De los tacos bien dichos al lenguaje de taberna
- Máximo Rondón Aguirre
- hace 4 días
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Se ha debatido ampliamente sobre la pertinencia del lenguaje soez o profano en la literatura. Existe un consenso generalizado en que no resulta inapropiado, siempre que contribuya a enriquecer el discurso narrativo.
En 1983, el plató del programa Su Turno, de Televisión Española, reunió a la poeta Gloria Fuertes y al novelista y académico Camilo José Cela, y en una conversación informal y amistosa hablaban, entre otras cosas, del uso aceptable de la palabra “coño” y de su inclusión en el diccionario de la Real Academia Española. Cela advirtió que el empleo de tacos debe abordarse con precaución y mesura, ya que puede fácilmente derivar en vulgaridad. Sin embargo, ambos coincidieron en que una palabrota bien colocada puede añadir brillo y expresividad al lenguaje, incluso en la poesía.
El crítico teatral británico Kenneth Tynan es conocido por haber sido la primera persona en pronunciar deliberadamente la palabra “fuck” durante una transmisión televisiva en directo en 1965, en referencia a una relación sexual. Este gesto generó una gran controversia en su momento.
Por otro lado, a Mark Twain se le atribuye el siguiente razonamiento: "La idea de que ningún caballero dice palabrotas está completamente equivocada. Puede maldecir y seguir siendo un caballero, si lo hace de manera agradable, benévola y afectuosa”.
Parece haber consenso en que el uso moderado y pertinente de palabrotas puede ser aceptable e incluso enriquecer el discurso literario. Sin embargo, cabe preguntarse qué ocurre cuando se abusa del lenguaje profano, incluso cuando proviene de personalidades de reconocido talento, trayectoria y prestigio.
Un domingo, mientras desayunaba en mi bar favorito, provisto de pincho de tortilla, café cortado y revista dominical en mano, me topé con un titular en la columna Arturo Pérez-Reverte que casi provoca que me atragante: “Tutee usted a su puta madre”. ¿Era realmente necesario un título tan vulgar? ¿No tiene un miembro de la Real Academia formas más elegantes de expresar su indignación por el deterioro de las formas sociales, a las que hace referencia en su artículo? En el artículo, el autor critica a un ministro de Justicia por tutear a jueces durante un acto oficial, considerándolo una falta de respeto y de protocolo.
Más allá de la postura de Pérez-Reverte, me pregunto si semejante titular está justificado. ¿Puede permitírsela, amparado en su prestigiosa trayectoria literaria e intelectual?
Algunos hombres de letras sostienen que su estatus y edad les permiten expresarse con libertad, sin más censura que la de su propia conciencia. Es importante -urgente diría- escuchar las perspectivas de estos individuos, dada su profundidad intelectual, sus valores y su experiencia. Sin embargo, el barriobajismo literario queda fuera de lugar, y no debe ser refugio de la grosería disfrazada de autenticidad.
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