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Foto del escritorLeandro Rodríguez Linárez

Primarias con CNE y Presidenciales


En Venezuela el problema de fondo es que el candidato del régimen apenas bordea el 10%. Imagen: mohamed_hassan, Pixabay

Debemos partir de la realidad y ésta indica que el chavismo jamás permitirá elecciones ajustadas a derecho, a la democracia, porque sencillamente no tiene la más mínima posibilidad de ganarlas.


Detrás de ese contexto se esconde un sinfín de acusaciones en su contra como la corrupción más atroz registrada por la historia, delitos de lesa humanidad y presuntos vínculos con el narcotráfico y el terrorismo. En consecuencia, requiere los recursos, armas e instituciones del Estado para sentirse a salvo.


En igual condición se encuentra el G4+, tampoco tiene posibilidades de alzarse con el triunfo en las primarias que se celebrarán a finales de octubre, más cuando dos de sus organizaciones absurdamente abanderaron personajes inhabilitados. Usamos el vocablo “absurdo” no sabiendo si existe alguna negociación entre el régimen y éstos.


De esta forma, el G4+ podría estar intentando evitar las primarias, jugar a un consenso aludiendo tiempo, recursos o cualquier otro ardid. Este escenario no luce tan descabellado cuando observamos recientemente a Diosdado Cabello asomar la posibilidad de adelantar las presidenciales para este mismo año, sea como sea, ningún escenario parece exagerado cuando hablamos de chavismo.


Hasta la fecha (y por mucho) María Corina Machado es la candidata a vencer, pero su condición de “enemiga” del régimen y falsa oposición la coloca en una situación de desventaja. Estos sectores podrían aliarse para sacarla del juego electoral, más aún cuando ella ha dicho que exigirá condiciones, como por ejemplo un CNE imparcial.


Otra carta bajo la manga con la que pudiera sorprender el chavismo es que luego de las primarias puede decidir suspender las inhabilitaciones a todos los candidatos que la tengan, y pactar con ellos recursos, cuotas de poder y otras dádivas con la condición que lleguen hasta el final, hasta las elecciones, con el objetivo de confundir y dispersar el voto opositor entre alacranes, G4+, el triunfador de las primarias y demás apariciones de recta final.


Para estos sectores es complicado, podemos asumir que María Corina Machado es quien puede legitimar las presidenciales 2024, inhabilitarla o dejarla fuera del juego a través de cualquier otra artimaña crearía un halo nebuloso en un proceso electoral que difícilmente puedan validar los internacionales.


Otro escenario que creemos muy probable es que, debido al altísimo rechazo hacia Nicolás Maduro, el régimen se vea obligado adelantar las regionales y/o municipales con las presidenciales, así obligar a éstos a trabajar en conjunto por la reelección del presidente más repudiado de nuestra historia. Es una lección que aprendió duramente el chavismo en la reforma 2007, cuando Chávez la perdió porque solo contempló su reelección. En 2008 incluyó a los gobernadores y alcaldes para obligarlos a trabajar.


Existen muchos escenarios y protagonistas oscuros que difícilmente nos depararán un proceso electoral limpio, transparente. Así como ocurre en Turquía, la desinstitucionalización del país permite a Erdogan preservar el poder a través de la violencia institucionalizada. En Venezuela, aunque existe misma desinstitucionalización, el problema de fondo es que el candidato del régimen apenas bordea el 10%, allí la necesidad de minar el escenario electoral con un multiverso de “candidatos opositores”. Por eso nuestra perenne crítica a seguir jugando bajo la agenda del régimen, la aclamación a una oposición real ¡que se oponga!


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