10 November 2016
La mayoría de los análisis políticos predijeron el triunfo de Hillary Clinton con elaborada precisión. No era probable la victoria de Donald Trump. Asimismo, las encuestas e investigaciones señalaban que Hillary Clinton ganaría las elecciones. Desde que Donald Trump decidió postularse para la presidencia de los Estados Unidos hizo una anti campaña electoral que será estudiada en las escuelas de ciencias políticas para intentar explicar qué ocurrió este 8 de noviembre en los Estados Unidos...
En teoría Trump restaba y no sumaba. Desde los comienzos de su campaña, durante las primarias del Partido Republicano, no previó sumar a sus contrincantes vencidos. Por el contrario, los convirtió en sus enemigos políticos. Trump irrumpió como un candidato contra lo establecido, y atacó sin cuartel y muy ofensivamente a los otros candidatos y líderes republicanos. Esto lo llevó a que un sinnúmero de estadounidenses acudiera a votar por él. Sin embargo, esta forma agresiva de insultar a los otros líderes conservadores no le permitió negociar con ellos y buscar acuerdos para el necesario posterior apoyo a su candidatura. Así perdió significativos respaldos como los de los expresidentes Bush, del líder republicano del Congreso Paul Ryan, o de los excandidatos presidenciales Mitt Romney o de John McCain. La mayoría de los líderes republicanos le quitaron el apoyo a Donald Trump. Varios de ellos manifestaron claramente que no votaron por él, e incluso llamaron a sus seguidores a no hacerlo, otros aseguran que votaron por Hillary Clinton. Trump pareciera ignorar la supuesta importancia que tiene el trabajo de la maquinaria partidista durante las elecciones en Estados Unidos. Maquinaria que estuvo esencialmente en manos de quienes se le oponen en el partido republicano. Aparte, con un lenguaje directo, pero irrespetuoso, ramplón y procaz chocó con sectores sociales, económicos, políticos y militares, como son comunidades hispanas, afroamericanas, musulmanas, los inmigrantes, el poderoso gremio de artistas e intelectuales, los medios de comunicación, el denominado “Wall Street”, factores empresariales y económicos, y con el determinante componente militar y de inteligencia en su más alto nivel. Trump no sumó a nadie del establishment, se convirtió en un anti héroe y anti sistema, pero sí sumo al ciudadano común.
Trump, acostumbrado a competir rudamente en sus actividades económicas copió su forma de actuar en estas lides empresariales a la política contraviniendo todo lo convencional. Si observamos su campaña básicamente fue atacar. Este peso de su ataque superó ampliamente su propio mensaje de propuesta social y económica a los estadounidenses.
En estas embestidas, primero, contra sus contendientes internos, y luego en contra de la candidata demócrata, colocó temas familiares, como acusar al padre de Ted Cruz de nazi, o hablar del tamaño del pene de otro precandidato, el senador Marco Rubio, o hablar de temas escabrosos, personales, sexuales, o de intimidades de la familia Clinton. También, Trump acostumbró etiquetar a sus adversarios, con epítetos como criminal, deshonesto, torcido o delincuente.
Esta conducta provocó que algunos auscultaran a la familia de Trump, su comportamiento ético, su vida personal, familiar y sexual y descubrieran un escandaloso mundo de abusos por parte de Donald Trump.
Vimos a Trump pelear con varias personas o entidades durante la campaña. Lo vimos fajarse durante días con Khizr Khan padre de un héroe militar, el capitán Humayun Kahn quien murió en combate en Irak, condecorado con la Estrella de Bronce y el Corazón Púrpura en los EEUU. Lo observamos pelear permanentemente con periodistas reconocidos de ambos sexos, con medios de comunicación como Univisión o The New York Times, CNN o The Washington Post.
Le dedicó semanas para “combatir” con la ex Miss Universo Alicia Machado. La emprendió contra el superempresario Carlos Slim. Luego presenciamos su pelea con las mujeres que le reclaman haber sido abusadas por él mismo.
Así, Trump empleó una buena parte de su tiempo, de recursos, en dar la pelea con personas o entidades, en lugar de enviar un mensaje positivo. Una estrategia que en términos sensatos parecía conducir a la derrota.
Por si fuera poco, Trump le pidió a Rusia que hackeara los emails de Hillary Clinton. Señaló que el dictador Bashar al-Assad estába haciendo lo correcto en Siria y que apoyaba 100 % lo que hacen las fuerzas rusas en ese país. También Trump además de admirar a Vladimir Putin le pidió un favor: “Si estás escuchando espero que seas capaz de encontrar los 30.000 mensajes de correo electrónico que faltan... será recompensado poderosamente por nuestra prensa…”, a pesar de que Rusia no es un país amigo de los Estados Unidos, es un adversario y potencialmente su enemigo: De hecho, en Siria apoya junto a Irán a Assad y combate encarnizadamente a aliados de EEUU como son los Kurdos.
Al ir al campo político, Trump olvidó la necesaria humildad, abusó de su autoconfianza.
Observando el comportamiento de Donald Trump en la campaña electoral de los Estados Unidos, no podemos dejar de pensar en la conducta que siguió Hugo Chávez en sus campañas electorales en Venezuela.
Hugo Chávez mostraba una autoestima exagerada, hablaba sin parar, exaltado, vehemente, y se dejaba llevar por sensaciones de grandeza. Amenazaba a otros, era hostil y ofensivo con los demás. Donald Trump hizo lo mismo, para referirse a su oponente cuando le antepuso la etiqueta de “torcida” (“Crooked” en inglés) a su oponente Hillary Clinton, y de alguna manera igualmente discriminó a sectores sociales o políticos de los Estados Unidos.
El problema es que esta conducta genera un odio social dirigido en contra de personas, o razas o hacia ciertas minorías sociales. Esta conducta se fundamenta en la clasificación de la gente. La idea es crear enemigos ficticios quienes pasan a convertirse en reales para quienes creen en quien lo dice. Se culpa a alguien por pertenecer al grupo “mal visto” o “denunciado” y se promueve la mentalidad de “nosotros” contra “ellos”. Hoy, luego de esta campaña, los Estados Unidos están profundamente divididos.
En democracia algunos pueblos también se han suicidado. Hitler llegó al poder por elecciones. Chávez al igual que otros autoritarios o líderes trastornados era extremista que se asocia con fanatismo, intransigencia, sectarismo, intolerancia y obcecación.
Lamentablemente, este discurso es sorprendentemente escuchado por las sociedades. Hoy vemos algo similar a Venezuela en la campaña electoral de los Estados Unidos. Donald Trump practica estos parámetros, su conducta se asemeja a la de hombres como Chávez y aunque la opinión pública estadounidense advirtió a la sociedad americana de creer las propuestas simples e irrealizables del ahora presidente electo Donald Trump, una mayoría de la población votó por esta opción.
No debíamos preocuparnos porque los estadounidenses serían gente preparada y nunca llevarían a Trump a la Casa Blanca. Hitler se hizo del poder democráticamente en Alemania, la sociedad más culta para la época de Europa. Y Hitler después de destruir buena parte del Mundo, antes de quitarse la vida, destruyó a toda Alemania.
En Venezuela, los venezolanos votaron repetidamente por Chávez, hasta su muerte. Si, definitivamente los pueblos a veces se suicidan. Sólo esperemos que Donald Trump no conduzca a Estados Unidos a estos escenarios y que las instituciones estadounidenses tengan la fortaleza para impedir un desastre.
En teoría Trump, aunque es un hombre exitoso en su área, le falta experiencia, conocimientos y formación política. Algunos empresarios, algunos intelectuales, profesionales, inteligentes y preparados en sus áreas, a veces piensan que la política es manejada por personas que no son competentes. Parte puede ser cierto, pero la práctica política tiene sus propios códigos, sus parámetros, su historia, su ciencia, su teoría y su praxis. Desde la antigua Grecia, pasando por Nicolás Maquiavelo hasta nuestros días, la ciencia política ha estudiado los sistemas y comportamientos políticos de las sociedades. El gran comentario, sottovoce, es que Trump no escucha a sus asesores en ciencias políticas y a los expertos electorales… y todo parece indicar que esto no importó… los estadounidenses votaron mayoritariamente por Trump quien ganó las elecciones, el mismo día donde por cierto, en muchos estados también votaron por legalizar la marihuana…
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