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Foto del escritorYelitza Rivero

Venezuela: una balsa a la deriva


El naufragio de una fragata francesa ocurrido el 2 de julio de 1816, pareciera representar la situación de la Venezuela actual. Foto: Wikipedia.

Revisando historia del arte con unos alumnos que aspiran ingresar a las universidades españolas, hicimos un recorrido por algunos pintores franceses, y al detenernos en el análisis,

La Balsa de la Medusa de Thédore Géricault me hizo pensar en la actual situación de

Venezuela. La obra presenta a viajeros de La Medusa, que luego de un naufragio quedan en

altamar sufriendo los embates de estar a la deriva, como vemos en la imagen que acompaña el artículo. Esto nos recuerda las constantes imágenes que hemos visto de los cubanos tratando de salir sobre tablas de su país o la reciente tragedia sucedida en las costas de Grecia, donde se estima que fallecieron más de 600 personas o las desbordadas pateras procedentes de África.


La obra, con crudeza, nos genera sentimientos variados. Los cuerpos de personas fallecidas que no resistieron al naufragio, pero que poco importan a los sobrevivientes, sólo al padre que pareciese sostener al hijo muerto. Encontramos que ésto, como en la balsa, ha pasado en Venezuela, donde hemos tenido asesinados por la delincuencia, muertos en las cárceles, otros por falta de medicamentos, deficiente asistencia médica o por protestar por sus derechos en una marcha, ante la indiferencia del resto de nosotros. Son muertes que parecieran no importarle a los sobrevivientes. El dolor de perder un familiar por falta de un equipo médico o un medicamente sólo lo conoce el pariente y a los que sobrevivimos en la balsa pareciera no importarnos. Pero la muerte en Venezuela no solamente ha sido física sino también moral, social y sentimental. El grado de pobreza a la cual han llevado a los venezolanos lamentablemente ha quebrado los principios de simpatía, de solidaridad, de reconocimiento del dolor del otro. De la misma manera, hemos visto cómo muchos venezolanos para subsistir han tenido que recurrir a humillarse, ante otros para conseguir por ejemplo una bolsa Clap o cualquier otro mínimo mecanismo de subsistencia. Socialmente nos encontramos sin ningún tipo de bienestar como comunidad, servicios básicos deficientes, sistema educativo deteriorado y un sinfín de fallas más, en un régimen al que se ha elegido por socialista. Y sentimentalmente porque hay 7 millones de venezolanos que han tenido que dejar no sólo el país sino familiares, años de estudios, sus bienes materiales y su proyecto de futuro. Todos elementos que configuraban su modo de ser. La muerte más allá de ser real también es simbólica.


En la misma obra encontramos un personaje que representa la resignación, el cual ante la

fragilidad de la balsa, la inmensidad del mar y el panorama turbio, no hace más que

mantenerse indiferente, sin desesperarse ni albergar esperanza. Así están muchos venezolanos que ante la poca posibilidad de cambio, y por lo general cuando hay algún cambio es para una peor situación, más el poder y fortaleza del sistema y la dificultad para emigrar, se han resignado a sobrevivir, se han resignado a que el tiempo pase sin vislumbrar ninguna mejoría. Se han resignado a que ni el gobierno ni la oposición serán capaces de dignificarle su vida. Como en la balsa, será la corriente del mar la que determine el resto de sus días.


Vemos que, por otra parte, hay un grupo de desesperados que pareciesen suplicar a los que

ondean una tela para que se hagan ver por un barco que se aprecia en la lejanía: ésta es la

única esperanza de los náufragos. Parte de los venezolanos ven en las próximas elecciones una posible vía de cambiar la situación actual, por lo que suplican al abanderado opositor que

triunfe en el evento electoral. Pero tal como en la obra, el barco salvador se ve diminuto, de

igual manera la posibilidad de una mejoría de nuestra situación parece ser mínima.


Un detalle que no se puede dejar de tomar en cuenta es la ola que desde el lado izquierdo

amenaza con derribar la balsa. En nuestro caso también tenemos una ola que nos va a

terminar de hundir y por ello hay que tomar prevención. Hagamos un ejercicio imaginario,

pero muy probable, ¿qué pasará si las próximas elecciones son fraudulentas? ¿Estarán los

candidatos opositores preparados para sobrellevar esa ola que se avecina o nos tocará

ponernos a bailar en medio del naufragio? Recordemos que en elecciones anteriores la

oposición ha renunciado a la defensa de un posible triunfo.


La Balsa fue rescatada con sus pocos sobrevivientes. A la balsa se subieron 150 personas, de

las cuales sólo sobrevivieron 15. ¿Correremos la misma suerte los venezolanos? ¿Seguirán

saliendo los venezolanos desesperados a través del Darién sufriendo todos los peligros que

conlleva? Es lastimoso ver cómo hoy en día en una de las selvas más peligrosas de Latinoamérica, se pone en el máximo riesgo la vida como la única esperanza de salvar la vida.

Un detalle que también recuerda a Venezuela es que el Medusa se encontraba en buenas

condiciones para realizar el viaje, pero el capitán sin navegar y sin escuchar las observaciones e indicaciones de los expertos, decidió llevar el viaje a su manera, generando esta gran desgracia. Venezuela, como el barco francés, estaba en buenas condiciones, y entre el 2004 y 2014 recibió un millón de millones de dólares. Pero al igual que el capitán de la Medusa en Venezuela escogimos un presidente incapaz, sin los méritos necesarios, mezquino y que pretendió salvarse sólo él y a los suyos, quedándonos nosotros montados en una balsa como la de la Medusa.


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