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Cónclave y el reflejo del poder: ¿Qué nos dice sobre la crisis actual?


Cónclave lo estelariza el británico Ralph Fiennes, en el que para muchos es el mejor rol de su carrera. Foto: Cortesía 
Cónclave lo estelariza el británico Ralph Fiennes, en el que para muchos es el mejor rol de su carrera. Foto: Cortesía 

En un intento por comprender el complejo contexto mundial en el que vivimos y el origen

de las crisis que atravesamos, recientemente acudí al cine para ver la película Cónclave.

Ante la creciente preocupación por el deterioro de la salud del Papa Francisco y las

reacciones divididas que han generado sus reformas dentro de la Iglesia, me interesé en

visualizar esta producción para analizar cómo se desarrollaría un posible cónclave y

cuáles serían las implicaciones de la elección de un nuevo Pontífice.


Desde pequeño, he tenido una formación religiosa sólida y soy un fiel creyente de los

valores humanos y de las estructuras de gobierno que rigen nuestra sociedad. Sin

embargo, debo admitir que, aunque las actuaciones en la película fueron magistrales, su

esencia y mensaje no fueron bien recibidos por alguien con una formación religiosa tan

arraigada. Si bien algunas escenas reflejan realidades conocidas, no todo lo que se

retrata en la película puede tomarse como una verdad absoluta, ni como una ficción sin

fundamento.


Es importante reconocer que la Iglesia y el Papado son estructuras humanas y, como

tales, están sujetas a errores y adaptaciones según la visión del gobernante eclesiástico

de turno. No obstante, considero que el respeto y la jerarquía deben prevalecer en la

forma en que se representan dichas instituciones. Mostrar la Iglesia de manera tan

vulnerable y con constantes insinuaciones de corrupción puede distorsionar la percepción

de su papel en la sociedad y afectar su imagen comunicacional.


Siempre he estado de acuerdo en que se muestre la autenticidad de los seres humanos y

de las estructuras que son regidas y formadas por hombres, pero nunca he estado de

acuerdo en que se exhiba una institución tan poderosa como la Iglesia de una manera

excesivamente frágil y expuesta a constantes ataques. Esto, más allá de generar un

debate constructivo, puede reforzar una visión sesgada que no contribuye al verdadero

entendimiento de su papel en el mundo.


Desde mi perspectiva, me preocupa el estado de salud del Papa Francisco y su impacto

en un panorama mundial ya de por sí convulso. La posibilidad de un cónclave en este

contexto sumaría una nueva crisis de liderazgo en un mundo que parece estar perdiendo

estabilidad. Esto me lleva a preguntarme: ¿Estamos ante el fin de una era? ¿Están

realmente preparados los líderes actuales para afrontar crisis de tal magnitud?


Más allá del catolicismo, el mundo está clamando por un cambio de liderazgo y de

enfoque sobre el poder. Necesitamos resaltar los valores humanos por encima de las

disputas de poder que solo benefician a unos pocos. La inclusión y el respeto deben ser

principios fundamentales en este cambio, pero también deben gestionarse de manera

equilibrada. No se trata de imponer ideologías o transformar radicalmente las estructuras

sociales sin un consenso genuino. La inclusión real no se logra a través de imposiciones,

sino mediante debates, argumentos y un respeto profundo por la esencia del ser humano.


En este sentido, considero que lo que está sucediendo con algunos programas de

inclusión y con la imposición de ciertas ideologías en la sociedad actual refleja un mal

manejo del concepto de respeto y diversidad. Es innegable que tenemos el deber

intangible de aceptar y valorar a cada persona por lo que es, sin prejuicios ni

discriminación, pero también debemos construir plataformas que permitan acuerdos

genuinos y un desarrollo progresivo de la inclusión, sin que esta se convierta en una

imposición arbitraria.


Es importante recordar que los grandes cambios en una sociedad no se generan

mediante imposiciones, sino a través del debate, el diálogo y el respeto por las distintas

perspectivas. Luego de ver esta película, me queda la duda de si realmente la sociedad

en la que vivimos entiende el significado de una jerarquía como la Iglesia y la importancia

de la humanización de sus líderes desde el punto de vista del respeto, o si simplemente

se producen estas películas con fines comerciales que poco aportan al enriquecimiento

del pensamiento colectivo.


Siempre debemos recordar que lo humano nos identifica y lo distinto nos une. Nuestra

labor como sociedad es generar contenidos de valor y trascendencia, no simplemente

productos que generen controversia sin una contribución real al debate y a la evolución de

nuestra humanidad.



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Abbott Barton
Abbott Barton
20 de mar.

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