Desde el pasado martes 28 de noviembre, y hasta el 14 de diciembre, se estará celebrando en Caracas el II Festival de Cine de Turquía, que en su segunda edición ofrece un catálogo de 10 películas de diversos géneros, algunas de ellas laureadas en importantes festivales internacionales, como la que inauguró la muestra, La caja de Pandora, de la realizadora Yesim Ustaoglu, ganadora en 2008 de la Concha de Oro a la mejor película y la Concha de Plata (ex-aequo) a la mejor intérprete femenina, que recayó en la veterana actriz francesa Tsilla Chelton (fallecida en 2012, a los 94 años), quien compartió el galardón con la estadounidense Melissa Leo, por Río helado.
Leyendo las reseñas de la época, nos enteramos que esta cinta no figuraba en las quinielas de crítica y público, pero finalmente convenció al jurado, presidido por el director neoyorquino Jonathan Demme.
La historia se centra en tres hermanos cuarentones de Estambul, con marcadas discrepancias entre ellos, que una noche reciben una llamada informándoles que su madre ha desaparecido de su casa de la costa Oeste del Mar Negro, por lo cual se ven obligados a unirse para buscarla.
Los conflictos no tardarán en resurgir, cuando al hallar a su madre presa de un extraño comportamiento, la llevan a un hospital, donde le diagnostican el mal de Alzheimer. A partir de allí, en medio de una atmósfera predominantemente sombría y con una narración cinematográfica sumamente lenta, que bordea lo tedioso, se desatan las distintas historias del clan familiar, agobiado por la pérdida de memoria de la madre.
Su falta de memoria funciona como reflejo de toda una sociedad, encarnada por esos tres hermanos de mediana edad que se ven obligados, a causa de la enfermedad materna, a enfrentarse a sus propios males: la necesidad de controlarlo todo, la depresión, la falta de autoestima o la irresponsabilidad crónica, según el caso. Las relaciones humanas que se establecen entre ellos proveen fragmentos de retrato de un país, Turquía, entonces en plena transición.
Y no solamente eso, sino que los hijos se dan cuenta de cómo influye en la vida de una familia el hecho de tener una persona con Alzheimer, una contingencia que les hace poner de manifiesto sus grandezas y miserias.
Tsilla Chelton, la galardonada anciana protagonista del filme, tuvo que aprender su papel en turco, en una caracterización realmente magistral y profundamente creíble. Es, sin duda alguna, el motivo por el que ir a ver esta película.
Al margen de una historia cuya construcción cinematográfica no se caracteriza para muchos por su fluidez ni por su enérgica vitalidad, el solo hecho de disfrutar de la muy notable actuación de la señora Chelton, hace de La caja de Pandora una muy gratificante experiencia, que se suma a las que nos han producido otras cintas sobre esta enfermedad, que afecta mundialmente a 47 millones de personas. Entre ellas hay títulos emblemáticos como El hijo de la novia (Juan José Campanella, 2001), Nebraska (Alexander Payne, 2013), Siempre Alice (Wash Westmoreland y Richard Glatzer, 2014), La memoria infinita (Maite Alberdi, 2023) y El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004), entre otros muchos.
Volviendo al II Festival de Cine Turco, hay que decir que todas las proyecciones son gratuitas y tienen lugar en simultáneo en el Trasnocho Cultural y Cines Unidos Líder hasta este miércoles 4 de diciembre. También habrá funciones especiales, desde el 5 hasta el 14 de diciembre, dentro del marco del Gran Cine Móvil, en diferentes espacios de la capital; así como los días 7 y 14 de diciembre en Cine Ávila Líder.
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