6 May 2012
Básicamente, quienes no están en el PSUV, ni apoyan a Chávez, se encuentran ubicados en la oposición, o entre los no alineados. Pueden votar por el abanderado de la oposición o abstenerse de sufragar. De manera que si Chávez es candidato, o deja de serlo, no les afecta. El problema lo tienen los seguidores del comandante. Si Chávez es el candidato y recupera su salud, ellos piensan que ganarán, y tienen una alta probabilidad de que así sea. Pero, si -como parece ser- el presidente tiene que ocuparse de su salud en mayor medida, y no pudiera continuar en la jefatura del Estado, ni mucho menos en la campaña electoral, el dilema para sus seguidores es grave. Veamos: En primer lugar, se quedan sin presidente y sin candidato. Es decir, la revolución queda descabezada. El culto a la personalidad ha evitado -hasta el día de hoy- que otros liderazgos nacionales surjan. Las preguntas son dos, ¿Quién asumiría la jefatura de Estado? y ¿Quién sería el candidato?
En principio, y de manera encubierta, algunos dirigentes se han ocupado de prepararse para este escenario. Por un lado, están Nicolás Maduro y Elías Jaua que podrían ponerse de acuerdo. Jaua asumiría la presidencia hasta que termine el mandato y Nicolás sería el abanderado o viceversa.
Por otro lado, está Diosdado Cabello y su combo cívico-militar que pudieran buscar una salida supra-constitucional y alzarse con el coroto.
Por último está la familia. Adán Chávez o la hija del mandamás, quienes contarían con el apoyo de los incondicionales del comandante.
La fórmula Elías-Nicolás cuenta con apoyo cívico-militar fuerte. Los hombres de uniforme, no comprometidos con algunos generales cuestionados, ni con la logia militar del 4F-MBR200, que comanda Cabello, podrían apoyar esta dupleta. Los Castro también.
Diosdado, igualmente, tiene amplio respaldo castrense, sus colegas de promoción y la logia del 4F-MBR200 son quienes aparentemente ocupan la mayoría de los mandos que harían posible una insurgencia “cuasi-institucional” mediante los confusos articulados sobre los estados de emergencia o de conmoción. Así están las cosas. Por una parte, el país se encamina a definir el próximo gobierno a través de unas elecciones democráticas, y por la otra, en el oficialismo se debate cómo se pueden quedar en el poder aunque no sea por la vía electoral.
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