La futurología en tecnología generalmente no funciona. Son tan rápidos y vertiginosos los cambios en este campo que intentar vaticinar con certeza algo en el mediano plazo es casi imposible: los ritmos de la innovación digital y tecnológica son tan sorpresivos e inesperados que cualquier cosa puede surgir con profunda fuerza para cambiarlo todo.
Sin embargo, en esta época de fin e inicio de año, se hace propicia para la reflexión de lo que serían estos doce meses que han de comenzar en esta semana cuando arranque oficialmente el 2025.
Uno de los primeros aspectos que des de ya plantean un 2025 excitante en temas tecnológicos es la computación cuántica. Si bien no es una tecnología nueva, el reciente anuncio de Google con Willow, su primer chip de tecnología cuántica, que es capaz de resolver en 5 minutos un problema que le tomaría a un supercomputador actual 10 septillones de años, una cifra inimaginable que supera por varias veces la edad del propio Universo.
¿Esto qué significa? Que el chip de Google ha logrado revertir la problemática de errores que tiene la computación cuántica al usar partículas subatómicas para ‘procesar y pensar’, lo que eleva su certeza y capacidad.
La computación cuántica no reemplazará a la computación actual y tampoco será ampliamente comercial hasta antes del 2030, pero en el 2025 comenzará a masificarse aún más para ayudarnos a resolver importantes enigmas y problemas de la humanidad, como entender enfermedades mortales y encontrar cómo curarla o medicamentos que lo logren; a combatir el cambio climático y hacer de la inteligencia artificial superior a la humana.
Y allí los riesgos se asoman: con la computación cuántica todos los algoritmos de encriptación que se usan para la ciberseguridad, proteger las comunicaciones digitales, bancarias, sistemas de contraseñas conocidos, quedarían vulnerados.
Un computador cuántico adivinaría prácticamente cualquier contraseña en milisegundos. Es como si de un momento a otro apareciera una llave maestra capaz de abrir cualquier puerta del mundo.
Por tanto, la ciberseguridad, otra de las tendencias del 2025, tendrá un año entrante especialmente retador.
Ciberseguridad 2025: un gran reto
El año entrante estará marcado por desafíos más complejos y sofisticados en seguridad digital, con un creciente riesgo para sistemas de Tecnología Operativa (OT) y de infraestructuras críticas como sistemas de energía, acueductos, semáforos, aeropuertos, manufactura y transporte.
Según Eset, empresa de ciberseguridad, la digitalización de estos sistemas ha ampliado su conectividad pero también los ha hecho vulnerables a ciberataques. Los ejemplos históricos de ataques a OT, como los casos de ‘BlackEnergy’ o ‘Industroyer’, demuestran el potencial devastador de estas amenazas. Este panorama obliga a gobiernos y organizaciones a priorizar estrategias para proteger estos sistemas, que, por su naturaleza, son fundamentales para el funcionamiento de servicios esenciales en la sociedad.
El informe más reciente de OpenAI subraya cómo grupos de amenazas avanzadas (APT) están utilizando modelos de IA generativa para realizar tareas intermedias en ciberataques, como la depuración de código malicioso y el análisis de vulnerabilidades. Esto no solo amplifica el impacto potencial de los ataques, sino que también obliga a los gobiernos y empresas a reconsiderar sus estrategias de defensa. En 2025, se espera un crecimiento en el uso de esta tecnología tanto para fines lícitos como ilícitos, intensificando la necesidad de medidas proactivas para mitigar los riesgos.
Los retos 2025 de la IA
Como tercera tendencia, inevitablemente surgirán importantes debates legales y éticos en torno a la IA. En Colombia veremos estos debates, los cuales se verán además impactados por el Acta de IA de la Unión Europea y de las iniciativas al respecto en Estados Unidos.
La discusión sobre si regular o no la inteligencia artificial estará en el orden del día, principalmente, en aspectos como la transparencia de los algoritmos, la responsabilidad por los daños causados por la IA y la necesidad de garantizar la privacidad y el cuidado de los derechos humanos, así como evitar que se amplíen las brechas socioeconómicas por el dominio y segregación de las IA. Con información de eltiempo.com
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