Cónclave y el reflejo del poder: ¿Qué nos dice sobre la crisis actual?
- Eduardo Frontado Sánchez
- 14 mar
- 3 Min. de lectura

En un intento por comprender el complejo contexto mundial en el que vivimos y el origen
de las crisis que atravesamos, recientemente acudí al cine para ver la película Cónclave.
Ante la creciente preocupación por el deterioro de la salud del Papa Francisco y las
reacciones divididas que han generado sus reformas dentro de la Iglesia, me interesé en
visualizar esta producción para analizar cómo se desarrollaría un posible cónclave y
cuáles serían las implicaciones de la elección de un nuevo Pontífice.
Desde pequeño, he tenido una formación religiosa sólida y soy un fiel creyente de los
valores humanos y de las estructuras de gobierno que rigen nuestra sociedad. Sin
embargo, debo admitir que, aunque las actuaciones en la película fueron magistrales, su
esencia y mensaje no fueron bien recibidos por alguien con una formación religiosa tan
arraigada. Si bien algunas escenas reflejan realidades conocidas, no todo lo que se
retrata en la película puede tomarse como una verdad absoluta, ni como una ficción sin
fundamento.
Es importante reconocer que la Iglesia y el Papado son estructuras humanas y, como
tales, están sujetas a errores y adaptaciones según la visión del gobernante eclesiástico
de turno. No obstante, considero que el respeto y la jerarquía deben prevalecer en la
forma en que se representan dichas instituciones. Mostrar la Iglesia de manera tan
vulnerable y con constantes insinuaciones de corrupción puede distorsionar la percepción
de su papel en la sociedad y afectar su imagen comunicacional.
Siempre he estado de acuerdo en que se muestre la autenticidad de los seres humanos y
de las estructuras que son regidas y formadas por hombres, pero nunca he estado de
acuerdo en que se exhiba una institución tan poderosa como la Iglesia de una manera
excesivamente frágil y expuesta a constantes ataques. Esto, más allá de generar un
debate constructivo, puede reforzar una visión sesgada que no contribuye al verdadero
entendimiento de su papel en el mundo.
Desde mi perspectiva, me preocupa el estado de salud del Papa Francisco y su impacto
en un panorama mundial ya de por sí convulso. La posibilidad de un cónclave en este
contexto sumaría una nueva crisis de liderazgo en un mundo que parece estar perdiendo
estabilidad. Esto me lleva a preguntarme: ¿Estamos ante el fin de una era? ¿Están
realmente preparados los líderes actuales para afrontar crisis de tal magnitud?
Más allá del catolicismo, el mundo está clamando por un cambio de liderazgo y de
enfoque sobre el poder. Necesitamos resaltar los valores humanos por encima de las
disputas de poder que solo benefician a unos pocos. La inclusión y el respeto deben ser
principios fundamentales en este cambio, pero también deben gestionarse de manera
equilibrada. No se trata de imponer ideologías o transformar radicalmente las estructuras
sociales sin un consenso genuino. La inclusión real no se logra a través de imposiciones,
sino mediante debates, argumentos y un respeto profundo por la esencia del ser humano.
En este sentido, considero que lo que está sucediendo con algunos programas de
inclusión y con la imposición de ciertas ideologías en la sociedad actual refleja un mal
manejo del concepto de respeto y diversidad. Es innegable que tenemos el deber
intangible de aceptar y valorar a cada persona por lo que es, sin prejuicios ni
discriminación, pero también debemos construir plataformas que permitan acuerdos
genuinos y un desarrollo progresivo de la inclusión, sin que esta se convierta en una
imposición arbitraria.
Es importante recordar que los grandes cambios en una sociedad no se generan
mediante imposiciones, sino a través del debate, el diálogo y el respeto por las distintas
perspectivas. Luego de ver esta película, me queda la duda de si realmente la sociedad
en la que vivimos entiende el significado de una jerarquía como la Iglesia y la importancia
de la humanización de sus líderes desde el punto de vista del respeto, o si simplemente
se producen estas películas con fines comerciales que poco aportan al enriquecimiento
del pensamiento colectivo.
Siempre debemos recordar que lo humano nos identifica y lo distinto nos une. Nuestra
labor como sociedad es generar contenidos de valor y trascendencia, no simplemente
productos que generen controversia sin una contribución real al debate y a la evolución de
nuestra humanidad.
so fun