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Foto del escritorYelitza Rivero

Volver a pensar

Actualizado: 26 jun 2024


La fragilidad en el pensar nos puede convertir en esclavos. Foto: Tumisu, Pixabay

Antes de la pandemia era co-productora del programa Travesías del pensar con mi

colega el profesor Alfredo Vallota, tuvimos el apoyo de Humano Derecho Radio y REDES

AYUDA. El intro de nuestro programa decía: El auténtico pensar, como el vivir, es tarea que

se aprende. Quien aprende debe dialogar con aquellos que han pensado previamente;

recorrer sus itinerarios, seguir sus rutas y estelas, consultar sus bitácoras.  Sólo así se podrá

llegar a conocidos y seguros puertos. Desde aquí, si decide arriesgarse, debe iniciar sus

propias travesías, explorando lo desconocido, sin otra cartografía que la aprendida disciplina

del pensar.


La actividad de pensar ha sido la gran distinción del hombre en relación al resto de los seres

vivos. Somos los únicos seres capaces de reflexionar y modificar sus propias creaciones. La

capacidad de determinar la causa de los problemas, establecer interpretaciones de tales

dificultades y la búsqueda de diversas vías de solución es una actividad constante que ha

acompañado al hombre desde su aparición. Todas las creaciones humanas para la mejoría de la vida individual y colectiva han tenido su origen en un proceso de reflexión, de argumentación, de análisis, de razonamiento. Los avances que el hombre ha producido no han sido revelaciones divinas, ni golpes de suerte. La creación de la democracia o de las vacunas para superar pandemias ha sido posible gracias a horas de reflexión y del establecimiento de cadenas de argumentos, de elaboración de conocimiento.


La complejidad de la vida del hombre, pues ninguna época humana ha estado exenta de

problemas, nos exige que asumamos el proceso de pensar. La vida requiere que aprendamos a situarnos frente a los problemas y sus posibles soluciones. Pero esta actividad que es el pensar ha sido amenazada por distintos mecanismo y propuestas.


Recordemos que no hace mucho tiempo surgió el afán de que toda la educación primaria y

secundaria debía tener como objetivo el desarrollo de la creatividad por parte del estudiante,

sin previamente enseñarlos a usar y establecer lo fundamental… la cadena de argumentos

razonables. Se nos ofreció la creatividad como un evento único que no requiere de

antecedentes ni reflexiones previas. Creo por ejemplo, que todo profesional de la química que invente un nuevo producto requiere previamente conocer las posibilidades de combinación de los elementos. Las nuevas creaciones no salen del sombrero de un mago, se requiere de conocimiento.


La estimulación corporal constante es otro elemento que ha desplazado la importancia del

aprender a pensar. Desde la infancia nos vemos sumergidos en un mundo de estímulos físicos, de la búsqueda del placer corporal. Y en esta perspectiva la práctica de deportes se hizo primordial. Hoy en día la mayoría de los niños hacen por lo menos un deporte, pero no leen un cuento o una novela o una biografía. Si bien el hacer ejercicios nos ayuda a conservar nuestra salud, el aprender a pensar nos ayuda a escoger buenos gobernantes.


En nuestros días aparecen nuevos elementos que alejan cada vez más a los adolescentes y

jóvenes, ya hasta iniciados en la universidad, de esa valiosa travesía del pensar. Sorprende ver cómo el interés de seguir el hilo de un razonamiento se está perdiendo, y ahora se prefiere una respuesta rápida, corta y precisa. El placer de ver cómo el entendimiento se despliega en una cadena de razones ha sido desplazado por la brevedad, por querer en pocos caracteres entender los conflictos actuales. Me refiero al surgimiento de las nuevas redes sociales, si bien tiene sus ventajas como la inmediatez de la noticia, el acceso a información en los países donde existen ciertos controles, la amplitud y variedad en la información, no ha dejado de generar consecuencias menos positivas. Las nuevas redes sociales nos invitan a limitar nuestras ideas e información a pocos caracteres, pues los formatos no son creados para extensos minutos ni mucho menos horas. El éxito de un contenido digital se sustenta en poder captar con pocas palabras a sus seguidores, lo que significa que no son razonamientos los que se nos ofrecen sino simples frases encantadoras.

Esta situación ha logrado que no nos preocupemos por analizar y razonar un determinado tema, por darle vueltas al problema y tratar de entenderlo.


Como nos propuso Ortega y Gasset con el método de Jericó, que consistía en dar vueltas al

problema, rondarlo hasta lograr eliminar lo que nos impedía llegar a lo esencial. Ahora

simplemente nos conformamos con seguir las ideas que nos venden aquellos que se hacen

virales.


Perder esa capacidad de plantearnos problemas, realizar razonamientos, enfocar diferentes

perspectivas y soluciones nos hace frágiles frente aquellos que anhelan el poder. Ya no será la fuerza física la que nos imponga un sistema o gobierno para dominarnos sino será nuestra

propia fragilidad en el pensar lo que nos convertirá en esclavos.


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