
La primera vez que vi Sostiene Pereira fue después de leer la novela de Antonio Tabucchi, y lo curioso es que lo hice en un momento bastante peculiar de mi vida, en los últimos años que pasé en Venezuela. En ese entonces, trabajaba en un medio que estaba bajo la influencia del chavismo, donde los periodistas, como en la película, se enfrentaban a una lucha constante entre la verdad y la censura. Cada día era un desafío informar con objetividad, mientras el gobierno de turno imponía, de manera cada vez más abierta, limitaciones y presiones sobre lo que podíamos publicar. Ver la película en ese contexto fue
un golpe de reflexión, porque el conflicto que vivía Pereira –un hombre que pasa de la indiferencia a la acción– se sentía casi como un espejo de nuestra propia realidad en un país donde la libertad de expresión estaba siendo sofocada por el régimen.
Sostiene Pereira, basada en la novela de Antonio Tabucchi, es una película que aborda temas profundos como la pasividad política, la censura y la importancia de despertar ante las injusticias que nos rodean. En ella, Pereira (interpretado por el gran Marcello Mastroianni) es un periodista en Lisboa durante 1938, un hombre apático que vive a su manera, sin involucrarse en la situación política de su país, que está bajo el régimen de Salazar. Su vida gira en torno a su trabajo en la sección cultural de un periódico, donde escribe necrológicas literarias, y a su dolor por la muerte de su esposa.
El cambio en Pereira comienza cuando conoce a Monteiro Rossi, un joven rebelde y antifascista que lo introduce en un mundo de lucha y compromiso social. A través de la relación con este joven, Pereira empieza a cuestionarse su indiferencia y, poco a poco, se va dando cuenta de la brutal realidad de su entorno, con el ascenso del fascismo y las graves tensiones políticas en Europa. La película captura bien este proceso de transformación personal, pero la dirección de Roberto Faenza tiene momentos algo literarios, casi como si
estuviera ilustrando el libro en lugar de sumergirnos completamente en la historia.
A pesar de que la película no logra capturar todo el tono y las sutilezas de la novela, mantiene el mensaje central de la obra: la importancia de tomar conciencia y actuar frente a la injusticia. La película también habla de la censura y la limitación de la libertad de expresión. Pereira, que inicialmente se muestra neutral y desconectado de los problemas políticos, termina luchando contra la censura del régimen, al escribir una necrológica que denuncia un asesinato político. En este sentido, la historia nos invita a reflexionar sobre lo
que significa ser un periodista comprometido con la verdad, aun cuando eso signifique arriesgarse.
En el contexto actual, donde muchos medios enfrentan la censura y la manipulación de la información, Sostiene Pereira se siente muy relevante. Hoy en día, la libertad de expresión sigue siendo un tema candente. En muchos países, los periodistas enfrentan presiones para alinear sus informes con la agenda política del momento, algo que se refleja en la situación de Pereira cuando su periódico le exige publicar contenidos más nacionalistas. Esta limitación de la libertad de prensa no es ajena al presente, donde las noticias pueden ser filtradas, tergiversadas o incluso bloqueadas en función de intereses políticos o económicos.
La película también destaca cómo Pereira, un hombre que inicialmente se resiste a tomar partido, finalmente se convierte en un defensor de la verdad. El contraste entre su indiferencia inicial y su valentía final refleja un mensaje sobre el despertar moral que todos podemos experimentar si estamos dispuestos a ver más allá de nuestra zona de confort. Es un recordatorio de cómo la pasividad puede permitir que las injusticias sigan sin ser cuestionadas, mientras que tomar acción, aunque sea a nivel individual, puede generar un
cambio.
En conclusión, Sostiene Pereira es una película que ofrece una reflexión poderosa sobre la censura, la libertad de expresión y la responsabilidad de los individuos frente a las injusticias.
En un mundo donde los medios de comunicación y la información son tan manipulables, la historia de Pereira nos enseña la importancia de mantener la integridad y el compromiso con la verdad, incluso cuando el precio es alto.
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