Para todo aquel que disfruto de las buenas y sabrosas navidades de finales de los años setenta e inicio de los ochenta, sin duda recordará con agrado una parte de la famosa canción La Matica, interpretada por Un Solo Pueblo, en la cual se pedía un aguinaldo "aunque sea poquito, 25 arepas y un marrano frito…". Creo no equivocarme al decir que jamás, millones se imaginaron que en la época oscura de gobierno Chavista, los tan esperados aguinaldos no alcanzarían ni para las arepas y mucho menos para el marranito.
Poco a poco, se diluyo el concepto de “Navidades y Aguinaldos”. Hoy en día, con contadas excepciones, la mayoría de los ciudadanos venezolanos están hundidos en muy graves problemas económicos que llevan a pensar que esos aguinaldos son definitivamente una miseria, lamentablemente.
El que vivamos en sociedades más globalizadas e internacionalizadas, hace que los factores comparativos entre países estén a la orden del día e indudablemente abre los ojos a quienes padecen las injusticias de la ingobernabilidad de la revolución en nuestro país. Hoy, en la
Venezuela del 2024, ya sumidos en años de maltrato por parte del Chavismo y también de mucha mala oposición, el ciudadano de a pie observa, a veces con incredulidad, que en otras latitudes, aun con carencias, el pueblo cubre sus necesidades y tiene algo de espacio para cubrir gastos extras para iniciar un nuevo tiempo luego de las fiestas de Navidad. En Venezuela, repito, es muy difícil llevar la carga.
Lo cierto es que ya el “Pueblo” se dio cuenta del engaño. De que las medidas populistas no son nada serias, que no sirvió para nada tanta alharaca revolucionaria, pues solo funcionaba si había dinero, pero ante la realidad económico-social y la falta de recursos se desplomo tal revolución y por eso, el pasado 28 de julio se manifestaron en las urnas y los resultados, aunque ya conocidos, son ocultados por parte de las autoridades vinculadas al régimen.
Lo que sí es cierto, es que se agudiza la crisis de gobernabilidad en nuestro país, la cual viene dada por esa desconfianza que hoy en día existe de los ciudadanos hacia el desgobierno de Maduro que luce atado de pies y manos ante una verdad inocultable. Haciendo malabares y buscando bocanadas de aire todos los días. La llegada del 10 de enero marca un antes y un después en la legitimidad de Maduro. Y tanto él como su entorno lo saben. Pareciera que solo es cuestión de tiempo.
En este contexto, vale la pena destacar que no es solo desear que el cambio ocurra. Hace falta voluntad de muchos, de quienes obtuvieron la victoria como en efecto lo están haciendo. De los entes y gobiernos extranjeros con peso y el apoyo de quienes votaron. El mecanismo aun no se sabe. Existe gente trabajando en ello, pero no todo se debe o se puede decir públicamente. No hay que olvidar contra quiénes luchamos. El éxito de todo pasa por tener confianza y no bajar la guardia.
Hay mucho trabajo por delante y habrá mucho más si se logra el cambio de gobierno de manera pacífica como se desea. Muchas áreas que asistir y cambios a ejecutar para que el país comience a mejorar conjuntamente con su gente. Así, en algún momento volveremos a ver unos verdaderos Aguinaldos en las futuras épocas de Navidad. Así de simple y sencillo.
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