No es cierto que la pobreza haya aumentado en el mundo durante las últimas décadas. Un interesante trabajo realizado por el IESA bajo el título: “Recuperar la Prosperidad”, arroja importantes cifras y análisis en este sentido.
Por ejemplo, de acuerdo a estudios hechos por este equipo de investigadores venezolanos, desde el siglo XV de la era cristiana hasta mediados del siglo XVIII, el ingreso per cápita real mundial evolucionó a una tasa de crecimiento imperceptible del 0,08% interanual. A raíz de la revolución industrial e institucional que significó el avance del capitalismo en el mundo, esto cambió notablemente. En ese sentido el estudio citado nos indica que en el siglo XIX la tasa de crecimiento del ingreso per cápita real promedio subió al 0,17% interanual a nivel mundial.
Desde principios del siglo XX hasta 1960, esa tasa subió a 0,88% interanual en promedio. A partir de la década de los 60 del siglo y hasta los años 90 del siglo pasado, ese crecimiento se elevó a 2,2% a nivel mundial. Un dato importante es que la población del planeta creció en ese mismo período a un ritmo interanual de 1,8%, es decir, aumentó a un ritmo menor que el ingreso real por habitante.
Para ver mejor el fenómeno echamos un vistazo a otros datos. Por ejemplo, la producción total del mundo en 1960 era de 6,7 billones de dólares (dólares constantes de 1985) y para el 1990 esa producción mundial pasó a 23 billones de dólares (más que se triplicó). Si vemos la población mundial, tenemos que para el año 1960 ascendía a 3 mil millones de habitantes y en 1990 subió a 5 mil 300 millones de habitantes. En otras palabras, en ese mismo período la producción del planeta aumentó más de tres veces y la población ni siquiera se duplicó, lo que indica que la gente incrementó su participación per cápita en la generación de riqueza.
Según cifras del Banco Mundial, la población en condiciones de pobreza extrema a nivel planetario, es decir, la que percibe menos de un dólar diario, era de 550 millones de personas en 1970, el equivalente a 17% de la población mundial. En el año 2.000 ese número disminuyó a 350 millones de personas, 6,7% de la población del globo. Si consideramos en pobreza extrema a las personas que ingresan menos de dos dólares diarios, el mismo
Banco Mundial nos indica que en 1970 era el equivalente a 1.300 millones de almas en todo el mundo, es decir 41% de la población total y en el año 2.000 esta cifra alcanzó a los 970
millones de personas, es decir 19% de la población planetaria.
Para el año 2018, la referida cifra de pobreza se ubica en 10%. Visto en la dimensión alimentaria, Carlos Machado Allison, un investigador venezolano en materia de agricultura y agronegocios, nos aporta datos interesantes. En 1960 la población del planeta, como ya dijimos era de 3 mil millones de personas y en el año 2.000 ascendía a casi 6 mil millones. En ese lapso, el número de kilocalorías disponibles por día para cada ser humano a nivel
mundial pasó de 2.200 a 2.800, un incremento de 24%. Para el año 2018, según fuentes independientes dignas de todo crédito, la cantidad de kilocalorías que diariamente están al alcance de las personas en el mundo asciende a la cantidad de 3.100.
Es sencillamente notable el hecho de que en el período citado se haya duplicado la población del planeta, y a pesar de eso, no sólo se haya podido mantener en el tiempo la cantidad de alimentos a disposición de las personas, sino que inclusive haya aumentado su
producción en más de una quinta parte. Esto sin duda echa por tierra aquella tesis demográfica y económica maltusiana (del economista británico Thomas Robert Malthus) la cual postulaba que mientras los recursos disponibles en el mundo crecían de manera aritmética, la población crecía de forma geométrica.
En el caso venezolano también hay datos muy interesantes. Antes que nuestro país se vinculara estrechamente con el circuito económico capitalista mundial, cosa que ocurrió en 1920 con la presencia del petróleo como factor fundamental de nuestra economía, el crecimiento del ingreso por habitante era prácticamente imperceptible. A partir de allí se produce un incremento en el ingreso real de los venezolanos de manera constante durante casi 60 años, aunque este proceso se detiene en 1977 por razones que tienen que ver con los cambios que se realizaron en los arreglos institucionales relacionados con el control estatal de la industria petrolera.
En las últimas dos décadas, previo al inicio de la pandemia global del coronavirus, se ha experimentado un crecimiento importante de la economía mundial que estuvo en el orden de 4% interanual, de acuerdo a cifras del banco Mundial. Tal fenómeno sin duda fue ocasionado esencialmente por el incremento de la producción de China, India y muchos de los países del ex bloque soviético que han liberalizados sus economías y adoptados reformas de corte
capitalista.
Igualmente, en lo relativo a la Unión Europea, este bloque se rige por claros y sólidos acuerdos económicos y políticos que garantizan el libre flujo de bienes y servicios en el viejo
continente. Economías como la alemana, la italiana y la francesa, con altas tasas impositivas para garantizar un sistema de seguridad social a su población, están realizando reformas, ya que tal circunstancia les hace perder competitividad frente al avance asiático, sobre todo de las mercancías procedente de China.
En definitiva, en el mundo, durante las últimas décadas, y particularmente luego de la caída del muro de Berlín, se ha producido una expansión de las formas de producción capitalistas
que han incorporado a muchas naciones que antes abrazaban el credo socialista, a la dinámica del libre mercado, de la iniciativa privada, de la producción y acumulación de riqueza. Tal circunstancia empujó durante un prolongado período de tiempo los precios de la energía, ya que millones de nuevos consumidores se han incorporado a los mercados internacionales debido a que quieren tener mejor calidad de vida material.
Sin embargo, en Venezuela, este proceso de reducción de la pobreza a nivel mundial, encuentra su excepción. Es insólito, pero según datos de la CEPAL, en América Latina, sólo tres países han retrocedido en sus niveles de ingreso per cápita real en los últimos 30 años. Estos países son Cuba, Venezuela y Argentina.
En el caso de nuestro país, este desempeño económico tan negativo no tendría explicación aparente. Mucho menos cuando encontramos que durante los últimos 20 años al país entraron más de un billón de dólares por concepto de exportaciones petroleras.
Si pensamos que el Plan Marshall, con el cual se reconstruyó a Europa después de la segunda guerra mundial, alcanzó una inversión de aproximadamente 13 mil millones de dólares, los cuales serían el equivalente a unos 72 mil millones de dólares de hoy, entonces tenemos que sobre nuestra nación cayó un aguacero de petrodólares, es decir, más de 10 veces superior a lo que se utilizó para reedificar el viejo continente.
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