La cumbre de jefes de estado de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Buenos Aires, Argentina, terminó el martes 24 de enero con discursos grandilocuentes en defensa de la democracia, pero en los hechos resultó ser un acto de apoyo a las dictaduras y a los golpistas.
Para empezar, se permitió que el dictador cubano Miguel Díaz-Canel, junto con los cancilleres de Venezuela y Nicaragua, se sentaran a la misma mesa, de igual a igual, con presidentes elegidos democráticamente. Eso le dio a estos regímenes totalitarios una legitimidad política que rara vez reciben en reuniones internacionales.
Lo que es peor, el anfitrión de la cumbre, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, afirmó en la reunión que “todos los que están aquí han sido elegidos por sus pueblos”.
Eso no fue solo una mentira descarada, sino un insulto a la inteligencia. Cuba no ha permitido elecciones libres en los últimos 64 años, prohíbe todos los partidos políticos de oposición y no permite un solo periódico, radio o estación de televisión no gubernamental. No hay elecciones libres en Cuba.
El dictador venezolano Nicolás Maduro se reeligió a sí mismo fraudulentamente en 2018 tras encarcelar o inhabilitar a candidatos opositores, censurar a los medios y no permitir observadores internacionales.
En Nicaragua, Daniel Ortega, se reeligió a sí mismo por cuarto mandato consecutivo en las elecciones amañadas de 2021, en las que encarceló o prohibió a todos los principales candidatos de la oposición. Los tres países están acusados de violaciones masivas de derechos humanos.
Maduro inicialmente había prometido asistir a la cumbre, pero se quedó en casa en el último minuto después de que los líderes de la oposición argentina pidieran su arresto internacional. El gobierno de EE. UU. tiene pendiente una orden de captura de Maduro por $15 millones de dólares por cargos de narcotráfico.
Además de ayudar a legitimar los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, varios presidentes en la cumbre de la CELAC apoyaron el fallido golpe de Estado del 7 de diciembre del expresidente peruano Pedro Castillo en Perú.
Los presidentes de Colombia y México pronunciaron apasionados discursos en defensa de Castillo, quien fue legítimamente destituido por el Congreso tras su intento de golpe de Estado.
El presidente de México, Manuel López Obrador, dijo en la cumbre que “fue una infamia lo que hicieron con Pedro Castillo y la forma que están reprimiendo al pueblo” en Perú.
De hecho, Castillo ordenó el cierre del congreso y anunció que gobernaría por decreto en un discurso televisado al país. Fue un autogolpe a la vista de todo el mundo.
También en la cumbre, el presidente de Argentina y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dieron una bienvenida de héroe al expresidente boliviano Evo Morales, quien también había tratado de mantenerse en el poder por vías inconstitucionales. Morales se postuló ilegalmente para un cuarto mandato en 2019 y se proclamó ganador de una elección fraudulenta antes de verse obligado a renunciar.
Entre las pocas voces que defendieron las libertades fundamentales en la cumbre de la CELAC estuvieron las del presidente de Chile, Gabriel Boric, y el presidente de Uruguay, Luis Lacalle.
La declaración final de la cumbre de la CELAC, de 28 páginas, es una lista de buenos deseos sobre comercio, medio ambiente, y docenas de otros temas. No menciona la crisis peruana, presumiblemente porque las declaraciones finales de la CELAC deben ser aprobadas por consenso.
En una sección especial sobre Cuba, la declaración final de la CELAC pide que se ponga fin al embargo comercial de Estados Unidos contra Cuba, y exige que Estados Unidos quite a Cuba de su lista de naciones que patrocinan el terrorismo. Pero la declaración no le pide a Cuba que celebre elecciones libres, ni que libere a los presos políticos.
El párrafo final de la declaración anuncia que la próxima cumbre de la CELAC será presidida por San Vicente y las Granadinas, cuyo primer ministro Ralph Gonsalves es un aliado cercano de Venezuela, Nicaragua y Cuba, y ha estado en el poder desde hace 22 años.
En resumen, la cumbre de la CELAC habló de la democracia, pero en los hechos le dio oxígeno político a los dictadores y a los golpistas.
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