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Foto del escritorAquilino José Mata

La sustancia, una cruda película sobre la obsesión por la belleza


La actuación de Demi Moore es notable por la intensidad emocional que aporta a su personaje. Foto: Capture

Elisabeth Sparkle (Demi Moore) ha ganado un Oscar, tiene su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y se mantiene con cierta popularidad gracias a un show televisivo de fitness. Sin embargo, pasados los 50 años, ya es considerada vieja por Harvey (un desbordado histriónicamente Dennis Quaid), el ejecutivo de la cadena que lo produce y que se plantea encontrar una reemplazante más joven.


Después de un aparatoso choque automovilístico, del que sale milagrosamente ilesa, Elisabeth recibe una enigmática propuesta, llamada La Sustancia, que le permitirá obtener, complementariamente, una mejor versión de sí misma. Para ello, debe inyectarse una fórmula que la llevará a dividir su existencia con dos tipos de mujer una semana cada una. Cuando se aplica la primera dosis vendrá su versión mejorada, al tomar durante siete días la fisonomía de la juvenil Sue (Margaret Qualley), dueña de un cuerpo perfecto y que rápidamente se convertirá en la estrella del canal.


Mientras Elisabeth entra en una inercia depresiva y Sue no deja de ascender y de llevarse el mundo por delante, ocurre lo impensado: en medio del desenfreno, la joven se olvida de cumplir con el plazo exacto de 7 días para pasarle el testigo a su otro yo, generándole a la veterana horribles secuelas físicas.


Sobre esta base se desarrolla La sustancia, película de la directora francesa Coralie Fargeat, ganadora del premio al mejor guión en Cannes 2024, exhibiéndose actualmente en Venezuela.


Se trata de una apuesta teñidísima de humor negro, que propone un acercamiento femenino, vía body horror, a mitos clásicos como los de Dorian Grey, Frankenstein, Jekyll & Hyde y Fausto y a realizadores como el Brian De Palma de Doble de cuerpo y Carrie, y el Stanley Kubrick de El resplandor.


No conviene agregar mucho más, a riesgo de caer en el spoiler, de lo que ocurre en las dos horas y media de desenfrenada historia. La directora, Coralie Fargeat, apoyada en dos poderosos ingredientes, como el terror y la acción, tal y como lo hizo en Revancha, su ópera prima de 2017, apela a no pocos excesos y caprichos para sostener la narración cinematográfica, pero esta vez lleva su visión un paso más allá, adentrándose en una trama que no solo explora los terrores físicos del cuerpo, sino también las ansiedades culturales y sociales en torno a la juventud, la belleza y la relevancia en una sociedad obsesionada con las apariencias.


La actuación de Demi Moore es notable por la intensidad emocional que aporta a su personaje, es alguien que lucha contra un sistema que la ha moldeado y ahora la rechaza. El suyo es un rol trágico y complejo, en tiempos en los que las cirugías plásticas deforman rostros y sustancias como el bótox y otras similares prometen ser el elíxir de la eterna juventud.


En cuanto a Margaret Qualley, ofrece un contraste inquietante con su frescura y vulnerabilidad, una mezcla de inocencia y peligro. Muestra cómo esta versión “mejorada” de Elisabeth es también una amenaza para su propia identidad.


La Sustancia es una buena opción en la cartelera, un eficaz coctel de horror con comedia negra, una sátira para nada sutil, pero bastante efectiva, que no dejará a nadie indiferente.



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