A la hora de hacer un balance histórico de la producción de la televisión venezolana, habría que mencionar en primer término a Raúl Amundaray como el galán más prototípico del género telenovela. Nació en Caracas el 18 de mayo de 1937, en el seno de una familia humilde.
“Empecé desde abajo. Era huérfano de padre desde los tres años y con solo once comencé como repartidor en una farmacia, mientras paralelamente cultivaba mi vocación artística, gracias a las monjitas de mi colegio, que sembraron en mí esa pasión, por mi desempeño en los actos culturales de la escuela”.
Así lo expresó en una entrevista que le hice para El Universal, publicada el 27 de octubre de 2019, la última que concedió antes de su fallecimiento, el 20 de enero de 2020, en Houston, Estados Unidos, ciudad donde residía.
Muy joven, a los 20 años, incursionó como actor en la radio. Formaba parte del elenco de Radio Rumbos, cuando recibe una oportunidad de Radio Caracas Televisión para comenzar a trabajar en ese canal. En 1963, a los 26 años, y luego de debutar en un teleteatro con Amalia Pérez Díaz, en la adaptación de la obra de Jean Cocteau El bello indiferente, entra como galán de Eva Moreno en Historia de tres hermanas, seriado semanal que la primera actriz estelarizaba con Eva Blanco y Doris Wells. Encarnó allí a Leonardo de Andueza, un luchador por la independencia de Venezuela.
En 1965 lo escogen como el protagonista de El derecho de nacer, obra señera del género telenovela escrita por el cubano Félix B. Caignet. El personaje de Albertico Limonta, el noble médico que encarnó, lo marcó para siempre y se erigió en su trampolín a la fama. A partir de allí el éxito fue indetenible.
Como galán dominó varias décadas entre los años 60 y 90. “Muchos años después hice El asesinato de Delgado Chalbaud”, de José Ignacio Cabrujas, serie que considero uno de los mejores trabajos de mi carrera”, expresó en la entrevista aludida.
“Otro hito en mi trayectoria fue Cristal, de Delia Fiallo, gracias a la cual estuve varias veces en España y fui premiado allá como mejor actor. Más recientemente, recuerdo con particular afecto el papel de Don Pipo, el abuelo bueno y simpático que escribió Mónica Montañés para mí en su telenovela ¿Vieja, yo?, que transmitió Venevisión. Y si alguna gran satisfacción en mi trayectoria debo mencionar, es la de haber trabajado con las más grandes actrices: Eva Moreno, Marina Baura, Doris Wells, Lupita Ferrer y Pierina España. Ellas eran las mejores”.
“Antes nosotros éramos la cabeza de la industria televisiva en materia de telenovelas”, dijo del género que lo hizo famoso. “Recuerdo que en la época en que trabajaba en Cristal iban periodistas colombianos a Caracas a entrevistarme. Ahora nosotros involucionamos como productores de dramáticos y ellos son los que reinan, junto a los mexicanos. En ambos países se hacen muy buenas telenovelas”.
Menos de tres meses después de esta conversación, Raúl Amundaray fallecería de un ataque cardíaco y sus cenizas fueron trasladadas a Aruba, en donde viven sus hijos.
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