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Foto del escritorVladimir Gessen

Un mentiroso puede ganar en la política, pero...

Actualizado: 22 feb 2023

El caso del representante republicano George Santos, a quien se le atribuyen públicamente un sin número de mentiras, nos hace pensar que él quizás se preguntó a sí mismo: Si a Trump le dio resultado mentir, ¿por qué a mí no?... Analizamos a continuación el peligro que representa elegir a políticos mentirosos…

Los militares son entrenados para mentir. La noción de estrategia militar en el curso de estado mayor que hacen los aspirantes a generales dice –poco más o menos- así: “Toda estrategia deberá involucrar una idea de disuasión, presión, coacción, competencia o combate contra algo o alguien… La cual se debe alcanzar mediante operaciones Ofensivas, de debilitamiento e inhabilitación, a través de engaños y desinformación, neutralización, distracción, penetración, ruptura, envolvimiento, disuasión e Imposición”. De manera que los reyes, primer ministros y presidentes y/o comandantes en jefe de las fuerzas armadas aprender que mentir es necesario en las lides castrenses. Lo que es inadmisible es que los políticos en su ascenso para ser los mandamases de un país mientan para lograrlo. Tampoco pueden engañar o falsear la verdad, u ocultarla, en temas que no sean militares.

No obstante hemos tenido notables mentirosos como conductores de países. Tal vez el mayor embustero y farsante fue Adolfo Hitler que estableció la denominada gran mentira (Große Lüge) en su libro ‘Mi Lucha’, con un falso ‘ideario’ embaucó a una nación para alcanzar su propia destrucción, luego del holocausto judío y de 55 millones de personas muertas en la II guerra mundial. Hitler mintió en todos los temas y aspectos y practicó el engaño a todo nivel. Fueron tan exageradas sus mitos y patrañas y promovidas por un inescrupuloso ministro de propaganda a quien se le atribuye la frase de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, que se hicieron creíbles para los alemanes.

Los políticos mentirosos tienden a apartarse de la realidad...

Ellos falsean la verdad -comenzando por cambiar su biografía o curriculum- por cuanto necesitan crear un entorno irreal el cual les permita vivir con comodidad, a pesar de su conducta, así como ‘salvar’ a su país o al mundo que los rodea, y terminan creando su propia ‘mitomanía’. Van de mentira en mentira, elaborando relatos y fantasías que llegan a creerse ellos mismos e incorporándolos a su personalidad. Llegan a ser incapaces de reconocer el concepto de la mentira como irreal. Solo tienen una verdad absoluta: La propia y se sienten por encima del bien y del mal.

Donald Trump ha sido pillado por decir ‘verdades’ no tan ciertas y luego no las ha podido demostrar. Entre muchas otras de estas aseveraciones, el cree que le robaron las elecciones, pero la realidad objetiva dice lo contrario. El Congreso de los EEUU, proclamó presidente al ganador, Joe Biden, con el apoyo del partido republicano. La Corte Suprema de Justicia lo juramentó en la Casa Blanca, a pesar de que una mayoría abrumadora de sus magistrados son conservadores y nominados por el partido republicano y por el propio Trump. Todos los tribunales y jueces a los cuales acudió el expresidente también sentenciaron en contra de Trump. Todavía repite la mentira de que le robaron las elecciones. Sin embargo, Donald Trump aunque autoritario no se convirtió en un dictador y llegó al poder democráticamente y se tuvo que retirar idem.

Los políticos que mienten embaucan a las personas que viven en su entorno, quienes acaban siendo -en un tiempo- cómplices o víctimas de sus engaños.

El Mundo sabe de mitómanos que sí fueron dictadores y tiranos que han existido y algunos conviven en la actualidad

Además de Adolfo Hitler y Benito Mussolini, otro que figuró durante el siglo 20 fue Mao Zedong: Dictador comunista que escribió el 'libro rojo' creando lo que denominó la nueva moral colectiva China la cual implantó obligatoriamente a nivel masivo. Todo se haría y sería válido si era a favor de la dictadura del proletariado. Empezaba por mentir el partido comunista. Con la revolución cultural se practicó la calumnia y la acusación sin pruebas para liquidar a los adversarios, se acusaba a inocentes a sabiendas de que no eran culpables. Se estableció una sociedad donde el mentir te puede salvar la vida. Hoy en día el libro rojo de Mao sigue vigente y lleva mil millones de reproducciones, solo superados sumando todas las biblias religiosas.

Otro político mentiroso el ‘general’ autonombrado Idi Amín Dadá, presidente y genocida ugandés que llegó a comerse a sus enemigos.

Joseph Stalin, quien asesinó acusándolos falsamente a la mayoría de los revolucionarios que acompañaron a Lenín, como Lev Kamenev, Grigori Zinóviev, y Nikolái Bujarin.

Los gobernantes de la dinastía Kim, como Kim Jong Un, en Corea del Norte, han cultivado, desarrollado un 'culto a la personalidad' e impuesto, en sus trastornos narcisista, antisocial, y megalomaníaco, dictaduras tiránicas que llevan al terrorismo de estado en contra de sus gobernados, cuyo costo han sido millones de personas asesinadas en genocidios históricos.

Fidel Castro, embustero, y megalómano condenó, ordenó fusilar o llevó a la muerte hasta a sus más leales camaradas

La primera de las mentiras del dictador Castro fueron decir: "No somos comunistas". Otras de las incontables embustes: "No estoy interesado en el poder, no lo ambiciono", o "Nosotros tenemos un país libre. No tenemos censura y el pueblo puede reunirse libremente. Nunca vamos a usar la fuerza y el día que el pueblo no me quiera, me iré.”

Entre los más recientes políticos mentirosos Hugo Chávez, ya fallecido, y quien llegó al poder mintiendo: Según prometió ‘no haría un socialismo, ni sería ‘un dictador’, y entregaría el poder a los cinco años luego de unas elecciones’, tampoco ‘torturaría’, ni mucho menos reprimirían a muerte a la disidencia. Hugo Chávez es otro ejemplo de la destrucción que puede generar en un país, un presidente con trastornos de mitomanía, histriónico, narcisista y antisocial.

Falta nombrar a muchos políticos mentirosos en Hispanoamérica y los Estados Unidos, pero estos ejemplos son solo una advertencia de que cuando Hitler estaba comenzando lo hizo mintiendo, si en ese momento los ciudadanos le hubiesen quitado su apoyo, la humanidad probablemente se habría salvado de sus crímenes.


¿Cuántos jefes de estado narcisistas, histriónicos, antisociales o mitómanos, con claras evidencias de trastornos de la personalidad, han gobernado y destrozados a los países que rigieron? ¿Cuántos de ellos llegaron al genocidio o a la muerte de sus propios gobernados?...


El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) clasifica a los Trastornos de Personalidad. Definido por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, es el Trastorno de la Personalidad Histriónica (THP), consistente en emocionalidad excesiva y búsqueda de atención. Asimismo, comportamiento seductor exagerado, y una extraordinaria necesidad de aceptación y aprobación. Quienes padecen este trastorno no se dan cuenta de ello, y son muy dramáticos, astutos, apasionados y presumidos. Tienen un estilo de hablar que se basa excesivamente en las impresiones y que carece de detalles.


En el Trastorno de la Personalidad Narcisista (TPN) las personas se caracterizan por presentar un desmedido sentido de la importancia y autoestima personal, están convencidos de poseer características superiores y suelen ser muy sensibles a la crítica, junto a una permanente necesidad de admiración. Igualmente, se les dificulta tolerar frustraciones. Para estar a su lado, es necesario adularlos o serán rechazados de su círculo. El narcisismo suele llevar a la megalomanía y al desarrollo de estados que, colocan al individuo que lo sufre, fuera de la realidad. Muestra actitudes y comportamientos arrogantes y altivos o prepotentes... El peligro de un gobernante así queda a la vista cuando revisamos el comportamiento de uno de ellos en Alemania, durante la década de los '30 y parte de los '40: Adolfo Hitler.


En el Trastorno de la personalidad antisocial 301.7 (F60.2) existe un comportamiento dominante de vulneración de los derechos de los demás, que se expresa en el incumplimiento de las normas sociales respecto a los procesos legales. También, por el engaño, y por las mentiras repetidas, utilización de alias o formas de ser falsas, y por irresponsabilidad constante. Igualmente, por la incapacidad repetida de mantener un comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas o impositivas. Tienen una ausencia de remordimiento, con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.


En el Trastorno Explosivo Intermitente prevalecen manifestaciones de o actitudes de enojo, a veces incontrolables y generalmente desmedidas en relación con lo acontecido. Es un trastorno de falta de control de las emociones donde se presentan conductas de agresividad verbal, ofensas y burlas de quienes lo adversan o polemicen con ellos, y los puede llevar a tomar acciones en contra de las personas que le enfrenten.


Quienes padecen los trastornos antes mencionados, y las personas 'mesiánicas', tienden a apartarse de la realidad y a mentir. Los mitómanos van de mentira en mentira, elaborando relatos y explicaciones que llegan a creerse ellos mismos. Son incapaces de reconocer el concepto de la mentira como irreal. Solo tienen una verdad absoluta: La propia. Se sienten por encima del bien y del mal. Embaucan a las personas que viven en su entorno, quienes acaban siendo -al tiempo- cómplices y víctimas de sus engaños.


Aunque parezca lo contrario, por el histrionismo que los caracteriza, los mesiánicos son emocionalmente fríos, calculadores, manipuladores y evitan intimar con los otros. Cuando la comunicación por medio de la mentira, el histrionismo, la paranoia, el narcisismo y los delirios llegan a formar parte de los hábitos personales, se puede provocar una escisión de la personalidad que conduciría a un grado de psicosis en la que se confundiría la fantasía con la realidad, como llegó a ocurrir con Adolfo Hitler y Benito Mussolini.


Muchos delirantes y trastornados gobernantes han regido en el Mundo y los pueblos gobernados han sufrido terribles consecuencias:

La vida de Calígula, asesinado en el año 41 de nuestra era, se encuentra marcada por la violencia, como la extraña muerte de su padre, el asesinato de su madre, de sus tíos y de su hermana. En sus últimos días se autoendiosó y llegó a nombrar Cónsul de Roma a su caballo Incitatus.

Iván el Terrible, disfrutaba los asesinatos en masa y en uno de sus momentos de ira, golpeo a su esposa embarazada hasta matarla.

Jorge III de Inglaterra, hablaba sin sentido y murió totalmente demente.

En los casos de Juana ‘la Loca’, hija de los reyes católicos y de Carlos II, ‘El Hechizado’, sus apodos lo dicen todo.

Durante toda su historia, países como Corea del Norte y muchos países, han tenido unos cuantos reyes y caudillos trastornados que, lograron hacerse del poder por la fuerza. Más reciente históricamente, con el surgimiento de la democracia, estos pseudo-líderes con trastornos de la personalidad, usando una de sus armas más temidas, la mentira, convencieron a algunos pueblos que, en lugar de haberlos declarados insanos mentales y puestos en resguardo psiquiátrico, o al menos ignorarlos, los eligieron. y ahora sufren las consecuencias. Los mentirosos han logrado ganar con votos, como lo enseñó Hitler: mintiendo descaradamente.

En el presente, observamos psicológicamente, entre otros dictadores, al gobernante ruso, un muy probable candidato a incorporarse en esta lista de mandatarios trastornados que han gobernado y que han llevado a sus naciones o pueden llevarla a la destrucción...


Lamentablemente, y para la desgracia de la humanidad, en el presente la historia puede repetirse: ¿Conoce a algunos de ellos?… Yo sí.










Psicólogo


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