Nuestros ancestros prehistóricos desconocían si sobrevivirían el día siguiente y nosotros hoy en día también vivimos con cierta zozobra...
Hoy, la incertidumbre sigue presente, aunque manifestada en nuevas formas, con crisis económicas, avances tecnológicos, cambios políticos, conflictos globales, transformaciones sociales, en medio de turbulencias, tensiones y transformaciones aceleradas en el entorno global. La incertidumbre es una condición inherente a la vida misma, pero su impacto en nuestra mente y cuerpo, y en nuestra felicidad, depende de cómo la gestionemos.
Lo primero es que la incertidumbre está absolutamente ligada a nuestros instintos de supervivencia. Desde una perspectiva evolutiva, la incertidumbre es una herramienta adaptativa que nos mantiene alertas ante lo desconocido y nos permite anticipar posibles amenazas.
Incertidumbre e instinto de supervivencia
Las personas hemos desarrollado mecanismos psicológicos y fisiológicos para enfrentar la incertidumbre. Es el caso de la ansiedad anticipatoria, que es una respuesta natural a situaciones inciertas y potencialmente peligrosas. Este mecanismo nos impulsa a evaluar riesgos, generar estrategias, y tomar decisiones que aumenten nuestras probabilidades de sobrevivir.
Desde la neurobiología, el cerebro humano está diseñado para detectar y responder a la incertidumbre. La amígdala, que forma parte del sistema límbico, juega un papel clave en la detección de amenazas, mientras que la corteza prefrontal interviene en la toma de decisiones y la evaluación de riesgos. Cuando enfrentamos a la incertidumbre, el sistema nervioso simpático activa la respuesta de lucha o huida, preparando al cuerpo para reaccionar rápidamente.
¿Los animales experimentan incertidumbre?
Al igual que los humanos, también enfrentan la incertidumbre, especialmente en contextos de supervivencia. Si bien nosotros no podemos saber con exactitud cómo la perciben a nivel consciente, observamos en su comportamiento respuestas instintivas a situaciones inciertas, como la percepción de peligro.
Casos de Incertidumbre en Animales:
Muchas especies muestran signos de alerta e indecisión cuando detectan una posible amenaza, como los ciervos que “se congelan” antes de huir si perciben un depredador cercano. Esta pausa refleja la evaluación de la incertidumbre antes de tomar acción.
Los animales muestran cautela ante territorios desconocidos. Los ratones exploran nuevos espacios con prudencia, alternando entre períodos de inmovilidad y movimiento para evitar riesgos.
Cuando la comida escasea, algunos animales modifican su comportamiento, volviéndose más exploratorios o adaptando sus hábitos de caza y alimentación.
Algunas especies, como los suricatos, tienen miembros dedicados a vigilar el entorno. Si detectan una amenaza incierta, emiten sonidos de advertencia que preparan a la comunidad para actuar de manera coordinada.
¿Cómo ocurre en nosotros los humanos?
Si bien los animales dependen en gran medida de instintos automáticos y probablemente instintivos para gestionar la incertidumbre, los humanos hemos desarrollado una capacidad cognitiva superior para analizar, planificar y adaptarnos. Sin embargo, sí compartimos con ellos la reacción automática ante lo desconocido en forma de miedo y/o la ansiedad.
La diferencia clave es que, mientras los animales responden de manera inmediata con instintos de supervivencia, los humanos podemos transformar la incertidumbre en oportunidades. En lugar de solo huir del peligro, podemos anticiparlo, desarrollar estrategias y aprovechar lo incierto para innovar, crecer y evolucionar.
La incertidumbre es una parte fundamental de la supervivencia, tanto en humanos como en animales. Los animales y los humanos desarrollaron sistemas nerviosos sofisticados que los dotaron de la capacidad de formar modelos internos o creencias, y hacer predicciones para sobrevivir y prosperar en un mundo en el que los resultados futuros son a menudo inciertos. Pero a nosotros la incertidumbre no solo nos protege, sino que también nos impulsa a la acción, que comenzará con la planificación seguida de la acción, siempre que la gestionemos adecuadamente.
Caso de la incertidumbre de Javier
Javier es un joven de 25 años que acude a consulta psicológica debido a una sensación persistente de incertidumbre que afecta diversos aspectos de su vida. Se describe a sí mismo como alguien ansioso, con dificultades para tomar decisiones y con una sensación de estancamiento. Aunque reconoce que no tiene problemas graves, siente que su vida está marcada por la duda y la inseguridad.
Psicóloga: Bienvenido, Javier. Cuéntame, ¿qué te trae por aquí hoy?
Javier: La verdad… me siento un poco perdido. Siento que tengo muchas decisiones que tomar en mi vida y no sé por dónde empezar. Me abruma no tener certeza sobre el futuro.
Psicóloga: Entiendo. Cuando dices que tienes muchas decisiones que tomar, ¿a qué te refieres exactamente?
Javier: A todo, en realidad. Mi trabajo, mi relación con mi pareja, incluso porque no se adónde quiero vivir. Tengo una sensación constante de que puedo equivocarme si elijo mal, y eso me paraliza.
Psicóloga: Parece que la incertidumbre está teniendo un impacto significativo en tu bienestar. ¿Desde cuándo sientes esto?
Javier: Creo que siempre he sido indeciso, pero últimamente se ha vuelto más intenso. Terminé la universidad y, aunque conseguí un buen trabajo, no sé si realmente me gusta. También llevo tres años con mi novia y no sé si quiero seguir con ella o si solo tengo miedo de estar solo.
Psicóloga: Suena como si estuvieras atrapado entre el deseo de tomar decisiones y el miedo a las consecuencias. ¿Qué es lo que más te preocupa de tomar una decisión?
Javier: Que me arrepienta. Que elija mal y luego no haya vuelta atrás. Siento que si tomo una mala decisión, puedo arruinar mi vida.
Psicóloga: ¿Crees que todas las decisiones son irreversibles?
Javier: No… o sea, sé que la mayoría no lo son, pero cuando estoy en el momento, se siente como si lo fueran.
Psicóloga: Eso es algo muy común. La incertidumbre es parte natural de la vida, pero cuando se vuelve un obstáculo para avanzar, es importante aprender a manejarla. ¿Qué estrategias has intentado para lidiar con estas dudas?
Javier: Lo que suelo hacer es evitar decidir hasta que ya no tengo opción. A veces funciona, pero muchas veces pierdo oportunidades por esperar demasiado.
Psicóloga: Esa es una estrategia comprensible, pero puede hacer que sientas menos control sobre tu vida. ¿Qué te parecería si exploramos maneras de manejar la incertidumbre sin que esta te paralice?
Javier: Me gustaría mucho. No quiero seguir sintiéndome así.
Psicóloga: Muy bien. Para empezar, trabajemos en aceptar la incertidumbre como algo inevitable en la vida en lugar de verla como un enemigo. Además, podríamos explorar algunas herramientas para tomar decisiones de manera más consciente, sin la presión de encontrar la respuesta “perfecta”.
Javier: Suena bien. ¿Cómo lo haríamos?
Psicóloga: Primero, podríamos analizar cómo tomas decisiones ahora mismo e identificar los pensamientos que te generan más ansiedad. Luego, trabajaremos en estrategias como tomar decisiones basadas en valores, establecer pasos pequeños en lugar de esperar a tener todo claro y reformular pensamientos catastróficos.
Javier: Me interesa lo de reformular los pensamientos. ¿Cómo funcionaría?
Psicóloga: Te podrías hacer preguntas como: ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Realmente es tan grave? ¿Podría adaptarme si eso ocurriera? Muchas veces, nuestro miedo a la incertidumbre viene de suposiciones poco realistas sobre el futuro.
Javier: Creo que eso me ayudaría. Me doy cuenta de que a veces pienso en términos de “todo o nada”, como si una decisión fuera a definir mi vida entera.
Psicóloga: Exactamente. Vamos a trabajar en cambiar esa perspectiva para que puedas tomar decisiones con más confianza y menos miedo. ¿Te parece bien si comenzamos con un ejercicio para la próxima sesión?
Javier: Sí, por supuesto.
Psicóloga: Perfecto. Quiero que esta semana observes cada vez que te sientas paralizado por la incertidumbre. Anota qué decisión estás enfrentando, qué pensamientos te vienen a la mente y cómo te hace sentir. Luego, lo revisaremos juntos y veremos patrones que podamos cambiar.
Javier: Me gusta la idea. Voy a intentarlo.
Psicóloga: Muy bien, Javier. Recuerda que la incertidumbre no es algo que podamos eliminar, pero sí podemos aprender a gestionarla para que no nos controle. Nos vemos en la próxima sesión.
Javier: ¡Gracias! Nos vemos la próxima semana.
Segunda Sesión: Identificando el impacto y los patrones de pensamiento
La psicóloga le ayuda a Javier a explorar cómo ha estado manejando la incertidumbre hasta ahora. Javier reconoce que tiende a postergar decisiones por miedo a equivocarse.
"Siempre he sido así. Doy muchas vueltas a las cosas antes de decidirme, y a veces eso hace que pierda oportunidades. Pero si tomo una decisión apresurada, siento que me estoy arriesgando demasiado."
Se trabaja en la identificación de distorsiones cognitivas, como el Pensamiento catastrófico: “Si tomo una mala decisión, arruinaré mi vida.” La Necesidad de certeza absoluta: “No puedo decidir hasta estar 100% seguro de que es lo correcto.” Y la Parálisis por análisis: “Doy tantas vueltas a una decisión que termino sin hacer nada.”
Tercera Sesión: Estrategias para Manejar la Incertidumbre
La psicóloga le introduce estrategias para cambiar su relación con la incertidumbre:
Le hace llegar a la conclusión que la aceptación de la incertidumbre es permanente en el ser humano. No existe una certeza absoluta en la vida. Aprender a convivir con lo incierto es clave.
Javier llega a la conclusión de que la toma de decisiones debe ser basada en objetivos y metas, dentro de valores y un propósito de vida. En lugar de buscar garantías, debe preguntarse si ¿esto está alineado con lo que quiere a largo plazo?
Actúa de forma gradual, y en vez de esperar tenerlo todo claro, comienza con pequeños pasos para probar y ajustar. En una reestructuración cognitiva se enfrentaron los pensamientos irracionales consistentes con las preguntas de si ¿Realmente arruinaré mi vida si me equivoco? ¿O podré adaptarme y aprender?
Cuarta Sesión: Aplicación en la vida real
Javier ya practica pequeños cambios. Habla con su jefe sobre posibles nuevos proyectos dentro de su empresa en lugar de renunciar de inmediato. Decide planear un viaje en lugar de mudarse de golpe. También empieza a discutir con su pareja sus inquietudes en lugar de evitarlas. Le informa a la psicóloga: "Me doy cuenta de que la incertidumbre no es algo que pueda eliminar, pero sí puedo aprender a tomar decisiones sin que me paralice. No necesito saber con certeza qué pasará en cinco años, solo puedo dar hoy el siguiente paso."
La incertidumbre y su definición operacional
Cuando pensamos en incertidumbre estamos hablando de inseguridad, inquietud, desasosiego, indecisión, vacilación, duda, recelo, y sospecha, ante algún evento que nos es desconocido
La incertidumbre puede significar, de manera general, como la falta de certeza sobre lo que va a suceder. En psicología, la definimos operacionalmente como la percepción subjetiva de riesgo o inseguridad ante una situación en la que no se tiene suficiente información para predecir su desenlace. Esta percepción puede generar ansiedad, miedo y parálisis, o, por el contrario, estimular la creatividad, la adaptabilidad y la motivación hacia la acción.
¿Es la Incertidumbre parte de nuestras vidas?
Sin duda la humanidad requirió la supervivencia en un mundo de peligros complejos.
Desde el momento en que nacemos, enfrentamos un mundo impredecible. No sabemos cuáles serán los eventos que marcarán nuestra vida, qué relaciones formaremos o qué obstáculos surgirán en nuestro camino. A pesar de ello, lejos de ser una carga, la incertidumbre puede ser vista como la chispa que impulsa nuestro crecimiento. Es precisamente la ausencia de certezas lo que nos obliga a tomar decisiones, a aprender, y a evolucionar.
Cómo enfrentar la incertidumbre en un mundo cambiante
Vivimos en países y en mundo donde la incertidumbre se ha convertido en una constante. Las crisis económicas, los conflictos políticos, los cambios sociales acelerados, los cambios tecnológicos que vienen a una velocidad vertiginosa y las amenazas ambientales generan un entorno en el que muchas situaciones escapan del control individual. Frente a este panorama, la pregunta clave es: ¿Cómo enfrentar esta incertidumbre sin que nos paralice o afecte nuestra calidad de vida? ¿Cómo esperar lo inesperado?
Comencemos en aceptar la Incertidumbre como parte de nuestra vida. Algunas estrategias clave para manejar la incertidumbre y convertirla en una oportunidad para crecer y adaptarnos.
La primera clave es aceptar que no podemos controlarlo todo. Muchas personas viven con altos niveles de ansiedad porque desean certezas absolutas en un mundo donde lo único seguro es el cambio. En lugar de resistirse a lo incierto, es útil desarrollar una mentalidad flexible que permita adaptarse a las circunstancias. Aceptar que habrá momentos difíciles, pero que podemos aprender a manejarlos, nos da mayor control sobre nuestras emociones, aun y cuando no podamos resolverlos completamente.
Diferenciar entre lo que podemos y no podemos controlar
Uno de los mayores errores al enfrentar la incertidumbre es intentar cambiar cosas que están fuera de nuestro alcance. La clave es identificar en qué podemos influir y en qué no. No podemos controlar la economía global, pero sí podemos mejorar nuestras habilidades laborales para tener más oportunidades. No podemos controlar los conflictos políticos, pero sí podemos informarnos y tomar decisiones conscientes en nuestra comunidad. No podemos evitar todos los cambios sociales, pero sí podemos elegir cómo nos adaptamos a ellos y qué valores queremos defender.
Una herramienta útil para esto es un “círculo de influencia y preocupación”, donde reflexionamos sobre qué aspectos de una situación podemos manejar y en cuáles solo podemos aceptar y adaptarnos. Este es un concepto desarrollado por Stephen Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Es una herramienta que sigue vigente y que nos ayuda a enfocar nuestra energía en lo que podemos controlar, en lugar de preocuparnos por aquello sobre lo que no tenemos poder. El modelo se basa en la idea de que todos tenemos preocupaciones en la vida, pero solo algunas de ellas están bajo nuestro control. Para visualizarlo, se dividen en dos círculos concéntricos, uno el “círculo de preocupación” que contiene todas las cosas que nos afectan o nos generan ansiedad, pero sobre las cuales tenemos poco o ningún control como en el caso de las crisis económicas, decisiones gubernamentales, guerras, pandemias, el clima, el comportamiento de otras personas. El otro es el círculo de influencia, que es más pequeño y representa aquellas áreas donde podemos actuar y generar cambios, con nuestras habilidades, nuestras decisiones, nuestra actitud, en cómo manejemos nuestras emociones, y cómo nos preparamos para actuar en el presente y el futuro.
Cuando nos preocupamos demasiado por cosas fuera de nuestro control, nos sentimos impotentes, estresados y ansiosos. En cambio, si dirigimos nuestra energía a lo que sí podemos influir en círculo de influencia, ganamos mayor control sobre nuestra vida y tomamos mejores decisiones.
En el caso de la Incertidumbre económica con la inflación, las decisiones del gobierno, la crisis mundial no es mucho lo que podemos hacer. Pero en nuestro círculo de influencia si podemos mejorar nuestras habilidades laborales, buscar nuevas fuentes de ingreso, manejar mejor nuestras finanzas personales.
En relación a los problemas sociales o políticos posiblemente no podemos evitar la corrupción, las injusticias globales, o los conflictos internacionales. Pero si podemos en el círculo de Influencia, estar informados, participar en iniciativas locales, educar a otros, votar con conciencia, y eventualmente actuar junto a otros donde se pueda tener alguna posibilidad de influir socialmente.
Lo importante de actuar con esta mentalidad es que de esta forma nos aporta beneficios en nuestra salud emocional y nos permite concentrar nos en nuestros propósitos y objetivos alcanzables. De esta forma, nos reduce la ansiedad el hecho de soltar lo que no podemos controlar, porque sentimos menos estrés. Además, aumentará nuestra productividad porque al enfocarnos en acciones concretas en lugar de solo preocuparnos tendremos mejores resultados. Asimismo, mejora la resiliencia, enfrentamos los problemas con una actitud más fuerte y adaptable fomentamos nuestro liderazgo personal. Pensar y actuar de esta manera nos hace más responsables de nuestro crecimiento y bienestar.
Desarrollar resiliencia emocional
La resiliencia es la capacidad de afrontar las dificultades y adaptarnos sin que nos afecten o abatan. Para fortalecerla, es importante cuidar la salud mental y física.
Mantener rutinas saludables de sueño, alimentación y ejercicio ayuda a enfrentar mejor la incertidumbre.
Buscar apoyo en otros
Hablar con familiares, amigos o profesionales nos da nuevas perspectivas y nos ayuda a no sentirnos solos. Desarrollar una mentalidad de aprendizaje. En lugar de ver las crisis como fracasos, podemos analizarlas como oportunidades para mejorar y crecer. Mantenerse Informado, pero con Equilibrio. El acceso inmediato a la información puede ser una bendición, pero también una fuente de ansiedad si no se maneja adecuadamente. Para evitar la sobrecarga de información elige fuentes confiables, evita la desinformación y las noticias alarmistas.https://www.informe21.com/publicaciones/categories/psicologia-y-salud
Establece límites de consumo de noticias porque no es necesario revisar cada actualización minuto a minuto. Lo mejor es informarte una vez al día.
Por el otro lado enfócate en las soluciones. Más allá de conocer los problemas, busca iniciativas o acciones que puedan ayudar a mejorar la situación. Si llegas a la convicción que ante una circunstancia no puedes hacer nada, sácala de tu circulo de influencia.
Convertir la incertidumbre en una fuente de motivación
Aunque la incertidumbre genera miedo, también puede ser un motor de acción. En lugar de quedarnos en la inacción, podemos usarla como una oportunidad para establecer nuevos objetivos personales o profesionales. Aprender habilidades que nos den más seguridad en el futuro y a adaptarnos a los cambios con una actitud proactiva en lugar de reactiva.
No podemos eliminar la incertidumbre del mundo en relación a la velocidad de los cambios, pero sí podemos cambiar nuestra manera de afrontarla. Aceptarla, enfocarnos en lo que podemos controlar, fortalecer nuestra resiliencia, mantenernos informados con equilibrio y convertir la incertidumbre en motivación son herramientas esenciales para no solo sobrevivir, sino prosperar en un entorno cambiante.
El reto no es evitar la incertidumbre, sino aprender a vivir con ella de una manera saludable y productiva.
Estrategias para el manejo de la Incertidumbre
Para evitar que la incertidumbre nos paralice o afecte negativamente nuestra salud mental, es crucial adoptar estrategias que nos permitan afrontarla con resiliencia.
Aceptar la incertidumbre: Negarla o resistirse a ella solo genera más ansiedad. Aceptar que no todo está bajo nuestro control nos libera de una carga innecesaria.
Enfocarse en el presente. Muchas veces, la incertidumbre nos arrastra a preocupaciones por el futuro. Practicar la atención plena (mindfulness) y centrarnos en el presente ayuda a reducir la ansiedad.
Tener un plan flexible. Aunque no podemos prever todo, establecer objetivos y estrategias nos permite afrontar lo inesperado con mayor confianza.
Reformular el pensamiento. En lugar de ver la incertidumbre como una amenaza, podemos interpretarla como una oportunidad para el crecimiento y la innovación.
Buscar apoyo. Hablar con amigos, familiares o profesionales de la salud mental nos ayuda a encontrar perspectivas y solución a nuestras preocupaciones.
La incertidumbre como herramienta para la Felicidad
La incertidumbre no solo es inevitable, sino que también puede ser un poderoso impulsor de la acción. En la historia de la humanidad, los mayores avances han surgido en momentos de crisis e incertidumbre. La búsqueda del conocimiento, la invención de nuevas tecnologías, la exploración de lo desconocido: todo ello nace de la necesidad de enfrentar lo incierto.
Cuando reconocemos un problema, la incertidumbre que genera nos impulsa a buscar soluciones. La clave está en establecer objetivos claros para superarlos y, así, alcanzar nuestras metas. Si permitimos que la incertidumbre nos inmovilice, perdemos la oportunidad de crecer. Pero si la utilizamos como una fuerza que nos motive a actuar, nos convertimos en protagonistas de nuestro destino.
En este sentido, la incertidumbre puede ser un aliado en la construcción de la felicidad. No un bienestar basado en la certeza absoluta, sino en la confianza de que, a pesar de no conocer el futuro, somos capaces de adaptarnos, de superar los obstáculos y de encontrar sentido en cada paso del camino. La incertidumbre es parte de nuestra existencia desde el inicio de la humanidad. No podemos eliminarla, pero sí aprender a gestionarla para que no nos detenga, sino que nos impulse a actuar con determinación. Aceptarla, planificar con flexibilidad, reformular nuestro pensamiento y usarla como una fuente de acción nos permite convertirla en una herramienta de crecimiento y felicidad. Así, en lugar de temerle, podemos aprender a verla como una oportunidad constante para reinventarnos y alcanzar nuestras metas... Si deseas profundizar sobre este tema o consultarnos, puedes escribirnos a psicologosgessen@hotmail.com. Que la Divina Providencia del Universo nos acompañe a todos. Nos vemos en la próxima entrega…
María Mercedes y Vladimir Gessen, psicólogos
(Autores de “Maestría de la Felicidad”, “Que Cosas y Cambios Tiene la Vida” y de “¿Quién es el Universo?”)
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