Wim Wenders nunca se imaginó que aceptar la invitación de Koji Yanai, para que visitara su
proyecto de renovación de retretes en Tokio, inspiraría una de las cintas más hermosas de su
filmografía: Estoy hablando de Perfect days.
Yanai invitó al cineasta alemán para que hiciera una serie de cortos de no ficción, con el fin de promocionar los baños públicos de última generación, que fueron diseñados por arquitectos de renombre. Pero en lugar de eso, Wenders tomó la decisión de hacer una película y a través de ella logró crear una atmosfera de tranquilidad y simpleza que invita a disfrutar de los tesoros de la cotidianidad.
Sin ánimo de hacer spoilers, la nueva cinta de Wim Wenders es ideal para verla cuando estés
triste, cuando estés en una disyuntiva o en esos momentos en los que quieres bajarte del
mundo. Es una película que transmite mucha paz.
Perfect days nos cuenta la historia de Hirayama (personificado por Kōji Yakusho), un empleado del gobierno de Tokio que se encarga de mantener aseados los baños públicos de la ciudad. A simple vista, la vida del protagonista podría resultar aburrida y monótona.
Despertarse con el ruido de su vecina barriendo la calle, doblar la colchoneta donde duerme,
ponerse el uniforme, tomar un café de la máquina expendedora dispuesta en el garaje de su
edificio, subirse a su camioneta, poner un casete en el Stereo del auto y comenzar su jornada.
Hasta acá, es sin duda la rutina de cualquier persona.
Pero todo cambia cuando Hirayama enciende el motor de su Daihatsu color azul y comienza su trayecto por las calles de Tokio. Pues no es simplemente un auto desplazándose por el asfalto, también es un viaje musical por grandes canciones que marcaron una época, y en mi opinión, seguirán marcando esta, pues la banda sonora de Perfect days en una joya en sí misma.
Canciones como Perfect Day (Lou Reed), House of the Rising Sun (The Animals), Sleepy City
(The Rolling Stone), Redondo beach (Patti Smith) y Feeling God (Nina Simone); son solo
algunas de las canciones que ambientas esta cinta carente de diálogos entre sus personajes.
La literatura también se hace presente en esta carta de amor de Wenders a Japón. Obras como Once (Patricia Highsmith), Las palmeras salvajes (William Faulkner) y Árbol (Aya Kōda) son lecturas que acompañan al protagonista cada noche antes de dormir, o mientras espera en la lavandería.
Otra de las artes que se hace presente en Perfect days es la fotografía, pero no hablo
solamente del manejo de la luz y la atmosfera creada por Franz Lustig. Sino de los sueños de
Hirayama, que fueron recreados magistralmente por Donata Wenders (Esposa de Wim) a
través de maravillosos collages de fotos blanco y negro tomadas desde la cámara analógica del protagonista del film, donde se hace un recuento de lo que vivió Hirayama durante el día.
Sin lugar a dudas el gran tesoro de Perfect days es cómo nos hace reflexionar acerca de las
relaciones humanas con la naturaleza. Por ejemplo, cada mañana cuando Hirayama sale de su casa levanta la mirada, se toma unos minutos para ver al cielo, y tras hacerlo siempre se dibuja en su rostro una sonrisa. Por las noches, tras terminar su jornada, riega con dedicación cada una de sus plantas.
Durante su descanso para almorzar, se sienta en el banco de una plaza para disfrutar de las
frondosas ramas de un árbol, que va fotografiando con su cámara de rollos buscando capturar uno de esos regalos que brinda la naturaleza solo a quienes son dignos de disfrutarla. Se trata del “komorebi”, una palabra japonesa que describe a la luz del sol que se filtra entre las hojas.
Y la frutilla del postre de Perfect days es la escena final, cuyo fotograma sin duda, se volverá
objeto de culto por generaciones.
Gracias Wenders por recordarnos el valor de las cosas simples de la vida y la importancia de
vivir a plenitud cada minuto de la vida porque: “La próxima vez será la próxima vez, pero ahora es ahora”.
Puedes ver Perfect days en la plataforma de Streaming MUBI
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