepto que una persona tiene de sí misma. Mientras que la personalidad es el comportamiento que muestra una persona que define como piensa, siente y actúa, en diferentes situaciones o circunstancias.

Cada uno tiene una narrativa interna, una historia que se cuenta a sí misma sobre quién es, qué valora, de dónde viene y hacia dónde va. Esta narrativa se construye a lo largo del tiempo, influenciada por la infancia, las experiencias de vida, las relaciones significativas, la cultura, la educación y el entorno. Pero esa “voz interior” que nos dice quién somos, ¿es objetiva?... No necesariamente. Muchas veces es una mezcla entre lo que realmente sentimos, lo que hemos aprendido a decirnos, y lo que creemos que deberíamos ser.

Es decir, lo que creemos ser puede no coincidir con lo que somos, ni mucho menos con lo que proyectamos o lo que otros ven en nosotros. La identidad dice quién eres. La personalidad define cómo eres.

 

¿Cómo piensas que eres para tu familia?

 

Este es un punto clave. Dentro de la familia, no siempre somos quienes pensamos ser. Podemos ser “el buen hijo”, “la rebelde”, “el gracioso”, “la responsable”, “la sabia de la abuela” o incluso “la oveja negra”. Pero atención, esa imagen no solo se forma por lo que hacemos, sino también por el papel que esperan los otros que cumplamos. Sin darnos cuenta, muchas veces nos acomodamos a ese guion para que todo funcione y no se rompa el equilibrio familiar.

El problema aparece cuando ese papel que jugamos no cuadra con lo que realmente sentimos que somos. Ahí se generan choques internos. Queremos ser nosotros mismos, pero nos sentimos atrapados en lo que los demás ven o esperan. Y eso, con el tiempo, puede traer frustración, dudas y hasta conflictos con quienes más queremos.

 

¿Qué caras mostramos con los amigos y compañeros de trabajo?

 

Con los amigos solemos mostrar una versión más relajada de nosotros mismos, pero incluso allí hay matices. Podemos ser el gracioso del grupo, el confidente, el organizador de planes, el que escucha o el que aconseja, o el callado. No siempre es la misma cara con todos los amigos.

En el trabajo, en cambio, solemos actuar con mayor contención emocional. Nos ajustamos a normas sociales, a jerarquías, a culturas organizacionales. La imagen que mostramos a nuestros compañeros de trabajo muchas veces está diseñada para ser aceptada, para lograr objetivos, para encajar. Esto no es falsedad, sino una adaptación.

 

¿Coincide lo que exteriorizamos con lo que realmente somos?

Aquí es donde entra la pregunta esencial: ¿cuánto de lo que mostramos a los demás coincide con nuestra esencia? En muchos casos, sí hay coincidencias. Pero también hay distorsiones. No porque queramos engañar, sino porque todos, de alguna forma, construimos máscaras. Algunas son conscientes. Otras, inconscientes. Estas máscaras nos protegen, nos dan un rol social, nos ayudan a sobrevivir emocionalmente. Pero si usamos tantas máscaras que olvidamos el rostro real que hay debajo, entonces caemos en lo que Carl Jung llamó la identificación con la persona, es decir, confundir el personaje social con quien en propiamente eres.

 

¿Cómo nos mostramos al ser querido?

 

El amor íntimo, el de pareja, abre un espacio especial. Allí ¿buscamos mostrarnos tal cual somos… o tal como creemos que el otro desea que seamos? Esto último es muy común. Adoptamos gestos, actitudes, opiniones, hasta hobbies que quizás no nos definen, pero creemos que agradarán o reforzarán el vínculo con la otra persona.

Sin embargo, en una relación auténtica, el verdadero desafío es mostrarse sin adornos, sin máscaras, sin estrategias. Ser, simplemente, uno mismo. Y esa es una tarea difícil porque implica vulnerabilidad, exposición y riesgo. A veces, incluso, decepcionar al otro.

 

¿Cuántos “tú” existen?

 

Desde la psicología, podríamos decir que existen múltiples “tú”: lo que quiero ser, lo que soy, o como creo que soy y como creo que los demás me ven. A esto se suma el “tu virtual” de las redes sociales. Cada uno cumple una función psicológica: nos orienta, nos regula, nos permite convivir en sociedad. El problema nace cuando hay una brecha muy grande entre estas distintas “formas de ser, lo que puede generar ansiedad, disonancia cognitiva, insatisfacción o incluso depresión.

 

¿Una persona puede ser distinta según con quién esté?

 

Absolutamente sí. Y eso no significa ser hipócrita. Significa ser humano. Nos ajustamos de forma natural a los códigos del contexto o de la empatía. No hablamos igual con nuestros padres que con nuestros amigos, ni con un jefe que con nuestra pareja, ni con un hijo que con un desconocido.

Ese “ajuste de rol” es una herramienta psicológica de supervivencia y adaptación social. El riesgo aparece cuando perdemos el centro y nos adaptamos tanto que dejamos de reconocernos a nosotros mismos.

 

¿Quiénes somos en las redes sociales?

Las redes sociales han traído un nuevo escenario donde construimos identidades casi a la carta. Allí podemos ser influencers, pensadores, artistas, líderes de opinión, o simplemente mostrar una vida idealizada. ¿Somos nosotros mismos o lo que queremos proyectar o ser? En la mayoría de los casos, somos una versión editada, retocada, mejorada, que responde más al deseo de reconocimiento que a la verdad.

No es que estemos mintiendo, pero sí seleccionamos cuidadosamente qué exponemos. Mostramos lo que encaja con una imagen deseada. Esta dinámica, si se sostiene mucho tiempo, puede desconectarnos de nuestro yo real y crear una identidad virtual difícil de mantener emocionalmente.

 

¿Quiénes somos real y auténticamente?

 

Esta es la pregunta vital, la más difícil y a la vez la más reveladora. Somos lo que hacemos cuando nadie nos observa, lo que pensamos cuando no hay juicio externo, o lo que sentimos sin filtros ni correcciones. Somos, quizás, una suma de todas nuestras identidades y personalidades, pero nuestra naturaleza aparece cuando no hay necesidad de agradar, complacer o protegernos. irrumpe cuando conectamos con nuestra particularidad, con nuestros valores, con nuestro propósito.

En nuestra práctica como psicólogos hemos visto que esa auténtica forma de ser no siempre es clara, ni fija. Se construye, se descubre, se redefine con el tiempo. Es más, un camino que una meta.

No somos una sola persona. Somos múltiples versiones de nosotros mismos. Algunas conscientes, otras automáticas. Algunas coherentes, otras contradictorias. Pero en esa multiplicidad no hay error, sino riqueza humana. La clave está en ser conscientes de nuestras distintas caras y, sobre todo, no perder de vista ese núcleo íntimo, vulnerable y verdadero que nos hace ser quienes realmente somos.

 

¿Todos los seres humanos guardamos un rincón secreto?

¿Existe una parte de nosotros que jamás compartimos, ni siquiera con quienes más amamos o confiamos? Desde la psicología la respuesta es: sí. Tenemos un lugar íntimo y puede ser positivo o negativo. Es parte de nuestra condición humana. Todos, en mayor o menor grado, tenemos un espacio interno que permanece en silencio ante otros. Un lugar, invisible, personal. A veces ni siquiera lo comprendemos del todo nosotros mismos. Pero sabemos que está ahí.

 

El “sitio secreto”: ¿Mito o realidad?

 

Desde Freud hasta Jung, desde la psicología cognitiva hasta la neurociencia actual, se ha hablado de las capas profundas de la mente. Deseos inconscientes, pensamientos reprimidos, recuerdos silenciados, fantasías inconfesables, miedos que ni nosotros mismos queremos explorar. Esta parte oculta no es necesariamente oscura, pero sí está protegida. ¿Por qué? Porque representa lo más vulnerable de nuestra identidad. Aquello que podría ser juzgado, malinterpretado, rechazado o que revele nuestras estrategias personales ante los demás: nuestros seres amados, familiares queridos, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, redes sociales, y también para afrontar dificultades, situaciones o escenarios.

No se trata solamente de secretos. A veces, lo que escondemos es algo hermoso pero frágil, un sueño que no nos atrevimos a cumplir, una parte de nuestra personalidad que no encaja con lo que esperan de nosotros, una emoción intensa que nunca fue compartida. Otras veces, es un aspecto contradictorio como alguien que es profundamente generoso pero que en su interior guarda una rabia no expresada, o una persona admirada que se siente, en su rincón más íntimo, como un impostor. O errores cometidos en el pasado que generan dolor…

 

El silencio como mecanismo de protección

 

Muchos de nuestros silencios interiores tienen una función psicológica: protegernos. Resguardarnos del juicio externo, del dolor, de la desilusión, o de la pérdida de amor y aceptación. No hablar de ciertas cosas no siempre es sinónimo de represión. A veces es simplemente una forma de cuidar lo que somos, de mantener algo sagrado en nuestro interior. Todos necesitamos un lugar donde podamos ser sin tener que explicar.

Hay personas que se muestran abiertas, espontáneas, hasta radicalmente transparentes. Pero incluso en ellas, suele haber algo que no dicen. Algo que queda reservado. Un rincón de una conciencia que es solo suya. Y está bien que así sea. La salud mental no se define por decirlo todo, sino por saber qué decir, a quién, cuándo y cómo. Y también por aceptar que hay cosas que solo nos pertenecen a nosotros. Rara vez contamos que hablas con tu propia conciencia o con Dios o la Divina Providencia del Universo.

 

¿Por qué no lo decimos?

Existen muchas razones por las que una persona mantiene silencio sobre parte de su identidad reservada. Una es el miedo al rechazo ya que lo que pensamos o sentimos podría no ser aceptado por los demás. Por vergüenza, dado que algunas ideas o emociones pueden parecer “indignas” o inadecuadas socialmente. Por autoprotección, en virtud de que revelar ciertas verdades internas puede hacer que nos sintamos expuestos o vulnerables. Por complejidad emocional, porque a veces no encontramos las palabras correctas para explicar lo que sentimos, por una identidad contradictoria. Podemos tener aspectos internos que entran en conflicto con la imagen que damos o con nuestros valores declarados.

 

¿Qué pasa con ese “tú” que es secreto?

 

Esa identidad que guardamos en absoluta intimidad puede acompañarnos toda la vida. Puede evolucionar, cambiar, ampliarse… o quedarse ahí, como una pequeña cápsula del tiempo emocional. En algunos casos, no expresarlo puede generar una carga de ansiedad, insatisfacción, o sensación de desconexión. En otros, puede convertirse en una fuente de poder interno, en un refugio. Todo depende de cómo lo gestionamos emocionalmente.

Muchos pacientes en consulta han dicho alguna vez: "Esto nunca lo he dicho antes".Y en ese instante, algo profundo ocurre. Se suelta una cadena. Se respira más libre. Pero incluso después de años, puede haber cosas que ni siquiera allí se dicen. Porque simplemente, no se pueden… o no se quieren decir.

 

¿Podemos conocer totalmente a alguien?

 

Esta es una de las grandes preguntas existenciales. ¿Podemos conocer plenamente a otro ser humano? La respuesta es probablemente no. Podemos conocer muchas capas, compartir intimidad, abrir el corazón. Pero siempre quedará algo que es solo del cada persona. Un espacio privado, que no puede, o no quiere, ser compartido. Y eso no debería ser motivo de angustia. Más bien, es parte de la belleza de la individualidad.

 

¿Qué revela esto sobre nuestra verdadera identidad?

 

Revela que la identidad no es un todo único y visible. Es una estructura compleja, a veces contradictoria, formada por lo que mostramos, lo que callamos, lo que soñamos y lo que tememos. Lo que los demás ven… y lo que jamás verán. Nuestra autenticidad no se mide por decirlo todo, sino por vivir en coherencia con lo que sentimos, incluso si parte de eso permanece en secreto.

Todos los seres humanos guardamos un mínimo o quizás un gran porcentaje de nuestra vida en absoluta reserva. Es una parte consciente que no se revela, ni siquiera a nuestros seres más cercanos. Es lo que no se escribe en las redes sociales, lo que no se cuenta en terapia, lo que no se susurra al oído de quien más amamos. Ese “yo” silencioso es parte de lo que somos. No por miedo ni hipocresía, sino porque hay cosas que simplemente son nuestras. Y quizás, en ese misterio, reside una parte fundamental de nuestra humanidad.

 

El caso de Yolanda

 

Yolanda es una mujer de 32 años que acude a la consulta con una psicóloga porque piensa que le cuesta ser sincera con los demás, porque refleja distintas identidades y diferentes comportamientos, y esto le ocasiona problemas en su vida cuando interacciona con las otras personas y consigo misma.

Psicóloga: Buenas tardes, Yolanda. ¿Cómo te sientes hoy? ¿En qué te gustaría que trabajáramos en esta sesión?

Yolanda: Hola... la verdad me siento muy angustiada. Últimamente he estado pensando que soy como muchas personas en una sola, y eso me está afectando. Siento que me comporto distinto en el trabajo, con mis amigos, con mi familia, en las redes sociales... ¡hasta creo que tengo una identidad interna que nunca le he mostrado a nadie! Y... me da miedo. Pienso que ni siquiera la persona que amo conoce quién soy de verdad. Me pregunto si debería contarle todo lo que me callo, pero me aterra que no me entienda.

Psicóloga: Entiendo, Laura. Suena realmente angustiante sentirte fragmentada en diferentes versiones de ti misma. Debe ser agotador tener que cambiar de “máscara” según con quién estés, y especialmente asusta pensar que nadie te conoce por completo, ni siquiera tu pareja. Quiero que sepas que aquí podemos explorar eso con calma. ¿Te parece bien si me cuentas un poco más sobre esas distintas facetas que mencionas? Por ejemplo, ¿en qué se diferencia la Laura del trabajo de la Laura con amigos o con tu familia?

Yolanda: Bueno... en el trabajo soy muy distinta. Allí soy súper segura, profesional, seria. Me muestro siempre competente y confiada, aunque por dentro a veces dude de mí misma. Con mis amigos, en cambio, soy más relajada, incluso hago bromas y actúo un poco alocadamente para hacerlos reír, aunque a veces no tenga ganas de reírme. Con mi familia... siento que soy otra persona distinta. Con ellos me porto como la hija perfecta: dócil, cariñosa, sin mostrar enojo ni tristeza, porque en mi familia no solemos hablar de emociones negativas. Y en las redes sociales... publico solo cosas positivas, fotos donde salgo feliz, exitosa, como si mi vida fuera perfecta. ¿Sabes?, la gente piensa que soy muy feliz y extrovertida. Pero la verdad es que dentro de mí a veces me siento muy diferente a todo eso. Hay una Laura interna, más vulnerable, más dudosa, que casi nadie conoce. Y siento que esa es mi verdadera identidad, pero... ¡nunca la muestro! Ni siquiera a mi novio.

Psicóloga: Te escucho y me imagino lo difícil que debe ser llevar esa carga. Por un lado, nos cuentas que en cada contexto te adaptas y muestras lo que crees que se espera de ti, como es la seguridad, el buen humor, perfección, felicidad... Y por otro lado, hay una parte tuya muy genuina que sientes que mantienes oculta. Es comprensible que te angustie pensar que nadie conoce esa parte auténtica de ti. Muchas personas mostramos distintas facetas según el contexto –es normal adaptarse un poco– pero en tu caso parece que sientes que esas facetas son muy distintas entre sí, casi como si fueras varias personas. Y eso te hace preguntarte quién eres realmente…

Yolanda: Sí, exactamente. A veces me miro al espejo y pienso: "¿Quién eres realmente Yolanda? ¿Eres la ejecutiva segura? ¿La amiga divertida? ¿La hija ejemplar? ¿O ninguna de esas?" Siento que me pierdo a mí misma cumpliendo expectativas de los demás. Y la peor parte es con mi pareja... Llevamos casi dos años juntos y lo amo, pero tengo pánico de que él en realidad no ame a la verdadera Laura, porque nunca se la he mostrado. Él ama a la Laura que le presenté, siempre fuerte, optimista, independiente. Y claro que soy así en parte, pero no siempre. Tengo miedos, inseguridades, tristezas... y los oculto. Tengo terror de que si le muestro esas partes, se decepcione o deje de quererme.

Psicóloga: Debe ser aterrador pensar que la persona que amas podría no aceptarte completamente. Quiero remarcar algo que dijiste: "Él ama a la Laura que le presenté." Sientes como si hubieras construido un personaje para él, ¿no? Como si solo le permitieras ver tus lados “buenos” o agradables, y ocultas tus lados más vulnerables. Eso suena muy solitario, Laura, tener que esconder una parte tan grande de ti misma.

Yolanda: Sí... es muy solitario. A veces, cuando estoy con él y me siento triste por dentro, en lugar de decírselo, sonrío y finjo que todo está bien. Luego, cuando estoy sola, tal vez me quiebro y lloro, pero a escondidas. Él ni se entera de esos momentos. Y entonces me siento aún peor, porque pienso: "Ni siquiera la persona con quien comparto mi vida sabe lo que realmente me pasa." Es triste, ¿no?

Psicóloga: Es muy triste y doloroso, sí. Me conmueve escucharte decir esto. (La psicóloga inclina ligeramente la cabeza, mostrando empatía). Se nota que estás cansada de fingir y de guardar esas emociones para ti sola. Quiero preguntarte, Yolanda, ¿qué crees que pasaría si trataras de mostrarle a tu pareja esa Yolanda interna, más vulnerable? ¿Qué es lo peor que imaginas que podría suceder?

Yolanda: (Suspira, pensativa) Lo peor... Pienso que tal vez no me entendería. Que diga "esta no es la mujer de la que me enamoré". Tengo miedo de que si descubre que no soy tan fuerte o feliz como aparento, se desilusione. Que tal vez se aleje, o que nuestra relación cambie para mal. Supongo que en el fondo tengo miedo de que me deje de amar si ve todo lo que soy.

Psicóloga: (Asiente con calidez) Entiendo ese miedo, es muy poderoso. Temes el rechazo, temes la pérdida del amor de tu pareja. Es completamente comprensible sentirse así. Al mismo tiempo, me pregunto, ¿has tenido alguna señal real de que él reaccionaría de esa manera tan negativa? Quiero decir, hasta ahora, ¿qué sabes de cómo él podría manejar que le muestres tus inseguridades o tristezas? ¿Hay algo que él haya dicho o hecho que te haga pensar que no te aceptaría?

Yolanda: En realidad, él nunca me ha dado razones para pensar que me rechazaría... Al contrario, es muy amoroso conmigo. Siempre me dice frases como "te quiero tal como eres". Pero cuando me dice eso, en mi cabeza pienso: "Si supieras realmente cómo soy, quizá no dirías lo mismo." Es más una idea mía, ¿no? Soy yo la que no cree que me puedan querer con mis defectos o debilidades. Supongo que viene de antes...

Psicóloga: Parece que esa duda viene más de ti misma que de algo que él haya hecho. Dices que no crees que te puedan querer con tus “defectos”. Me pregunto, Laura, ¿de dónde aprendiste eso? ¿Siempre has sentido que tenías que ser perfecta para ser querida?

Yolanda: (Se queda un momento en silencio, reflexionando). Creo que sí... desde chica. En mi familia, como te decía, siempre me exigían mucho. Si sacaba buenas notas, me daban cariño, y si no, me hacían sentir que había fallado. Aprendí que para ser aceptada tenía que cumplir expectativas y no mostrar flaquezas. Recuerdo que cuando me sentía triste de adolescente, me decían "no llores, sé fuerte". Así que aprendí a ponerme una coraza. Y con el tiempo esa coraza se volvió varias máscaras que uso con cada persona.

Psicóloga: Eso tiene mucho sentido. Aprendiste a adaptarte para ganar aceptación y evitar críticas o rechazo. Te volviste muy hábil en ser lo que los demás esperaban de ti. (Sonríe con empatía) Esa habilidad te ha servido para muchas cosas, pero ahora te está causando dolor, porque sientes que te traicionas a ti misma, ¿verdad?

Yolanda: Sí... (Laura baja la mirada). Siento que traiciono a la verdadera Laura cada vez que oculto lo que siento o pienso de verdad, solo para caer bien o no causar problemas. Y ya no quiero seguir así. Me doy cuenta de que me siento vacía a veces, porque nadie conoce realmente quién soy. Ni yo misma estoy segura... A veces pienso: "¿Y si me quito todas estas máscaras, qué queda? ¿Quién queda?" Me da miedo no encontrar nada debajo, o no gustarme a mí misma.

Psicóloga: (Suavemente) Escucho mucho dolor y miedo en lo que dices. Miedo a no ser suficiente siendo tú misma. Miedo a no gustarte a ti misma sin esas máscaras, o a que otros no te quieran. Es una cuestión muy profunda de identidad y autoestima. Pero algo muy importante es que me estás diciendo que ya no quieres seguir así. Una parte de ti anhela ser auténtica, mostrarse tal cual es. ¿Es así?...

Yolanda: (Asiente lentamente) Sí... hay una parte de mí que está harta de actuar. Quisiera solo poder ser yo, sin más. En especial con mi pareja, que es la persona más importante para mí ahora mismo. A veces imagino cómo sería sentirme libre con él, sin miedo de que vea mis lados más feos... y me dan ganas de llorar de solo pensar en ese alivio. Sería tan bonito poder ser yo misma sin miedo.

Psicóloga: (Ofrece una sonrisa comprensiva) Suena liberador, ¿no? Como quitarse un enorme peso de encima. Una parte de ti desea con fuerza esa libertad y esa intimidad genuina con tu pareja. Al mismo tiempo, otra parte de ti tiene miedo y quiere protegerte de un posible daño. Ambas partes son válidas y quieren lo mejor para ti, aunque de maneras opuestas.

Mira, ¿te parece si exploramos un poquito qué podrías hacer? No tienes que decidir nada ahora mismo, pero pensemos en opciones. Tal vez no sea necesario quitarte todas las máscaras de golpe frente a tu pareja. Quizá podrías empezar poco a poco. ¿Hay algo pequeño, alguna parte de esa "Laura interna", que te gustaría que él conociera primero?

Yolanda: Mmmm... podría ser (Laura se seca una pequeña lágrima). Por ejemplo, él no sabe que tengo ansiedad a veces. Cuando me siento así o triste, suelo poner cualquier excusa para no verlo, o me encierro en el baño a calmarme sola. Nunca le he dicho "oye, a veces me siento muy mal, siento ansiedad o ganas de llorar". Siempre me he aguantado esas emociones delante de él. Me gustaría poder decirle eso, la verdad... que a veces no estoy bien.

Psicóloga: Claro. Eso sería mostrarle tu vulnerabilidad, y permitir que él esté ahí para ti. (Con voz suave) ¿Cómo crees que reaccionaría tu pareja si supiera que a veces te sientes ansiosa o triste? ¿Imaginas que te apoyaría, te juzgaría... qué te viene a la mente?

Yolanda: Conociéndolo... creo que él trataría de apoyarme. Es una persona muy cariñosa. Estoy segura de que me abrazaría y me preguntaría en qué puede ayudar. Él siempre me dice que está para mí "en las buenas y en las malas"... (Laura sonríe apenas). Supongo que soy yo la que no le he dado la oportunidad de cumplir esa frase, ¿no? Porque nunca le muestro las "malas".

Psicóloga: (Sonríe de vuelta) Parece que en el fondo sabes que probablemente él reaccionaría con amor, no con rechazo. Pero tu temor te ha impedido comprobarlo. Es como si no te permitieras recibir ese apoyo porque primero tú misma te juzgas por sentirte mal. ¿Es así?

Yolanda: Sí... siento que si le muestro mi ansiedad, le estoy fallando. Como que va a descubrir que no soy tan fuerte como pensaba. Pero ahora que lo digo en voz alta, me doy cuenta de que todos tenemos momentos de debilidad, ¿no? Y él también ha tenido los suyos conmigo y yo lo he apoyado... Nunca lo vi como débil por eso.

Psicóloga: Exacto. Tú no piensas que él sea débil por mostrarte sus vulnerabilidades, al contrario, quizás sientes incluso más cercanía cuando él se abre contigo. ¿Podrías ser igual de compasiva contigo misma? Es decir, entender que tú también tienes derecho a no ser perfecta y a recibir apoyo.

Yolanda: Tiene sentido... (Laura asiente, pensativa). Nunca lo había visto así. Siempre pensé que tenía que ser la fuerte en la relación, pero creo que eso es algo que yo sola me impuse. Él nunca me pidió eso.

Psicóloga: Me alegra que estés viendo eso. (Pausa breve) Laura, ¿cómo te sientes ahora mismo compartiendo todo esto conmigo? Has abierto una parte muy personal tuya aquí.

Yolanda: La verdad... me siento un poco aliviada. Es la primera vez que le pongo palabras a todo esto. Tenía tanto en la cabeza, tantas emociones mezcladas, y decirlo en voz alta me hace sentir que no estoy loca. También me siento esperanzada, como al ver que quizás sí pueda cambiar esta situación... aunque aún tengo miedos, claro.

Psicóloga: Tus sentimientos son completamente válidos. Y desde luego, no estás loca; lo que describes les pasa a muchas personas en distinta medida. (Le dirige una mirada cálida) Has sido muy valiente al hablar de esto. Me alegra que te sientas aliviada y con un poquito de esperanza. Como mencionaste, esto es un proceso. No tienes que cambiar de la noche a la mañana algo que llevas haciendo tantos años para protegerte. Podemos y debemos ir poco a poco.

Podrías reflexionar después de esta sesión sobre qué aspectos tuyos te gustaría ir compartiendo con tu pareja, gradualmente. No tienes que contarlo todo de una vez, sino aquello con lo que te sientas preparada. Quizá empezar por contarle que a veces te sientes ansiosa o triste, como dijiste. Y ver cómo te sientes al hacerlo y cómo reacciona él. ¿Cómo ves esa idea?

Yolanda: Me parece un buen paso. Me pone un poco nerviosa pensarlo, pero también siento que... que es lo que necesito hacer si quiero que él me conozca de verdad. Supongo que podría intentar la próxima vez que me sienta muy ansiosa, en lugar de ocultarlo, decirle algo como "Hoy no me siento muy bien, ¿podrías escucharme un rato?" o algo así.

Psicóloga: Esa es una excelente idea: pedirle apoyo directamente cuando te sientas mal. Así él sabe que no tiene que “adivinar” cómo estás, sino que tú se lo estás confiando. Y tú no tienes que llevar esa carga sola. Puede ser un gran paso hacia la intimidad emocional que estás buscando. Recuerda, Laura, que ser auténtica no significa que tengas que exponer todo de ti en todo momento a todos. Se trata de que poco a poco alinees lo que sientes con lo que expresas, especialmente con las personas de confianza. Tú puedes elegir cuándo y con quién compartir las partes más profundas de ti. Y por lo que me cuentas, tu pareja quizás sea una de esas personas con quien te gustaría intentarlo.

Yolanda: Sí, él es la persona con la que más quiero ser auténtica. Y también mis amigos cercanos... Me gustaría que la Laura que ellos conocen sea más cercana a la Laura que realmente soy.

Psicóloga: Podemos ir trabajando en eso paso a paso. Hoy hemos identificado muy claramente tu conflicto interno: una parte quiere mostrarse y otra teme hacerlo. Y también hablamos de un primer pasito concreto que podrías dar con tu pareja. (La psicóloga esboza una sonrisa de apoyo) ¿Cómo te sientes al cerrar la sesión habiendo hablado de todo esto?

Yolanda: Me siento mucho más tranquila que al inicio. Más entendida... Y gracias a ti, también me entiendo un poco más a mí misma. Ahora veo por qué soy así y que tal vez sí puedo cambiarlo con tiempo y esfuerzo.

Psicóloga: Me alegra mucho escuchar eso. Te has abierto de forma muy honesta y eso es un gran avance. Quiero agradecerte por confiar en mí con algo tan personal. (Mira a Laura con calidez) Recuerda que no estás sola en este proceso; vamos a ir trabajando juntas en que puedas integrar esas partes de ti y sentirte más auténtica y segura.

Para la próxima sesión, si te parece, puedes intentar ese pequeño paso de compartir con tu pareja teniendo confianza en él, cuando te sientas vulnerable, y luego lo comentamos aquí, ¿sí? Y si no te sientes lista, no pasa nada; lo importante es que sigamos trabajando sobre lo que hablamos hoy.

Yolanda: Sí, lo intentaré. Muchas gracias, de verdad. Me siento esperanzada sabiendo que puedo hablar de esto aquí y espero hacerlo con la persona que amo.

Psicóloga: Esa esperanza es muy valiosa. (Sonríe) Bueno, vamos a dejarlo por hoy. Nos vemos la próxima semana, Laura. Gracias por venir y por abrirte tanto hoy. Cuídate mucho hasta entonces.

Yolanda: Gracias a ti. Nos vemos la próxima sesión. (Laura esboza una sonrisa tímida mientras se despide, visiblemente más aliviada)

 

No estás en soledad

Si te identificas en estas líneas, no debe surgir el sentimiento de estar solo o ser distinto. Todos, en algún momento, nos preguntamos quiénes somos realmente detrás de las máscaras que usamos cada día. No hay una única respuesta, ni una versión definitiva de ti. Somos múltiples, cambiantes, humanos. Y está bien.

Lo importante es que poco a poco puedas mirar hacia adentro, abrazar tus diferentes rostros, y reconocer que incluso en ese espacio secreto, silencioso y personal que nunca compartes, también es parte valiosa de quién eres.

Al final, la autenticidad no significa mostrarlo todo, sino vivir en coherencia con lo que sentimos, elegimos y somos... incluso si solo nosotros lo sabemos. No tenemos que contarlo todo, sino vivir en coherencia con lo que se siente, se elige y se es… incluso si solo uno mismo lo sabe. En relación a nuestra vida cotidiana adoptamos diferentes formas de ser según con quién estemos y el contexto en que nos encontremos: no actuamos igual con la familia que con los amigos, ni con los vecinos, en el trabajo, ni en la intimidad que en situaciones públicas. Lejos de ser una contradicción, esto refleja los roles que asumimos dentro de nuestra cultura. Cada uno de esos roles responde a normas, expectativas y dinámicas sociales distintas, y los vamos activando de manera casi automática según las circunstancias. Comprender esto nos ayuda a ver que no se trata de falsedad, sino de adaptación y de ser felices. Somos seres únicos y complejos que interactuamos desde múltiples facetas, y cada una cumple una función emocional y social, pero esto lo trataremos en una próxima entrega… Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Nos vemos en la próxima entrega…

 

 

댓글 2개


Peter Shawn
Peter Shawn
hace 18 horas

Love to read your blog! Gordon Gartrell Shirt Thanks for posting some valuable post. Jennifer Miller Golf Sweater so much creative tips .Thanks for sharing this. you were doing a great job such an excellent article with creative tips Bad Sisters Season 2 Episode 1 Ursulas Green Dress

좋아요

Peter Shawn
Peter Shawn
hace 21 horas

Really enjoyed reading your blog. It is highly informative and builds great interest for the readers. For the people like us your blogs helps to get ideal information and knowledge. Thanks for providing such blogs. Taylor Swift Fearless Cardigan

좋아요

21

¡Gracias por suscribirte!

Suscríbete a nuestro boletín gratuito de noticias

Únete a nuestras redes y comparte la información

  • X
  • White Facebook Icon
  • LinkedIn

© 2022 Informe21

bottom of page