top of page

Trump contra Europa

Foto del escritor: Trino MárquezTrino Márquez

Trump parece que prefiere volver al soberanismo y al nacionalismo hegemónico que practicó Teodoro Roosevelt. Foto: Instagram
Trump parece que prefiere volver al soberanismo y al nacionalismo hegemónico que practicó Teodoro Roosevelt. Foto: Instagram

Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial –de la cual Estados Unidos emergió como la primera potencia indiscutible del mundo libre- la alianza entre Europa occidental –la Europa democrática y republicana- y Estados Unidos, se tornó cada vez más estrecha y amplia.


El factor más poderoso que los unía era impedir que el comunismo se convirtiese en una doctrina atractiva para los pueblos de los países devastados por la guerra; el temor a que los tanques soviéticos extendieran su dominio hacia el Oeste; y que Alemania Federal, Francia,

Italia y otras naciones del viejo continente terminaran bajo la bota del Ejército Rojo. A Stalin nunca le faltaron ganas de ampliar su esfera de influencia.


La aplicación del plan Marshall –que benefició fundamentalmente a Alemania occidental- y la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fueron resultado de la importancia que Estados Unidos le concedió a la reconstrucción de Europa y a la decisión de

contener con poderío militar cualquier pretensión expansionista de Stalin, ensoberbecido luego de la victoria frente a los nazis.


Durante buena parte del largo período de la Guerra Fría, Europa y Estados Unidos forjaron una unidad indisoluble y establecieron una tácita división de tareas: Europa se dedicó a recomponer su dañada economía y mantener la democracia, descargando en la potencia del

Norte la mayor parte del gasto en defensa militar. Este esquema fue modificándose lentamente luego de la demolición del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética.


Del nexo entre Estados Unidos y Europa, con la participación de países de otros continentes, fueron surgiendo progresivamente organizaciones internacionales que le dieron forma al nuevo orden mundial: la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en primer lugar, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial de Comercio (OMC), entre muchas otras. También se firmaron tratados como el Acuerdo de París sobre el cambio climático, para la protección del ambiente bajo el principio según el cual las generaciones del presente deben respetar y preservar la calidad de vida de las generaciones futuras.


Ahora, el señor Donald Trump decidió modificar los nexos con la Europa democrática. Está retirándose o debilitando esos organismos multinacionales en los que la presencia estadounidense y europea resulta crucial. Además, el recién estrenado presidente norteamericano señala que los gobiernos europeos se han beneficiado de forma abusiva de la generosidad de Estados Unidos, traduciéndose esa inequidad en una balanza comercial totalmente desfavorable para su país. Trump sostiene que Estados Unidos le compra en grandes cantidades a Europa, pero no al revés. Además, señala que el gasto militar de las naciones europeas resulta muy bajo y que su nación no continuará subsidiando la abulia de

los gobiernos europeos.


Estos señalamientos –cuya validez podría considerarse y el fallo corregirse en un diálogo con representantes europeos- los plantea Trump en un tono intimidante, con el afán de extorsionar. Amenaza con aplicar aranceles a la mayoría de los productos que provienen de Europa. Para darle firmeza a sus palabras, hace pocos días anunció aranceles para el aluminio, uno de los principales productos que Alemania le vende.


El comportamiento imperial de Trump toma a Europa en horas bajas. Los países más importantes se encuentran sumergidos en una crisis significativa. Alemania y Francia no logran superar los escollos económicos y políticos. En ambos es probable que la ultraderecha

triunfe o, en todo caso, alcance notables avances en las elecciones por venir. La propia Unión Europea y el gobierno de Bruselas se encuentran bajo el constante ataque de mandatarios como Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, el aliado más poderoso de Putin en Europa. El antieuropeísmo ha ido ganado terreno en países y sectores sociales que

antes lo rechazaban. Parece que la dolorosa experiencia del Brexit no les ha enseñado nada.


A pesar de su debilidad, Europa ha respondido con firmeza la embestida de Trump. Ni Alemania, ni Francia, ni España, el país cuya economía creció más durante 2024, se han dejado amedrentar.


Inglaterra, ignorada por Trump, ha dado pasos para acercarse a la Unión Europea. Esta es una buena noticia. El frente ante Trump podría robustecerse. La guerra comercial promovida por el mandatario estadounidense, al parecer no será respondida con flores ni frases de

ocasión. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se ha propuesto delinear una estrategia común frente al agresor. Más adelante veremos qué resulta de las consultas con los gobiernos y sus asesores.


Todo este episodio protagonizado por Trump resulta deplorable. Europa y Estados Unidos deberían formar un bloque compacto frente a China, Rusia y todos los autoritarismos que tratan de esparcirse por el globo. Pero, el magnate norteamericano parece que prefiere volver al soberanismo y al nacionalismo hegemónico que practicó Teodoro Roosevelt y sus seguidores. Una pena para el mundo democrático.


0 comentarios

Entradas relacionadas

Ver todo

Comments


21

¡Gracias por suscribirte!

Suscríbete a nuestro boletín gratuito de noticias

Únete a nuestras redes y comparte la información

  • X
  • White Facebook Icon
  • LinkedIn

© 2022 Informe21

bottom of page