Los actos celebratorios del día de la mujer, son en muchos casos, un ejercicio
de cinismo de marca mayor. Pudiera citar aquí varios ejemplos de esas
puestas en escena plagadas de falsedades para supuestamente, “homenajear
a las mujeres del mundo”, cuando más bien lo que consta son las continuas
agresiones de las que son victimas. Por tal razón voy a concentrarme en la
tragedia que padecen las mujeres en Venezuela.
En nuestro país las mujeres se abrieron paso a fuerza de luchas constantes
para defender sus sueños de incorporarse como corresponde, a cualquier ser
humano de cualquier género, en los escenarios que ofrecían los cambios que
se estaban verificando en todo el mundo. Venezuela no escapaba a esos giros
que representaban una oportunidad para las mujeres que aspiraban ingresar a
las aulas universitarias en donde demostraron sus capacidades, tanto así que
al día de hoy, una porción significativa de profesoras a nivel superior,
funcionarias del poder judicial, gerentes del sistema bancario, por ejemplo, son
mujeres.
Las mujeres hemos podido demostrar que conseguimos nuestros objetivos a
base de esfuerzos, capacitándonos, superándonos en todos los terrenos, sin
necesidad de apelar a nuestra condición de mujeres para obtener ventajas o
privilegios. Escalamos posiciones de relevancia en el mundo esmerándonos en
evidenciar que somos competitivas porque somos capaces de asumir roles en
cualquier área de esta vida y salir airosas con nuestros desempeños. Así
tenemos a mujeres que han encabezado proyectos agropecuarios, que se han
colocado a la cabeza de industrias que impulsan desarrollos tecnológicos, que
se dedican a las academias, al arte, al deporte y a la política. Y todas esas
facetas no limitan nuestras responsabilidades de madres que viene a ser la
sublime misión que Dios nos asignó en esta vida terrenal.
Por todo lo antes dicho es que deploro los actos para homenajear a las
mujeres por parte de un régimen que las somete a salarios indignos. Ese
régimen que ha perseguido a los maestros, que ha cerrado escuelas, que ha
condenado al ostracismo a las casas universitarias más prestigiosas de
Venezuela, que mantiene bajo prisión o sometidas a régimen de presentación
ante tribunales a miles de mujeres, simplemente por discrepar de las políticas
de quienes han arruinado la existencia de millones de familias venezolanas.
Bien se sabe que en Venezuela millones de hogares son capitaneados por
mujeres, esas abnegadas madres que salen a trabajar para tratar de conseguir,
a duras penas, el “pan nuestro de cada día”. Esas mujeres que sufren junto a
su respectivo cuadro familiar las penurias de la escasez de alimentos o la cada
día más aguda crisis de servicios públicos. Por lo tanto, celebraremos cuando
en Venezuela las mujeres disfruten de libertad y de una vida en democracia
que nos garantice cabalmente nuestros derechos como personas y no será
fiesta de un día sino para todos los santos días de nuestra existencia.
Mitzy C. de Ledezma
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