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Foto del escritorEnrique Rondón Nieto

"El Pasapalo" llevó sabor criollo a tierras bávaras


El pasado 30 de octubre, la venezolana Valentina Ratti, su esposo Kilian Rehorz y Benedikt Schmitt, inauguraron El Pasapalo un restaurant con "una nueva experiencia culinaria", situado en Bayreuth una ciudad en el estado de Baviera, situada a orillas del río Meno rojo, en el este de Alemania.


La chispa que encendió la idea de El Pasapalo surgió en Valentina dos años después de su llegada a Alemania, cuando Benedikt, su actual socio, quedó cautivado por la deliciosa comida de la venezolana. “Tienes que abrir un restaurante, la comida está demasiado buena y no existe aquí”, le dijo.


Desde muy joven Valentina siente amor por la buena cocina. Ese idilio se manifestaba preparando rico platillos para familiares y amigos.


Benedikt, con su experiencia en el mundo gastronómico, tomó las riendas del servicio, mientras Kilian se encargaba de las responsabilidades financieras. Así, Valentina asumió la mente y corazón de la cocina, y pasó a ser la genio detrás de los platos que transportan a sus comensales a Venezuela con cada bocado.


Pero el camino hacia el éxito no estuvo exento de obstáculos. La burocracia y la transformación completa de la construcción se presentaron como desafíos formidables. No obstante, este equipo de audaces emprendedores superó cada reto con coraje y determinación por su proyecto.


Bayreuth no es el clásico destino turístico como otras ciudades cosmopolitas de Europa. Sus calles adoquinadas y la sinfonías de las óperas de Wagner -su hijo más ilustre-, trasladan a una época de ensueño. Allí, hallar un restaurante de comida venezolana puede considerarse un regalo exótico que solo Valentina pudo hacer realidad.


En El Pasapalo rechazan la idea de implementar el delivery. Valentina expresa sus razones: “La verdad es que prefiero que la gente coma en el restaurante porque el delivery le baja la calidad a la comida. Por ejemplo, las empanadas fritas son mejores frescas. Prefiero que la gente coma fresco”.


Valentina se refiere a otros obstáculo que han tenido que vencer: Encontrar los productos fue algo difícil también, pero conseguí casi todo con diferentes proveedores. Trato de utilizar productos regionales para las cosas frescas, como tomates, cebollas, ajo, pero mi desafío más grande es el queso para los tequeños. Encontré algo parecido, pero sigo buscando para que de verdad mi comida sea lo más auténtica posible”.


Agrega que desde el momento de la inauguración han sentido buena aceptación: “Solo hemos tenido muy buen feedback. Los clientes que se sientan en mis sillas y comen mi comida los tratamos como familia”, expresó Valentina con entusiasmo y al mismo tiempo insistió que precisamente espera servir una atención cálida a sus comensales y que sin importar la nacionalidad, todos serán bienvenidos en su mesa.


Y como complemento, pueden aprender a bailar bachata.



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