En Venezuela es tradición que las elecciones presidenciales se lleven a cabo en el mes de
diciembre. Este año han sido adelantadas para próximo el 28 de julio. Fecha que algunos venezolanos esperan con muchas esperanzas, otros con gran preocupación y otros sin muchas expectativas, tanto del oficialismo como de la oposición. Es innegable que el adelanto de fecha limita el desarrollo y la organización de la oposición, que dicho sea de paso, siempre espera el último momento. Las campañas políticas latinoamericanas en su mayoría se caracterizan por gritos, música, presentación de artistas, bailes, escenas que pretenden generar sentimientos como lo es la tradicional cargada de un niño pobre o agacharse para hablar con la viejita, situación que debería preocuparnos porque significa que somos más un circo que un país.
Lamentablemente lo que no abunda en las campañas son los argumentos racionales. Pareciera que la nueva habilidad de los políticos ya no es simplemente la evasión de los problemas, sino la capacidad de hablar y hablar sin llevarnos a ningún solución o propuesta clara.
Una cualidad que sí abunda en las campañas electorales, especialmente en los últimos años, es la creación de un enemigo, a quien supuestamente vamos a derrotar. Ese enemigo puede ser el imperio, la ultraderecha, los escuálidos, todos aquellos que tienen en común no estar de acuerdo con el gobierno.
Si tomamos en cuenta los ofrecimientos de los candidatos podemos tener una idea tanto de la situación actual del país, en sus distintos ámbitos: sociales, políticos, económico, pero también de las intenciones del postulante. Los países que disfrutan de mayor desarrollo y estabilidad obligan a sus candidatos políticos, por lo menos en el discurso, a elevar sus ofrecimientos y propuestas. Hagamos el ejercicio de evaluar algunos candidatos y las condiciones del país por los ofrecimientos y promesas que les hacen a los votantes. Así nos podemos hacer una imagen del tipo de candidato que tenemos y de lo que nos espera en el caso de ganar uno u otro.
Si vemos someramente los aspirantes a las elecciones presidenciales de México -pautadas para el próximo domingo 2 de junio-, las candidatas con más fuerza ya han sido parte del gobierno, en distintas tendencias políticas. En sus propuestas ofrecen solucionar lo que no se solucionó cuando fueron gobierno, es decir, que México tiene por lo menos 15 años con las mismas dificultades. Y esto lo apreciamos en el hecho de que ambas refieren a los mismos problemas: acceso a la educación, inseguridad, impunidad, violencia, corrupción.
En Venezuela, que también nos encontramos en época electoral, vemos que el gobierno ha
iniciado su campaña, la cual podemos decir ha tomado dos vertientes. Una ha sido dirigirse a los sectores populares y pobres del país, a los cuales han llevado ciertas actividades especiales como: jornadas gratuitas de peluquería y belleza, venta de enlatados generalmente sardinas, la solicitud de proyectos para la solución de problemas, la recuperación o rehabilitación de sedes: como la casa del maestro en el estado Yaracuy, de salas hospitalarias o de centros educativos. Esto nos hace pensar que la pobreza de nuestro país es tan elevada que no nos ofrecen creaciones de grandes universidades como por ejemplo fue la construcción de la Universidad Simón Bolívar con sus dos sedes, la creación de hospitales como el Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño, de más de 10 pisos y que contaba con casi todas las especialidades. Nos debería sorprender que en estas campañas nos propongan recuperar lo que ellos mismos han dejado en el abandono.
La otra vertiente de la campaña ha tomado una línea política, en la cual no dejamos de
escuchar la continuidad y permanencia de un enemigo que no nos permite avanzar, pero que a su vez hemos mejorado en todos los ámbitos, economía, educación, salud. Hoy en día la contradicción en la política es una constante.
Por su parte, la oposición que había escogido como su candidata a María Corina Machado,
tuvo que conformarse con la designación de un personaje poco conocido. Los más de dos
millones de votantes en las primarias quedaron a la espera. Sin embargo, la oposición tiene a
su favor el cansancio y desespero de la gente. La situación de desesperanza de la población
venezolana es tan inmensa que no importa el discurso, lo que desean es por lo menos un
mínimo cambio que le permite albergar una mejoría de vida.
Las escenas de llanto y desamparo que hemos presenciado en el recorrido de María Corina y la pretensión de ganar una elección presidencial con una lata de sardinas nos hace pensar lo mal que estamos como país
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