
El temblor esencial, la dolencia más frecuente en trastornos del movimiento, afecta al 6% de los mayores de 60 años, aunque puede presentarse, como decimos, desde edades tempranas.
De hecho, es habitual que los pacientes afirmen que conviven con él desde hace muchos años y que se ha incrementado con la edad, afectando a sus actividades cotidianas.
No se trata de una enfermedad neurodegenerativa, sino que está provocada por una disfunción de circuitos neuronales implicados en el movimiento.
Resulta frecuente que ocurra en varios miembros de la familia, por lo que existe un factor hereditario, pero todavía no se han detectado genes concretos en la mayoría de los casos.
Se manifiesta en ambas manos al realizar una acción, aunque puede revestir más gravedad en una de ellas.
Si el temblor es lo suficientemente intenso, el paciente puede tener dificultades para realizar tareas cotidianas como escribir, sujetar un vaso de agua sin derramarla, utilizar los cubiertos al comer, lavarse los dientes, maquillarse, afeitarse, atarse botones o cremalleras, ponerse pendientes, etc. Algunas personas también pueden experimentar temblor en la voz o en la cabeza.
Es, pues, una patología que puede impactar enormemente en la calidad de vida si alcanza una intensidad considerable. Por eso es importante buscar una solución personalizada a este problema.
El Hifu, tratamiento efectivo
Cuando un paciente tiene temblor esencial, el objetivo es que su circuito motor vuelva a funcionar con normalidad. En consecuencia, los tratamientos están dirigidos a restaurar el patrón de actividad de las neuronas para que la ejecución del movimiento sea correcta.
Las terapias principales que se han venido utilizando para esta patología son fármacos betabloqueantes y antiepilépticos.
Sin embargo, su uso generalmente no es suficiente para mejorar la calidad de vida del paciente.
Afortunadamente, ahora podemos recurrir al sistema HIFU, un equipo de ultrasonidos focalizados de alta intensidad que permite lesionar sin cirugía craneal abierta y de un modo controlado las neuronas afectadas en el núcleo ventral intermedio del tálamo, que es una estructura profunda del cerebro.
Este método permite el acceso a muchos pacientes, ya que es mínimamente invasivo.
Para llevar a cabo el proceso, el primer paso es rasurar el cabello del paciente y fijar un marco a su cabeza que lo anclará a la resonancia magnética donde se realiza el tratamiento. Una vez tumbado en la camilla de la resonancia, se le coloca también en la cabeza una membrana por la que circula agua muy fría para refrigerar el cuero cabelludo y evitar que los ultrasonidos calienten demasiado la piel.
La persona intervenida está en todo momento despierta, colaborando con los profesionales durante la intervención.
Los ultrasonidos son focalizados en el punto de cerebro donde están las neuronas que queremos eliminar. Al emitir una energía cada vez mayor, esta se transforma en calor para calentar el tejido en la zona seleccionada y realizar la lesión. Conforme la temperatura aumenta, el temblor desaparece progresivamente, lo que confirma que estamos apuntando al sitio correcto.
Una vez obtenido este resultado, se sube la potencia de la energía para conseguir una temperatura que provoque la lesión irreversible en las neuronas y la mejoría definitiva del temblor. Información reseñada por El Nacional
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