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Foto del escritorAntonio Ledezma

¿Qué harán María Corina y Edmundo?


Es hora de que los líderes de la ONU, OEA y Unión Europea digan qué harán el próximo 10 de Enero. Foto: Archivo I21

María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, hicieron lo que tenían que hacer.

Eso ha quedado registrado en la reciente historia de estas más de dos décadas de lucha

de resistencia cívica en Venezuela. María Corina se sobrepuso a las más viles maniobras

del régimen de Maduro que la inhabilitó, con la idea aviesa de que ella “estallaría en

ira”, y se dedicaría a promover la calculada abstención que Maduro esperaba, para

entremeter en esa oquedad su esquema fraudulento, que se le quedó frustrado en la

noche del 28 de julio.


Por su parte, Edmundo González Urrutia, asumía el testigo que colocó en sus manos

María Corina, providencial operación política de alto vuelo impulsada desde la

plataforma unitaria, y desde entonces gallardamente Edmundo González cumplió ese rol

inesperado de ser el abanderado de una candidatura presidencial arrolladora. María

Corina y Edmundo hicieron lo que tenían que hacer, encarando un reto colosal, dejando

pasmado a todos los observadores internacionales que llegaron a pensar, que tal

esquema indisoluble, no era sino una ilusión que se evaporizaría por efecto de las

amenazas de ese régimen virulento, capaz de emprender las más insospechadas

arbitrariedades.


Ante lo anterior, la ciudadanía venezolana también se disponía a cumplir su epopeya. En un

país en donde se levantan las familias sin nada que poner sobre la mesa matutina para

desayunar; sin la posibilidad de contar con el chorrito de agua potable y a sabiendas de

que la oscuridad era la deriva de un hogar sin luz eléctrica; con unos bolívares

devaluados que se rinden ante la enseñoreada inflación; mujeres y hombres armados de

fe y movilizados solamente con esa promesa sentimental de soñar con el retorno de los

seres queridos, aventados hacia esa diáspora inimaginable, salieron a votar, “contra

viento y marea”, logrando vencer a esa sanguinaria dictadura. Esa gente osó o aventuro

a afrontar a la prepotente dictadura, y fue cuando vimos a madres, padres, abuelos, hijos

y nietos, arremolinarse en torno a las improvisadas tribunas, en las que aparecía, como

la divina providencia, aquella mujer que se convirtió en el diapasón de una sociedad

adormecida por los efectos de frustraciones, decepciones y temores difundidos, por un

régimen implacable a la hora de secuestrar, torturar y matar a los que se quejaban,

siquiera, de tales tragedias.


María Corina y Edmundo protagonizaron una gesta que desató los más inesperados

análisis de observadores propios y extraños, que no se podían creer que aquella

campaña adelantada sin recursos financieros, con el bloqueo de los medios de

comunicación y con el comando de campaña asilado en una embajada, terminaría con

ese refulgente triunfo que, hasta el día de hoy, Nicolás Maduro no ha podido desmontar.

La verdad está a la vista de todo el mundo en cada una de las actas exhibidas, dentro y

fuera del país, por los expertos electorales que certifican que tales documentos son

verídicos y que por lo tanto la inversión de la carga de la prueba queda a merced de los

derrotados, que por lo visto se refugian en la despótica posición de desconocer la

voluntad soberana de millones de electores que decidieron el destino de Venezuela para

los próximos años.


A partir de ahora la fecha medular está representada en ese memorable 28 de julio, de

allí surge el mandato constitucional que no se puede desconocer, salvo que la dictadura

imponga sus designios y se atreva a secuestrar a un pueblo, convirtiendo el territorio de

Venezuela en suelo de una gigantesca cárcel, en la que somete a millones de seres

humanos y desde allí amenace la paz y la estabilidad de todo un hemisferio. En ese 28

de julio radica la legitimidad de origen que le otorga a Edmundo González la condición

de presidente electo. Entonces la pregunta invertida es ¿qué hará Maduro? ¿Reincidir en

la perpetración de más crimines de lesa humanidad? ¿Qué harán las Fuerzas Armadas

Nacionales? ¿Ser alcahuetas de una corporación criminal que masacra a gente inocente?

¿Qué harán las instituciones creadas y llamadas a intervenir ante esa seguidilla de

crimines de lesa humanidad en los que reinciden en perpetrar Maduro y sus cuadros de

mando?


Es una sospecha confirmada que, en Venezuela, desde las dependencias de

identificación que controlan agentes castristas, se documentan a actores del terrorismo

internacional. Esta más que comprobado que desde Venezuela operan cárteles del

narcotráfico que despachan sin limitaciones, miles de toneladas de narcóticos con los

que inundan los oscuros mercados de ese diabólico negocio en el Caribe, África, Europa

y Norteamérica.


Pues bien, no sigan excusándose con esa interrogante perspicaz dejando sobre las

espaldas de la gente, que ya hizo lo que tenía que hacer, de manera valerosa y audaz,

asumiendo las consecuencias del presagiado baño de sangre que como ultimátum

enuncio Maduro. No le pidan a María Corina y a Edmundo González que repitan otro

28 de julio sin que antes se honre ese edicto soberano. La palabra la tiene el Fiscal de la

Corte penal Internacional en cuyas manos están los pliegos de los expedientes en los

que constan la infinidad de crímenes de lesa humanidad. La responsabilidad la tienen

los lideres de la ONU, de la OEA y de la Unión Europea que han manoseado las actas

que suman la astronómica ventaja que le da la victoria incuestionable de Edmundo

González Urrutia. Es hora de que digan de una vez por todas qué harán el próximo 10

de enero de 2025.


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