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Implicaciones y destino de los presos inocentes


El que sean culpables no significa que no tengan derechos. Imagen: Mohamed_hassan, Pixabay
El que sean culpables no significa que no tengan derechos. Imagen: Mohamed_hassan, Pixabay

En algunos casos, el gobierno de Estados Unidos ha optado por transferir a cientos (tal vez hasta miles) de individuos acusados de terrorismo a otras naciones, como El Salvador. Este proceso, al menos a mí, me plantea una serie de interrogantes y preocupaciones que abarcan cuestiones legales, derechos humanos y si está siendo apropiada la tan cacareada “administración de la justicia”.


Las transferencias de presos, particularmente aquellos acusados de terrorismo, suelen estar motivadas por diversos factores, empezando por el deseo de deshacerse de individuos considerados peligrosos más que la intención de colaborar con gobiernos extranjeros en el manejo de la seguridad. Esto en sí mismo no es criticable. Pero estas decisiones han sido y siguen siendo objeto de intensos debates y análisis en el ámbito político y social. ¿Por qué? Porque dentro de esos grupos hay personas inocentes.


Tomemos como ejemplo El Salvador, un país que ha enfrentado violencias y conflictos históricos, incluyendo una guerra civil por largos años.  Ha buscado cooperación internacional para fortalecer sus capacidades de seguridad y no hay duda de que lo ha conseguido bajo el mandato del presidente Bukele. Sin embargo, la implementación de estas estrategias, aunque muy aplaudidas por la mayoría, ha generado tensiones en el mundo de los derechos humanos, básicamente por las implicaciones que estas significan para los inocentes.


En algunas ocasiones, las acusaciones de terrorismo pueden estar basadas en pruebas insuficientes o en interpretaciones subjetivas de la ley. En El Salvador ha sido muy criticado que todo el que tenga un tatuaje está considerado, de plano, de pertenecer a una mara. Y eso no es una regla, ni es cierto en todos los casos. Esto lleva a que personas inocentes sean consideradas culpables, lo que subraya la importancia de garantizar un sólido sistema de justicia que respete los derechos de todos los acusados. Menos mal que en los Estados Unidos todavía existen jueces imparciales, capaces de ponerle un parado hasta al mismísimo presidente.


Otro problema que hay que resaltar es que, al trasladar a personas acusadas de delitos graves, existe el riesgo de que estas personas enfrenten un trato injusto o abusivo. No hay informes sobre las condiciones de detención en El Salvador, por lo que se han generado preocupaciones adicionales sobre el tratamiento de aquellos que son encausados, sobre todo, repito, de los que son inocentes. ¡Qué pesadilla! ¡Qué injusticia!


¿Es que nadie ha pensado que para los inocentes el ambiente carcelario podría ser profundamente negativo y contraproducente? Hay una inmensa necesidad de que haya un enfoque justo, y eso no lo veo por ninguna parte.


Frente a esta situación, las instituciones internacionales, así como las organizaciones de derechos humanos, pueden desempeñar un papel crucial en la supervisión y evaluación de estas transferencias para asegurarse de que se respeten los derechos de todos los individuos involucrados. Y sí, también de los que son culpables. El que sean culpables no significa que no tengan derechos. Lo que hay que evitar, de plano, es la transferencia de personas que son inocentes.


Quienes hoy aplauden la transferencia de presos acusados de terrorismo de Estados Unidos a El Salvador deberían pensar si todas estas personas pasaron por un cuidadoso examen y si existen pruebas contundentes en su contra. Para garantizar que el sistema de justicia refleje los principios de equidad y humanidad es fundamental que las decisiones en torno a estos traslados se basen en un respeto riguroso por los derechos humanos, garantizando el debido proceso y, por encima de todo, la protección de aquellos que son inocentes. Mi corazón con sus familias.


 

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