Tal y como ocurren muchas cosas, lo sucedido en Ecuador sorprendió a más de uno, no es de extrañar que desde hace un buen tiempo el país se encuentra en un momento crítico permanente, la zona está en medio de un conflicto que trasciende el ámbito del crimen organizado, tocando aspectos políticos, sociales y económicos, durante dos años ya. El país de casi 18 millones de habitantes ha sido dominado por una industria de narcotráfico cada vez más poderosa y como sabemos en medio del rio revuelto muchos pescan.
La magnitud de la crisis que se vive, no ha permitido que el joven presidente Daniel Noboa establezca los parámetros ciertos para salir de lo que sucede. Sin embargo ante las acciones que mantienen al país en un hilo, tomo medidas que ya se consideran controversiales, como la firma del decreto ejecutivo Nro. 111 que reforma el estado de excepción ya vigente y
reconoce la existencia de un conflicto armado interno, por ello, dispone la movilización e intervención inmediata de las Fuerzas Armadas y la Policía en el territorio nacional.
El asunto está en lo que realmente significa este decreto, pues la incógnita recae en las implicaciones de esta declaración en la vida de las personas, el alcance del poder militar ya que desde 1995 no se vivía una circunstancia similar.
Según el colega René Betancourt, experto en lucha contra el terrorismo, derecho internacional humanitario y delincuencia organizada, los criterios para determinar la existencia de un conflicto armado no internacional se encuentran en diversos instrumentos legales, especialmente en los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales.
Estos elementos incluyen la organización de las partes, la intensidad del conflicto, el control sobre parte del territorio y el reconocimiento internacional. Ahora bien, en el contexto ecuatoriano, actualmente no se observa un "control" total por parte de ninguna facción sobre alguna parte del territorio, de allí la lucha del poder.
Aunque el reconocimiento internacional no es un requisito absoluto, puede ser un factor relevante en la determinación de un conflicto interno. Hasta el momento, ningún Estado ha reconocido a los grupos criminales como "beligerantes". Este reconocimiento implica otorgarles un estatus especial, sujeto a normas del derecho internacional humanitario,
lo que les confiere ciertos derechos y tratos diferenciados, todo se encuentra en desarrollo y aun no se observan las consecuencias reales de todo lo que vendrá en el futuro cercano.
Políticamente hablando, hacemos un inciso para mencionar la gran posibilidad de que en medio del rio revuelto como ya mencionamos, el famoso Foro de Sao Paulo tenga la vista puesta en lo que ocurre en el Ecuador. Veamos, para entrar en contexto es bueno saber que el Foro de São Paulo es un foro de partidos y grupos políticos de izquierda de América, desde reformistas centroizquierdistas hasta colectividades políticas de izquierda revolucionaria de América, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo en el año 1990, siendo el líder de dicho movimiento el actual presidente Luis Inacio (Lula) Da Silva, con lo que casi ya se dijo todo.
Por dicho foro han desfilado desde el fallecido Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales y por supuesto hasta el ex presidente de Ecuador Rafael Correa, de allí la suspicacia de que con una nueva realidad política tanto en Ecuador como en la región, dicho organismo se encuentre alerta al desenlace de los acontecimientos en general, pues para nadie es un
secreto que en nuestra Venezuela por ejemplo en 2024 con el deterioro constante del poder del Chavismo, la posibilidad de un cambio de gobierno existe.
Lo preocupante de un posible cambio de poder en Venezuela es justamente lo que puede ocurrir luego. De allí que cobra mucha importancia lo que sucede el Ecuador, como un ejemplo palpable de la desestabilización que se puede generar para evitar que un gobierno
diferente al Chavismo/Madurismo establezca nuevas reglas de vida y convivencia, pues no se sabe que es más peligroso, el Chavismo en el gobierno o en la oposición.
Aunque hay mucha fe y esperanza en el venidero proceso electoral en Venezuela, no hay que perder de vista el panorama total, pues de no ser así los errores pueden costar muy caro, así de simple y sencillo.
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