
Era preferible, para EE. UU. y para el resto del Mundo -dada la relevancia planetaria del asunto- que el día siguiente a los comicios presidenciales del tres de noviembre, en lugar de la andanadas de demandas judiciales entabladas para deslegitimar las votaciones, por ejemplo, se hubiese nombrado una comisión de altísimo nivel de, republicanos y demócratas, para derrotar el COVID-19, de una buena vez. Sin embargo, las cosas no siempre son como deben ser, sino como ocurren.